El fin de las reverencias palaciegas
Estamos a la espera de un gesto de modernidad por parte del rey don Felipe VI, como el que sería la prohibición en el protocolo de las audiencias y actos oficiales de las reverencias, genuflexiones, inclinaciones, taconazos y toda clase de esos saludos humillantes y ancestrales...
El fin de las reverencias palaciegas
Estamos a la espera de un gesto de modernidad por parte del rey don Felipe VI , como el que sería la prohibición en el protocolo de las audiencias y actos oficiales de las reverencias, genuflexiones, inclinaciones, taconazos y toda clase de esos saludos humillantes y ancestrales, impropios de una democracia y propios de pasados tiempos donde los ciudadanos eran vasallos que reconocían así un poder casi divino y no los dueños de su vida, destino, soberanía y gobierno, como en este tiempo lo es el pueblo español.
Los saludos formales y marciales están bien para el Ejército y su escalafón, pero no para la sociedad civil y democrática y, como tales, deben de ser desterrados del protocolo oficial. Por la misma y a la vez inversa razón que una plebeya, como es por su origen la reina Letizia , pueda hoy ser la esposa de un Rey. Pero no para que ahora -ella y su marido- sean objeto de estas reverencias y auto humillaciones variadas por más que no sean obligatorias, ¡faltaría más!
En su Proclamación el rey Felipe VI nos habló de una "Monarquía renovada para un tiempo nuevo". Pues empecemos por renovar el protocolo, que no asunto menor por más que en otras y destacadas monarquías como la de Inglaterra o Japón todavía sigan en vigor esas normas ancestrales que asombran a los turistas e integran un fastuoso protocolo imperial, ahora que ya no existen los imperios.
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Y sobre todo ahora que en España estamos atravesando una crisis económica, social y moral muy dolorosa en la que muchos de los españoles lo están pasando muy mal. Y no deberían verse ante la imagen y el pensar que desde los más altos despachos del poder se está favoreciendo a la infanta Cristina para que no se someta a la Justicia en su posible responsabilidad de corrupción, mientras en el palacio de la Zarzuela se mantiene un protocolo reverencial, y casi medieval en favor de su hermano el Rey.
Y ¿qué dice doña Letizia de todo esto? ¿Deberán arrodillarse o inclinarse ante ella sus amigas, cuando asistan a un concierto de Rock and Roll? Puede que a doña Letizia le cause un secreto placer ver hacer estas reverencias a aquellos cortesanos del rey Juan Carlos que la han denostado por sus orígenes plebeyos o por estar divorciada. Los que, desde que se anunció su noviazgo con el entonces Príncipe de Asturias, no han cesado de conspirar en su contra, como en su día lo hicieron con Eva Sannum.
Pero la nueva Reina debe ser impulsora de esta reforma y de otros protocolos de Palacio que sin llegar a las obligadas reverencias se han quedado obsoletas y fuera de lugar. Y sobre todo por lo que en el actual protocolo le toca a la mujer, que ha de doblar una de sus rodillas ante los monarcas, mientras que al varón solo debe de inclinar la cabeza, dos signos de vasallaje que tienen que ver con la humillación y están fuera de lugar en estos tiempos que corren.
Además no se puede estar aforado y encima recibir reverencias, a no ser que una cosa esté relacionada con la otra lo que acabaría siendo muy mal interpretado por el conjunto de la sociedad. Si todos, dice la Constitución somos iguales ante la ley, lo que no es cierto empezando por el Rey, al menos que lo seamos en reglas de la más elemental cortesía. A no ser que algunos necesiten de esos protocolos de reconocimiento y "adoración" para sentirse así más seguros y más altos en su posición.