La forma interior y exterior de las cartas.
Por regla general y segura, a cada persona debe dársele el tratamiento que la práctica o las leyes tienen establecido.
La forma interior de una carta comprende los títulos y cualidades de las personas; las frases más o menos oficiosas de que se debe usar; el modo mas o menos respetuoso con que debe estar redactado el principio y cuerpo de la carta; los términos más o menos modestos que deben emplearse para la suscrición y dirección de la misma.
La forma exterior hace relación a las dimensiones del papel, y al hueco que deba dejarse bien al principio, ya al fin de la carta, entre el último renglón y la firma; al modo de plegar el papel y a la elección y aplicación del sello.
Si se escribe al Papa se pondrá en la parte superior de la carta:
Santo Padre o Santísimo Padre.
A un Cardenal: Monseñor; Vuestra Eminencia.
A un monarca: Señor o Vuestra Majestad.
A un príncipe: Vuestra Alteza.
A un ministro de la corona a a su embajador:
A Vuestra Excelencia, o Señor Ministro Embajador.
Por regla general y segura, a cada persona debe dársele el tratamiento que la práctica o las leyes tienen establecido.
Descendamos a algunos detalles de otro género.
Hay personas que suelen principiar sus cartas: "He recibido la vuestra de ... del corriente" lo que, si bien es tolerable entre comerciantes y hombres de negocios, no se puede admitir entre el resto de las personas.
Pondremos aquí algunas de las fórmulas generalmente adoptadas para que puedan servir de modelo:
"He tenido el honor de recibir vuestra carta; o he recibido la carta que habéis tenido la bondad de escribirme"; y mas familiarmente: "Gracias por vuestra amable carta; he tenido la mayor satisfacción en recibir vuestra grata carta."
En cuanto a la suscrición o firma, se acostumbra generalmente cuando se trata de personas de respeto y categoría emplear una fórmula parecida a la siguiente: "Soy con el más profundo respeto, o con la más completa adhesión, etc." y cuando las personas a quien se dirige tienen el titulo de majestad, alteza, etc. se debe añadir: "Soy de vuestra majestad, de vuestra alteza, etc."
Otra clase de fórmulas están también en uso para la conclusión de las cartas, de las que daremos una muestra: "Aceptad, caballero, las seguridades de la perfecta consideración con la cual tengo el honor der ser, etc."; "dignaos aceptar los testimonios de la más distinguida consideración, etc."; "dignaos admitir, señora, el fiel tributo de mis respetuosos homenajes, etc."
La fecha de las cartas puede ponerse al principio cuando se escribe a un igual, mas debe ponerse siempre al fin cuando se trata de un superior para que el título con que comienza la carta esté perfectamente aislado. En las cartas de asuntos o de comercio, por el contrario es preciso poner la fecha en la parte superior para que se vea desde luego.
La fecha es en muchas ocasiones muy necesaria para la inteligencia de algunos puntos de una carta, por lo cual, cuando se trata de asuntos delicados en que el tiempo entra por mucho, es muy recomendable la práctica de señalar la hora en que se cierra la carta.
Toda carta a un superior debe cerrarse dentro de un sobre, y sellarla con lacre de buena calidad. Los hombres usan generalmente el lacre encarnado; las señoras se sirven bien del dorado, o del rosa, blanco, o gris. Unos y otras emplean el negro cuando están de luto.
Los sobres generalmente adoptados, son o bien grandes y cuadrados para las cartas de ceremonia, medianos para las cartas de negocios, estrechos y largos para las cartas elegantes, y de más reducidas dimensiones aún para los billetes y tarjetas.
En cuanto al sello que se estampa sobre el lacre que cierra la carta, las personas que tienen escudo de armas, usan de este distintivo, y los que no se encuentran en este caso emplean generalmente las cifras de su nombre y apellido.
Una carta de recomendación, no debe ir cerrada a menos de leérsela antes al portador o interesado, y cerrarla sin esta previsión sería un proceder muy impolítico.
Excusado nos parece indicar que respecto a la dirección de las cartas se debe procurar que en manera alguna puedan extraviarse, para lo que se deben adoptar las medidas que la prudencia y buen sentido aconsejan.
Si la persona a quien se escribe tiene parientes que lleven el mismo nombre y apellido y aún cuando esta circunstancia no concurra, bueno será, sobre todo tratándose de una población de primero o segundo orden, poner en el sobre las señas de la casa, cuarto y calle, y también si tiene alguna profesión, título etc. se puede hacer mención de dicha circunstancia para mayor seguridad.