Carta de un aprendiz a un amigo recomendándole a un compañero.
Carta de un aprendiz a un amigo suyo, recomendándole un compañero que viaja y malgasta su dinero.
Carta de un aprendiz a un amigo recomendándole a un compañero.
Sr. Fabián Santafé.
Albacete.
Murcia 19 de agosto de 185..
Estimado Fabián:
Ya conoces a nuestro común amigo José; es imposible sujetarle quince días en una misma población; su genio es demasiado vivo e inquieto para contentarse con ver los mismos objetos, tratar las mismas personas y respirar un aire siempre igual; yo repetidas veces he dicho que está azogado, pues que nadie es capaz de asentarle en un puesto fijo a no valerse de medios coactivos que no es del caso emplear.
Sea lo que fuere, a mí me ha dicho que estábamos en la estación de la calma, y que su maestro le ha indicado que ya no se presentaban los parroquianos con nuevos cortes de chalecos, pantalones etc., que seria muy conveniente que empezase a correr el mundo y proporcionarse ocupación por su diligencia propia. Yo a decirte la verdad, nada creo de cuanto me ha relatado José, porque conozco a su maestro sujeto muy considerado, y apostaría una merienda que es incapaz de ponerlo en un caso de aflicción, como lo sería para un aprendiz de genio corto y poco emprendedor plantarle de buenas a primeras a la calle; mas lo cierto es que viene a esa capital y solo con el objeto de hacer un viaje por España (son sus palabras) a malgastar los 5000 rs. que le cupieron en suerte de la rifa que se celebró en esta ciudad el mes pasado.
Ahora bien, el objeto de esta carta es poner en tu conocimiento la determinación de nuestro amigo a fin de que con tus buenos y francos consejos le manifiestes la inoportunidad de su viaje, cuánto mejor le hubiera valido el colocar sus 5000 rs. en la caja de ahorros o en otro establecimiento de esta clase, y al propio tiempo le indiques lo poco que puede esperar de su oficio si se entrega a una vida agitada y aventurera; porque, créeme amigo Fabián, me voy convenciendo cada día que la inexperiencia nos conduce y que debemos vivir sumamente prevenidos contra toda clase de seducciones que nos desvíen de la senda de los jóvenes bien educados y apreciadores del trabajo.
Cumple pues con el encargo que me tomo la libertad de hacerte y esperémoslo todo de la Providencia si procedemos como hasta aquí con honradez y aplicación.
Pedro Naval y Castaño.