Comunicación no verbal. Los gestos como fuerza para negociar. El poder de las formas y los gestos

La comunicación no verbal dice mucho de nuestro interlocutor. A veces se dice una cosa pero con los gestos se comunica otra

 

Gestos para negociar. Mujer de negocios. Hablar y gesticular foto base nastya_gepp - Pixabay

Hablar y gesticular: ¿por qué no siempre dicen lo mismo las palabras y los gestos?

La educación y las buenas maneras son muy importantes en una negociación; pero a veces nuestros gestos dicen lo contrario. La comunicación no verbal dice mucho de nuestro interlocutor. A veces se dice una cosa pero con los gestos se comunica otra. Hay que estar "coordinados" a la hora de hablar y gesticular.

La importancia de la comunicación no verbal en los negocios

El "proceso" de la comunicación no verbal juega un importante papel en cualquier ámbito social, pero mucho más en el mundo de los negocios, donde a veces un mal gesto puede dar al traste con un buen negocio.

- La confianza de nuestros interlocutores puede verse mermada o aumentada por nuestros gestos. Puede ser una persona con facilidad de palabra pero de gestos serios y poco afables. En cambio, puede ser menos expresivo verbalmente pero una sonrisa y un carácter simpático le pueden "ganar" muchos más adeptos.

- Moderación. Al igual que hablamos de la "incontinencia verbal", hay que ser comedido en el lenguaje, en los gestos también. No se puede gesticular de forma exagerada, creyendo que esta actitud le da mayor dinamismo a nuestra exposición.

- Mirar a los ojos. Hay que tratar de ser firmes y evitar esquivar la mirada de nuestros interlocutores (se reparte la mirada entre todos los presentes, no se fija en ninguno de ellos en particular, salvo que queramos hacer cierto hincapié en un determinado directivo o ejecutivo); esto puede dar la sensación de falta de honestidad, de engaño, de no estar exponiendo algo cierto. La mirada habla y muchas veces nos delata. La mirada nos dice el interés de nuestros oyentes por el tema, las partes que más les interesan de nuestra exposición, etc.

- Los gestos se pueden "interpretar", pero la mirada es difícil de disimular. La mirada es sincera y pocas veces nos engaña.

- No mostrar desagrado o disgusto con nuestra mirada por hechos concretos ya que el resto de interlocutores al pueden malinterpretar; por ejemplo, mirar de forma desafiante porque dos interlocutores están hablando entre ellos sin prestarle atención. Los otros oyentes puede que no lo estén viendo y le interpreten mal. Como hemos dicho siempre comportamiento positivos evitando todo tipo de actitudes negativas.

- Las miradas siempre deben hacerse al tercio superior del cuerpo. Nuestra se debe mirar por debajo de los hombros y mucho menos de arriba hacia abajo o a la inversa. Hay que comunicarse con la mirada no analizarse con la mirada.

- En cualquier tipo de exposición hay que tratar de no perder la mirada de nuestros oyentes demasiado tiempo (por ejemplo, se debe dar la espalda el menor tiempo posible). En algunos casos esta pérdida da lugar a que parezca que el exponemos un tema para nosotros solo, obviando la presencia de las demás personas.

- Tampoco acosar. La mirada puede desviarse a otros puntos que no sean nuestros interlocutores para "descansar" y "descargar". Hay que darles tiempo también a nuestros oyentes para que "relajen" su mirada y no se sientan siempre observados. Se puede utilizar un la misma proporción de miradas que de descansos.

Por ejemplo una reunión con 5 oyentes. Miramos al primero, al segundo, al tercero, al cuarto, al quinto, miramos a otro punto y empezamos el ciclo. Matemáticamente: 1/6 (primer oyente) + 1/6 (segundo oyente) + 1/6 (tercer oyente) + 1/6 (cuarto oyente) + 1/6 (quinto oyente) + 1/6 (descanso). Nosotros descansamos la última fracción de tiempo y los oyentes cinco fracciones de tiempo.

- El ceño no se frunce ni se arquean las cejas, dando sensación de extrañeza o desconfianza. La mejor arma en una negociación (y casi en cualquier ámbito social) es la sonrisa. Una sonrisa natural no forzada con los labios apretados.

- Sonreír no es falta de seriedad. Una cosa es la sonrisa y otra ser un gracioso que se ríe a carcajadas. Dice un refrán muy castellano "Se consigue más con una gota de miel que con un barril de hiel". Hay que darle luz a la cara con una sonrisa.

- La sonrisa predispone a nuestros interlocutores a nuestro favor. Mejora la comunicación, nos hace parecer más cercanos y asequibles. Un gesto serio nos hace parecer más distantes.

- Las piernas cuando estamos sentados dicen muchas cosas de nosotros. Abiertas de par en par, aparte de ser una postura chabacana, es intolerable en cualquier ocasión. Ligeramente cruzadas por los tobillos demuestran cierta impaciencia. Una pierna encima de la pantorrilla de otra, significa que estamos a la defensiva, con cierta expectación. Las piernas juntas, sin cruzar, dan sensación de desconfianza y de falsa humildad. Ligeramente despegadas, es una de las recomendables por dan un tono de afabilidad, de sentirse cómodo y de cierta confianza.

- Los brazos siempre sueltos, nunca cruzados. Los brazos cruzados dan una actitud defensiva, de mucha desconfianza. Tampoco se deben "soltar" los brazos del cuerpo, dejando que caigan como para echarse una siesta. Y mucho menos pasarlos por detrás de la cabeza con las manos entrelazadas. Siempre pegados al cuerpo con la manos sobre la mesa, o sobre nuestro regazo, si estamos en un sofá o sillón. Hay que procurar no apoyar los codos en la mesa. Mejor apoyar los antebrazos.

- Las manos, junto con la mirada, son otro de los puntos del cuerpo que más dicen sobre nosotros. No solo por sus gestos, sino por sus cuidados estéticos, incluso. A la hora de dar un apretón de manos, de señalar, de dar una palmada ... las manos, para muchos, dicen que son un libro abierto (hasta se adivina el futuro de uno por las manos).

- Las manos frotándose por las palmas aparentan impaciencia, deseo por empezar algo, estado de ánimo eufórico, deseo de conseguir algo.

- Las manos que se "enjabonan", las que se frotan una a la otra (como enjabonándose) indican desconfianza, susceptibilidad, un poco de escepticismo.

- Las manos entrelazadas por los dedos, indican tranquilidad, receptividad, estado de ánimo tranquilo, generalmente.

- Al dar la mano, salvo alguna enfermedad o motivos climatológicos, podemos saber algunas cosas: manos sudorosas, nerviosismo, intranquilidad; manos frías tranquilidad, sosiego; manos calientes, estado de ánimo tranquilo de normalidad. Manos que aprietan fuerte, dominio, seguridad. Mano que se da flojita, inseguridad, timidez. Mano que se apoya sobre la otra, afabilidad, confianza. En nuestro artículo sobre comunicación no verbal puede ampliar el este tema.

- Las manos que juegan con un clip, un bolígrafo, etcétera, denotan cierto grado de intranquilidad y nerviosismo. Si se meten en los bolsos (aparte de ser incorrecto) denotan desconfianza, distancia, timidez.

- La ropa, aunque no sea un gesto, también puede denotar el carácter de nuestros interlocutores (decimos puede, pues en muchos casos las grandes compañías son las que obligan o "recomiendan" el vestuario de sus trabajadores).

- La ropa depende del sector. Hay compañías como bancos, financieras, etc. que suelen ser de corte bastante clásico en su indumentaria. Y compañías más "modernas" que optan por vestuario informal, e incluso en algunos casos, vestuario demasiado sport, como algunas compañías de software, agencias de publicidad, etc.

- En caso de duda, optamos por un vestuario "neutro" ni clásico ni moderno, entre lo formal y lo sport. Se puede elegir una prenda de moda combinada con algo más clásico para suavizar el contraste. Ejemplo, una americana de corte moderno en hechura y color, con una camisa más clásica que armoniza el conjunto.

- Los complementos como hemos dicho siempre, pocos y de calidad. Tanto en hombres como en mujeres.

Todo lo que llevamos encima habla sobre nosotros. Quien no ha opinado sobre otra persona porque lleva una gruesa cadena de oro, porque lleva el reloj de una determinada manera, porque calza un determinado tipo de zapato. Todo lo que nos ponemos, refleja, en cierta medida, nuestra personalidad.