La cortesía ayuda a las relaciones personales y a vivir un poco mejor.
Educado, cortés y formal. Jorge Daniel Salvati es el arquetipo del experto en buenos modales.
Entrevista a Jorge Daniel Salvati.
El experto argentino participa hasta mañana en el I Congreso Europeo de Protocolo que se celebra en el Palacio Europa.
Educado, cortés y formal. Jorge Daniel Salvati es el arquetipo del experto en buenos modales. Así lo demostró ayer en Vitoria, donde asiste al I Congreso Europeo de Protocolo, que se desarrolla hasta mañana en el Europa. Presidente de la Organización Internacional de Ceremonial y Protocolo y de la asociación de profesionales de ceremonial de la República Argentina, Salvati asegura que la regla de oro, no sólo de su trabajo, sino de todas las relaciones humanas, es el respeto.
Acabo de saludar al alcalde con un 'hola, qué tal'. ¿He hecho bien?
Evidentemente, a las autoridades uno les guarda un debido respeto. Pero vivimos en una época en la que se vive todo de modo menos estructurado y se acepta a veces un saludo más informal. Lo bueno del protocolo es que nos muestra que las cosas no son rígidas, que tienen que desarrollarse en el contexto de cada momento.
Un colega de profesión lo definió como «la cara dulce de las situaciones difíciles». ¿Está de acuerdo?
Y muy de acuerdo. El protocolo siempre logra un clima apropiado para una negociación, acerca posiciones y hace posible un camino.
¿Cómo?
Identificando la idiosincrasia y la realidad de los que participan, dándole a cada participante lo que le corresponde y lo que se merece. No se trata de imponer, sino de acomodar para que todo fluya con facilidad.
¿Cuál es la regla de oro?
Hay muchas, pero una muy importante es trabajar con respeto hacia el otro, sin perder de vista la propia identidad.
¿Se han perdido las buenas formas?
En el apuro en que hoy se vive, parece que la cortesía queda olvidada. Pero el trato cuidado y la cortesía ayudan a las relaciones personales. Una sonrisa, conocer la cultura del otro y respetarla o tener en cuenta normas de cortesía facilitan el trato humano. Más allá de la premura con que hoy se vive, volver a la cortesía ayuda a vivir un poco mejor.
Vayamos a un acto oficial, ¿cómo debo comportarme?
Donde fueres, haz lo que vieres. Hay que ver cómo se porta la gente, saber las reglas habituales de cada lugar, ver en qué ambiente me voy a desenvolver y qué esperan de mí para no agraviar. No se trata de que yo soy así y hago esto siempre, no soy el ombligo del mundo.
El respeto como la clave de todo.
Es la norma básica.
Rompa el protocolo. ¿Recuerda alguna situación comprometida?
Con un ministro de temperamento fuerte. Se celebraba un acto al aire libre y la climatología era mala. En su intransigencia dijo que se haría allí, pese a que había un plan alternativo. No hubo forma de convencerle de que era mejor cambiar y salvar el acto. Fue un sacrificio.
Asegura que un buen protocolo ayuda a vender una imagen óptima al público.
Claro, porque trabaja interrelacionando marketing, relaciones públicas y comunicación y ayuda a presentar la imagen que interesa, consolidarla y mantenerla limpia.