Regalos de boda y aquella urbanidad. Cómo era el protocolo de los regalos de boda

Hay que esforzarse por conocer las preferencias de los novios, pero casi siempre se desea causar una sorpresa y se sacrifica la satisfacción de los destinatarios a la propia

Arte de Saber Vivir - Prácticas Sociales. Ed. Prometeo.

 

Regalos boda aquella urbanidad. Una bonita caja de regalo en color dorado protocolo.org - FP Pro

Qué regalos se hacían a los recién casados y qué regalos se hacían entre ellos

Reglas de etiqueta y buenos modales para hacer y recibir regalos de boda

Como en cualquier otra época de la historia, antaño las modas también ejercía una fuerte influencia en los regalos de boda que se hacían a los novios. Veamos cómo era su protocolo y sus reglas de cortesía.

Los corbeilles que otras veces se usaban, consistentes en canastillos o cofrecitos preciosos con los encajes, joyas, telas y otros objetos de valor, no se estilan ya, y se contentan con comprar los regalos, encargando en el comercio que los lleven a la casa de la joven a quien se destinan.

Sobre el tema de los regalos de boda hay dos cosas que deben tenerse en cuenta:

- primera, dirigirse siempre a casas acreditadas y de lujo;

-  y segunda, enterarse de los gustos y deseos de la novia. Suele ocurrir que el novio no se fije bien en esto último, y sigue la inspiración de las personas de su familia, imponiendo así el gusto de éstas a la joven prometida.

Los regalos que deben hacerse dependen de la fortuna y de la generosidad de cada uno. Joyas, aretes, sortijas, brazaletes, collares, broches, etc.; los objetos que hacen parte del atavío, como abanico, bolso, frasco de sales, bombonera, espejo de bolsillo, etc. En seguida tienen la preferencia las pieles, que es más práctico regalar en pieza, para que la joven les pueda dar la forma que quiera, de acuerdo con las exigencias de la moda; pelerina, manguito o boa. Después entran las telas, encajes y objetos de casa.

En cuanto a la novia, es de buen gusto que regale un recuerdo a su prometido; una botonadura, un medallón para la cadena del reloj, una moneda antigua, o bien un bibelot de arte: bronce armas o libros.

Es regla elemental de cortesía que la futura esposa acepte todo lo que se le envíe con agrado, hasta los objetos que no le gusten, y así se le deja la facultad de cambiar algunos presentes, no la acepte o lo haga con sumo tacto, para no desagradar al donador. En este caso, tiene que alegar una razón muy fundada para que no se sospeche que no está satisfecha o que no es de su gusto.

"Entre los regalos de boda suelen predominar los regalos útiles y para la casa"

Así mismo, todo el que regala debe esforzarse por conocer las preferencias de la joven, pero casi siempre se desea causar una sorpresa y se sacrifica la satisfacción de la destinataria a la propia.

Deben preferirse las cosas útiles, como la plata, artículos de mesa, adornos de chimenea y bibelots de arte. El que regale necesita inspirarse en la idea de no buscar un objeto de valor superior a lo que se desee gastar.

Por ejemplo: si se dispone de doscientas pesetas, no debemos pensar en una cosa que debe valer el doble para ser aceptable.

Enviar los regalos de boda, ¿cuándo se envían?

Los regalos de boda se envían lo menos quince días antes del matrimonio, de modo que la novia pueda cambiar lo que desee y hacer la exposición de los objetos recibidos.

Sin embargo, no es de aconsejar esta exposición, porque obliga a sacrificios a los donantes y alguna vez despierta celos y rivalidades entre los miembros de una misma familia.

Cuando se dispone de gran casa, se destina uno de los salones a esta exposición; pero si es modesta la habitación, se verifica en el gabinete o en uno de los ángulos del salón. Se colocan, en este caso, todos los objetos de pequeñas dimensiones sobre una mesa, y los voluminosos, como muebles, trajes, etc., se agrupan con arte cerca de ella. La tarjeta del donador se coloca siempre sobre el regalo.

La canastilla o trousseau se expone también casi siempre, pero parece un alarde de orgullo y de vanidad. Que la novia abra sus armarios para que sus amigas vean la ropa que sus padres le dan, es muy natural; pero mostrar a los ojos de los extraños los misterios de la ropa interna, es violar los sentimientos del pudor.

Respecto a las piezas de que ha de componerse el trousseau, no puede darse una norma fija, dependiendo, como es natural, de los medios de que se disponga; pero no debe ser muy numerosos, teniendo en cuenta que las modas cambian y no gusta una elegante de que se le quede la ropa antigua.

Las telas de mucha duración y los adornos prácticos son pesados y poco artísticos; en cambio, los vaporosos y los delicados duran poco; de aquí que no se pueda aconsejar nada, pues mientras unas preferirán lo útil, otras gustarán de lo bello.

Para marcar la ropa hay varios sistemas. Unas veces se entrelazan las iniciales de los apellidos de los dos futuros; otras la del nombre de la joven con el apellido de su esposo; pero lo más general es adoptar una sola inicial como marca, para evitar confusiones; ésta es casi siempre la del nombre de la esposa.