Contestación de un hijo a la carta consiliatoria de su padre.
Un hijo agradece a su padre los consejos recibidos y le confirma que los seguirá tal y como los relata en su carta.
Contestación de un hijo a la carta consiliatoria de su padre.
Mi venerado Padre y muy señor mío: las bondades de Vd. exceden mucho a lo que me merezco. He cobrado ya la letra que se ha servido Vd. remitirme, y aun no se me había acabado el dinero que traje cuando vine de casa. Nada me hace falta para mi decencia, y Vd. satisface al patrón mi comida y el cuarto; por consiguiente, apenas tengo necesidad de gastar un ochavo. Unicamente doy algunas pesetillas a mi compañero Francisco, porque el pobre padece más escaseces que las que merecen su aplicación y buena conducta. Y aun esto lo hago porque sé que Vd. se complace en que yo haga algún bien. ¡Ah!, si yo fuera muy rico; en nada gastaría más que en socorrer los verdaderamente necesitados.
¿Querrá Vd. creer, mi amado padre, que toda esta noche he soñado con el cadetito discípulo de Vd? ¡Qué envidia le tengo! ¿Y porqué no he de hacer yo otro tanto? Mi memoria no es inferior a la de mis condiscípulos, pues ninguno en la clase a decorar más, en igual tiempo, me gana. No dude Vd. padre mío, que lo imitaré, y aun procuraré excederle si es posible.
Con este cuidado, y con la agitación del sueño del cadetito, he despertado dos horas antes de lo acostumbrado, y las he aprovechado bien; haré lo mismo todos los días; propongo no estar ocioso un momento, y de este modo espero ver logrados mis deseos, satisfechos los de Vd. y continuaré siembre hacia la felicidad que Vd. me anuncia y apetece; consiguiendo al mismo tiempo hacerme más digno del paternal amor con que Vd. me favorece, y a que con la mayor ternura corresponde su más humilde y reverente hijo,
Fecha.
Q.S.M.B.
Rafael de N.