Deberes de la buena educación. Las reuniones y los 'soirées'.
Las "soirées" que tienen lugar principalmente en invierno, son ordinarias, o extraordinarias.
Los detalles que hemos dado de las exigencias de la buena educación acerca del traje de las visitas, y de la conversación, nos dispensarán de entrar en nuevos detalles de las prescripciones de la urbanidad en las reuniones y sociedades; mas no obstante, tenemos algunas cosas útiles que advertir.
Las "soirées" que tienen lugar principalmente en invierno, son ordinarias, o extraordinarias. Por lo regular, las personas de muchas relaciones adoptan un día a la semana para recibir y entonces, al principio de la estación, invitan verbalmente o por medio de billete una vez por todas, sin ser necesaria mas invitación. Para una sociedad extraordinaria llamada generalmente "raut" o "raout", se necesita una invitación especial.
Las señoras tienen el mayor interés en conocer exactamente, cual es el traje convenido para las "soirées", pues nada hay más desagradable que llevar un traje en contradicción con el de la mayoría, corriéndose asi el riesgo de incurrir en uno de dos defectos, o bien el de parecer demasiado exagerado en su adorno, o bien demasiado negligente. La señora de la casa tendrá la bondad de advertirlo con anticipación.
Asi como es prudente seguir una línea intermedia en materia de adorno, igualmente es oportuno guardar el mismo medio respecto a no llegar a las "soirées", ni las primeras, ni las últimas, para evitar el riesgo de hacerse importunas, o de parecer desdeñosas.
Nos parecen muy razonables los siguientes amables consejos que Madame Bradi da acerca de las "soirées" a las jóvenes.
"Vuestro primer cuidado al entrar en un salón, debe ser persuadiros que no encontráis alli mas que iguales, y caso que cayeseis en la tentación de quereros distinguir, debéis figuraros que todos los demás os son superiores. Son muy dignos de recomendación en estas circunstancias, un aire modesto y reservado, una postura tranquila, un sonido de voz agradable y una completa gracia."
La amable y sabia Madame Bradi comprende muy bien que la vanidad obra sobre las gracias como sobre las virtudes, y que sino las destruye al menos las hace vacilar. Continúa recomendando a sus educandas el saludar desde luego al entrar en el salón dirigiéndose enseguida a la señora de la casa, pasando luego a las señoras que conozca. Les advierte también como deben hacer una reverencia o ligera inflexión de cabeza a la señora cerca de la cual se sientan, no hablando con sus vecinas desconocidas , sin asegurarse antes de su benevolencia por algunas miradas u otro medio, permaneciendo dignamente tranquilas si la mala suerte les hace ocupar un puesto cerca de personas mal educadas.
Este consejo, es muy llevadero y practicable, en tanto que la señora de la casa recorre de tiempo en tiempo el círculo de las señoras dirigiendoles oportunas palabras, notando de paso las que se encuentren silenciosas e inventando algún pretexto para deshacer cualquiera mala combinación que pudiera tener lugar. Además el movimiento de las personas que llegan a cada paso, el establecimiento de las mesas de juego, y la distribución del té, cambian recientemente la posición de los asistentes.
Estos consejos pueden dirigirse a todo el mundo, pero hacen menos relación a los hombres que en las pequeñas reuniones abordan y dejan sin cesar a todas las personas que conocen y que en las grandes "soirées", permanecen ordinariamente agrupados, sentándose rara vez, y les diremos de paso que no deben apoyarse sobre el brazo o respaldo del sillón donde esté sentada una señora, aunque está admitido estando de pie inclinarse apoyándose sobre el respaldo de la butaca para hablar con las señoras, las que a su vez vuelven la cabeza hacia el lado del interlocutor. Es sabido que la conversación general apenas se da en las "soirées" dividiéndose éstas en muchos círculos particulares.