"El protocolo no es ajeno al sentido común". Entrevista a don Javier Carnicer Domínguez

¿Si yo no tengo ni idea de protocolo y he de saludar al Rey, qué debo hacer? No es tan complicado como puede parecer en un principio

 

Entrevistas Protocolo. Entrevista a don Javier Carnicer Domínguez foto base HugoAtaide - Pixabay

El protocolo ante el Rey. Entrevista a don Javier Carnicer Domínguez

Es jefe del gabinete de Presidencia de las Cortes de Aragón y profesor de protocolo y ceremonial, en los cursos de especialidad de varias universidades españolas.

¿Si yo no tengo ni idea de protocolo y he de saludar al Rey, qué debo hacer?

El protocolo no es nada ajeno al sentido común, es casi una información arraigada en nuestra conciencia cultural. Si el Rey te saluda, tú le saludas y podrías responderle con un "encantado, señor".

¿El rey trata a todo el mundo de tú?

Sí, es una costumbre de los Borbones. Yo lo entiendo como un gesto de cercanía.

¿Y nadie puede tutearle?

Nadie debe. Incluso su familia cercana respeta el tratamiento en los ámbitos públicos; pongamos madre e hijo, primero se saludan como familia, con dos besos, y luego como institución.

¿Qué significado tienen la parte izquierda y derecha en el protocolo?

En primer lugar hay que saber que pertenecemos a la cultura judeocristiana: a la derecha del Padre. Y eso se ha transmitido al protocolo. La primera autoridad se ubicará en el centro, las siguientes a derecha e izquierda alternativamente.

¿El protocolo se creó para no reñir?

Por supuesto. Si el protocolo sirve para estropear los actos es mejor que nos vayamos. El protocolo da traslado de la estructura de poder a la sociedad.

¿Es lo mismo protocolo que ceremonial?

No, el protocolo se ocupa de ordenar a los asistentes en un acto. Y el ceremonial se ocupará de colocarlos en el espacio de acuerdo a la naturaleza del acto y a lo que el acto quiere comunicar; no es lo mismo presentar un libro que entregar unas distinciones, aunque participen las mismas personas.

Necesitarán la enciclopedia Espasa para reglarlo todo.

Tantos matices según los distintos actos. Hay mucha normativa escrita y muchos tratados, pero al final el protocolo acaba siendo un oficio como otro cualquiera.