Sobre el comportamiento en el colegio y centros de educación. Comportamiento con las profesoras
En cada centro de enseñanza hay determinadas costumbres de cortesía con relación a la profesora
Comportamiento en el colegio y en los centros de educación
Convivencia Social. Formación Familiar y Social
Aquella urbanidad
Como continuación del ejemplo anterior. Cuando la profesora le ha preguntado la lección, María súbitamente, se ha sentido avergonzada de su vestido sucio y no ha querido salir a la pizarra.
Profesora. María, ve a la pizarra para hacer la demostración.
María. No dice nada, ni se mueve.
Profesora. ¿No lo sabes?. ¿Qué te pasa?.
María. Silencio total. Ahora, por nada del mundo, contesta ni se mueve.
Profesora. Bien, lo siento mucho, pero esto hará bajar tu nota.
Estas son las pequeñas tragedias de una alumna atolondrada, testaruda e indisciplinada, que vienen todas encadenadas y que nacen de su atolondramiento, de su mal humor y de su testarudez.
¡Pobre María!, a mi me da lástima, porque todos los sacrificios que hacen sus padres por ella no van a servir para nada. Pero claro que servirán. Ella tiene un carácter difícil. Sin embargo, la profesora la estudiará con atención, y cuando la conozca mejor la ayudará a dominarse y corregirse.
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Prestar atención a los profesores
Cuando la profesora nos pregunta algo debemos contestarle con entera franqueza y no ver en la profesora la enemiga, sino la persona que nos quiere ayudar. Unas profesoras son más energéticas; otras, más débiles. Unas, más agradables; otras, más serias. No nos situemos frente a la profesora, como si estuviéramos en un campo de batalla, porque entonces haríamos imposible su tarea de enseñarnos. Y si por casualidad nos resulta antipática, procuraremos vencernos y tratarla con respeto. Es una persona que cumple una tarea difícil y que es superior a nosotras.
En cada centro de enseñanza hay determinadas costumbres de cortesía con relación a la profesora. Observaremos estas costumbres puntualmente; nos acostumbrarán a tratar con respeto a la gente que nos rodea. Si nos acostumbramos a levantarnos cada vez que entra en clase la profesora, a abrirle amablemente la puerta cuando va a salir ella, a cederle el paso delante de una puerta o escalera, se nos va metiendo dentro del alma la idea de que una persona superior en saber, cultura, en conducta y en jerarquía merece respeto y consideración.
No distraeremos a nuestras compañeras con cualquier juego mientras la profesora explica la lección. Ni me quedaré pensando en las musarañas. Porque es una falta de educación no escuchar a quien nos dedica con bondad y buena voluntad todo su esfuerzo.