Invitación a la recepción de un Embajador.
Etiqueta y ceremonial que se observa en la República Francesa en el ámbito diplomático.
Invitación a la recepción de un Embajador.
Como el Gobierno de la República no tiene Corte, la recepción no dura más que un día, por considerarse suficiente para todas las presentaciones oficiales, teniendo cuidado de no invitar a los Embajadores, a quienes se ha hecho ya la primera visita, sino al personal de las Embajadas; a las Legaciones se envía una invitación personal para el Jefe de la Misión, y otra colectiva para los Secretarios y Agregados de cada una de ellas (el Conde de Münster, Embajador de Alemania en 1885, invitó individualmente a los Secretarios y Agregados de las Misiones extranjeras).
Se convida también:
- A todos los Ministros.
- A los Subsecretarios de Estado, Directores y Secretarios generales de los Ministerios.
- A los Oficiales de la Casa militar del Presidente de la República y a los funcionarios de su Casa civil.
- Al Gobernador de Inválidos.
- Al Gobernador militar de París.
- Al Gran Canciller de la Orden nacional de la Legión de Honor.
- Al General Comandante de la plaza.
- Los Prefectos del Sena y de Policía.
- A todo el alto personal, del Ministerio de Negocios Extranjeros.
Los Hujieres no anuncian en voz alta a los que llegan, pero el Introductor, que está al lado del Embajador, le presenta las personas conforme van entrando en el salón.
Todo el personal de la Embajada está en el primer salón de la casa, inmediato al del Embajador.
Desde algún tiempo a esta parte, los Embajadores han dispensado a los invitados el asistir de uniforme, y todos van de frac y corbata blanca, y hasta de levita.
El Embajador devuelve estas visitas de la manera siguiente: a los Ministros y altos funcionarios, los visita personalmente, y por medio de tarjetas a todos los demás, haciéndolas todas dentro de los tres días que siguen a la recepción que ha tenido en la Embajada.
El Embajador, después de entregar sus credenciales, debe hacer la primera visita al Ministro de Negocios Extranjeros, a quien no sólo ve para entregarle la copia de estilo de sus Cartas-credenciales y pedir la audiencia del Presidente, sino que el mismo día en que tiene lugar dicha audiencia, en cuanto el Introductor se le despide, el Embajador, de uniforme unas veces y otras de levita, según se convenga de antemano, va inmediatamente en su coche a casa de este Ministro, quien a su vez le devuelve la visita pocos momentos después. Esperan también su visita los Presidentes de las Cámaras, que por la naturaleza de sus funciones electivas, no son funcionarios del Gobierno, y que además, por la Constitución del Estado, gozan de cierta parte de la Soberanía de éste, y no tienen más relaciones que las de sociedad y de mera cortesía, con el Cuerpo Diplomático extranjero.
Los Embajadores les hacen la primera visita, de levita, y el Introductor se limita a servir de intermediario para fijar el día de la entrevista, y acompañar al Embajador a las casas de las Presidencias respectivas. Estos devuelven la visita el mismo día en que los va a ver el Embajador.
Pero, cuando los Presidentes son elegidos en las Cámaras, tienen que hacer, a su vez, la primera visita a los Embajadores que están acreditados en París.
También deben hacer la primera visita, pero sin intervención del Introductor, a los Embajadores, sus colegas.