Las entrevistas y la conversación. Conversar. Entrevistar
La entrevista no es un monólogo pero tampoco una conversación. Solo debe responder cuando se le pregunta
Hablar unos con otros: reglas que prescribe la urbanidad para las conversaciones
Aquella urbanidad
Los hombres que viven en el mundo, teniendo siempre asuntos en común, se ven obligados a conversar, a hablar unos con otros; por esto, una de las cosas sobre las cuales la cortesía prescribe más reglas es la conversación; quiere que los cristianos sean extremadamente discretos en sus palabras: es el consejo que les da Santiago en su epístola.
El mismo Sabio quiere que esta circunspección sea tan grande que, aunque sepa la estima que se hace en el mundo del oro y de la plata, quiere, sin embargo, que se prefiera el cuidado que se debe tener en las palabras, al amor que los hombres tienen naturalmente a conservar el oro y la plata, diciendo que se debe fundir el oro y la plata para hacer con ellos una balanza con que pesar sus palabras: con razón, sin duda; puesto que, como dice el mismo apóstol Santiago, puede asegurarse que un hombre es perfecto cuando no comete pecado, y al hablar, debe también persuadirse uno de que el que en sus palabras no comete falta contra la buena educación, sabe perfectamente bien cómo hay que vivir en mundo, y tiene una conducta exterior muy sensata y ordenada.
Esta circunspección que se debe tener en las palabras, pide que éstas vayan acompañadas de algunas condiciones, de lo cual se tratará en el artículo siguiente.
Condiciones que deben acompañar a las palabras según la cortesía
Quiere la cortesía que el cristiano nunca profiera una palabra que vaya contra la verdad o la sinceridad, que falte al respeto a Dios o a la caridad con el prójimo, que no sea necesaria o útil, y dicha con prudencia y discreción.
Estas son las condiciones que exige acompañen a todas nuestras palabras.