Carta a un amigo relatando las ventajas de su oficio.

Carta y su correspondiente contestación de un aprendiz de oficio a un amigo contándole sus ventajas.

Novísimo manual epistolar o colección completa de cartas familiares y de comercio.

 

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Carta a un amigo relatando las ventajas de su oficio.

Sr. José R.

San Juan.

Albuera 20 de nero de 185..

Mi estimado Pepe:

No cesaré de dar gracias a Dios porque ha escuchado mis plegarias, y atiende lo que voy a decirte: si no fueses la persona más querida que tengo en este mundo después de mis padres, y no haber empeñado mi palabra contigo en mi última, ningún esfuerzo hubiera empleado para el dichoso hallazgo del hilo que se me extravió el día 15 de este mismo mes, pero en fin, ya he dado con él y manos ala obra; primero morir que faltar a mi palabra.

Te dije, y no por la parte que en ellos me toca, que aquí se representan sainetes muy graciosos, y ahora te digo que nunca faltan personajes que voluntariamente o bien quieras no quieras, se presentan a esas escenas. Si yo hubiese estudiado gramática o retórica con el Sr. Diego, me esforzaría en hacerte el argumento de esos sainetes para que empezases a estudiarlos y los representaríamos por San Juan, pues que ya tengo permiso de mi amo para visitaros en aquella época; mas como ya sabes que no entiendo de gramáticas ni menos de retóricas, prescindiré de aquello, indicándote solamente las personas que podrian servir para representar una pieza que de preciso sería muy aplaudida por nuestros compañeros.

A mi me tienes desempeñando tres o cuatro papeles a la vez, porque has de saber que a mi ama, que se llama señora Teresa, le ha dado la ocurrencia de regalarnos un muchacho muy grueso, así es que debo pasearlo todo el día, mientras con la mano que me deja libre sacudo el polvo de la ropa o descoso una costura mal acabada yatiendo a las ordenes que me dan todos los mancebos de la tienda que tienen un genio muy festivo, sobre todo Periquín, que sabe unos romances de lo lindo y canta unas canciones muy chulas con la Pepa que también trabaja con nosotros; pero cuando esta tienda se presenta más animada es sobre el medio día, hora en que comparecen los parroquianos. El chico llora, Periquín y Pepa suspenden el canto para hablar no sé de qué cosas, que nunca he comprendido, mientras que los demás dependientes continúan las canciones de éstos, como si les coviniese que haya buena algazara. Cuando más animados parece que están en su gesticulada conversación, los parroquianos regañan a mi pobre amo porque las prendas no son de su gusto, y así es que esta casa parece una Babilonia.

Aquí se vive, Pepe, no hay mejor medicina para los jóvenes que desean despavilarse.

Por la

Por la Virgen Santísima que ya se me olvidaba decirte la principal de las ventajas de mi oficio. Hay la costumbre entre los sastres de mandar a sus paroquianos las prendas de ropa por los aprendices que no pueden menos de bendecir esta práctica, porque según sea el valor de aquéllas remuneran nuestros pasos y fatigas, así es que nunca me faltan algunos cuartitos para avellanas, piñones y nueces, y confío con el tiempo llegar a ser propietario. Hoy me he comprado...

¡Por Barrabás!... este amo siempre gruñe...

Ya voy al momento.

Adiós Pepe, expresiones...

Miguel N.

Contestación.

Sr. Miguel N.

Albuera.

Parroquia de San Juan 3 de febrero de 185..

Sí, querido Miguel:

Estoy sumamente contento de que a pesar que vivés en una población civilizada no te hayas olvidado de tu antiguo amigo que te echa de menos en todas horas menos en la del almuerzo y la de la merienda, porque tus dientes son tan bien afilados y espeditos como tu apetito difícil de satisfacer. No se borrará de mi memoria la tarde que fuimos a la noria de los almendros, ni la pelea que se movió entre los dos mientras nos disputábamos a quien pertenecía la manzana que nos regaló la doncella después de la representación del sainete del Payo; ya sé que todavía estás en que tú merecías la recompensa, pero te equivocas muy bien porque yo era el que desempeñaba el papel principal, y a los primeros papeles cabe toda la gloria en la buena representación de las comedias. Pregúntalo a los comediantes de esa, y verás como en materia de sainetes yo me llevo la palma.

Si no temiera la de nuestro Redentor te echaría mi maldición pues que la tienes bien merecida por el descaro con que maldices el azadón y el arado, y por las herejías que dices en tus dos cartas alabando el oficiode tijera. ¿Como te atreves a elogiar la algazara que metéis en vuestra tienda? ¿has descuidado los preceptos del cura de esta Parroquia? Temo, mi buen Miguel, que si sigues civilizándote de esta manera, los diablos se te llevarán; yo desde que estás fuera de aquí no tengo otro compañero que mi jaco con el que vivo amistosamente. ¡Ay! si le vieras qué hermoso se ha puesto; ha tomado un aire, creo que se llama marcial, como los de aquellos soldados de caballería que pasaron el año pasado; se ha vuelto muy obediente y gracioso; apenas me ve hace unas evoluciones con las orejas que me dejan embaucado y me mira con tanta ternura que yo creo que es el ser que más me quiere; si vienes por San Juan le verás estrenar una manta que me ha regalado mi padre porque digo la doctrina cristiana como un papagayo.

Ahora me despediría de ti, pero como en los sainetes no había ningún paso triste como este, no sé hacerlo, y te ruego me disimules esta falta de urbanidad.

José R.

P.D. Sobre todo te encarezco que no pierdas otra vez el hilo, porque el maestro te regañaría con muchísima razón.