El orden en general.
El orden consiste en mantener el arreglo, cuidar cada utensilio, cada prenda, cada enser del ajuar doméstico.
Convivencia Social. Formación Familiar y Social. Tercer curso.
¿Qué es el orden?
En el primero y segundo curso se ha insistido en la esencia del orden, que consiste en mantener el arreglo, cuidar cada utensilio, cada prenda, cada enser del ajuar doméstico; en la armonía, en el equilibrio, en buscar para cada objeto el lugar más cómodo y más apropiado a su uso y, una vez encontrado el lugar adecuado, conservar ese objeto siempre en el mismo lugar.
Ejemplo: el cubo de fregar se coloca en el armario o cuarto de limpieza y cada vez que se utiliza se vuelve a colocar boca abajo en dicho armario o cuarto de limpieza. ¿Y por qué lo colocaremos boca abajo?. Para que la humedad que le quedó al fondo escurra y no vaya enmoheciendo ni dañando el metal.
Cuidado de los vestidos.
Con relación a los vestidos, lo esencial es no mancharlos, ni sudarlos, ni arrugarlos demasiado, o romperlos mientras los llevamos puestos. Por consiguiente, cuando vamos a jugar, o a trabajar, llevaremos un vestido que sea fácil de lavar o limpiar, o pondremos sobre nuestro vestido un delantal lavable que preserve a éste de todos los peligros.
Como se ha repetido, la elegancia en el vestir consiste en llevar un vestido apropiado para el trabajo, o para el deporte, o para la fiesta. Si vamos a trabajar con el vestido de lujo, iremos mal vestidas, y si vamos a la fiesta con el vestido de deportes, también iremos mal vestidas.
En general, la niña traviesa, impetuosa y atolondrada, suele ser desarreglada y desordenada. Y es que la mujer, desde niña, aún en medio del juego, debe recordar que es una mujer y no perder nunca el control de sus movimientos. Tiene que evitar brusquedades y prisas alocadas y empujones, para resultar una niña ordenada y cuidada.
Hay que cuidar el vestido cuando lo llevamos puesto y cuando nos lo quitamos.
Al quitárselo, antes de colgarlo en la percha, sacudirlo y cepillarlo; mirar si tiene alguna mancha o descosido; ver si está manchado de sudor y remediar todos los desperfectos que encontremos en él. Una vez limpio y ventilado, cosido y planchado, se puede colgar en el armario en una percha que no lo deforme.
Limpieza.
Las manchas de sudor se lavan si el vestido tiene un tejido que lo admite -y casi todos lo admiten-, y en caso de que sea difícil lavarlo hay que ventilar, poner polvos de talco y consultar un libro de economía doméstica en su capítulo de manchas.
Pues un vestido que lleve bajo el brazo la señal del sudor, revela que su propietaria es poco cuidadosa.
Hay mil procedimientos para quitar manchas, y en el "Manual de Economía Doméstica", de la Sección Femenina, se mencionan.
Para las de tinta (muy frecuentes en el vestuario de las escolares) está el perborato. Tenemos una mancha de tinta y ponemos sobre ella un montoncito de perborato, y sobre dicho polvo una gota de agua. Se deja que se seque y se cepilla. Si queda tinta se hace de nuevo la operación, hasta que desaparezca la mancha.
Los zapatos.
Conviene tener una horma o cuchara de madera para meter en el zapato y conservarlo sin arrugas y de buena forma. Una cañita, un relleno apretado de papel, pueden sustituir las hormas.
Lavado de la ropa de seda, nylon, batistas.
La ropa fina se debe lavar con jabón especial. Al estudiar economía doméstica se ha visto que la primera faena de la lavandera ha de ser separar la ropa (lo blanco, lo de color, las prendas pequeñas, de las sábanas, etc.). Pues bien; no ha de mezclarse la ropa fina con la general de la casa, sino que es preferible que cada niña lave su ropa fina con jabón especial, raspando jabón, hirviéndolo y disolviéndolo y haciendo un jabón líquido y espumoso en agua clara, templada, aclarando pronto y bien y tendiendo a la sombra y en lugar no expuesto excesivamente al viento.
Cada vez es más difícil tener un servicio doméstico completo y competente; una lavandera que conozca bien su oficio es difícil, y su trabajo es caro. Por tanto, una niña bien educada debe aprender a conservar y cuidar su propia ropa interior.
Las medias.
Han de lavarse cada vez que se ponen y colgarse con pinzas especiales en lugares donde no se enganchen ni se salten hilos.
Orden en nuestras cosas.
Cuanto nos pertenece, libros, enseres, muebles, ha de resultar limpio y ordenado.
Los libros de estudio, los de lectura, han de conservarse con buen aspecto, sin manchas, sin apuntes, sin volear las hojas, ni doblar las esquinas, sin despegar las tapas. Al primer desperfecto (una hoja que se desprende, una contera que se raja) hay que arreglarlo para que no siga rompiéndose.
La esencia de la economía doméstica es la conservación, componer los pequeños desperfectos para que no se conviertan en grandes desperfectos. Si no se reparan los libros (forrándolos, pegándolos, etc.), a mitad de curso tendrán que ir al encuadernador, ocasionando un gasto; los libros estarán tan repugnantes que no apetecerá estudiar en ellos.
Las revistas y periódicos.
Siempre hay que pensar en los que leerán el periódico después de uno mismo y dejarlo doblado y encartado como corresponde, y no todo revuelto y destrozado.
Bolso.
Tanto para la calle como para el colegio, una niña debe llevar una cartera o bolso con las prendas y objetos que necesita para su uso de higiene y de trabajo. El pañuelo, el peine, para el aseo; la pluma, lápiz, agenda, etc., para el trabajo. Cada cosa ha de ir en su lugar. Sin mezclar el bocadillo con el pañuelo, ni el peine con la pluma. Y no está bien pedir estos objetos absolutamente personales a las amigas o compañeras. Antes de salir de casa hay que preparar cuanto necesitamos llevar, y llevarlo con orden femeninamente. Pañuelo limpio, lo más bonito posible. Peine enfundado, siempre limpio, y los objetos de trabajo (pluma con tinta, lápiz con punta, etc.).