¡Por qué no te callas! Etiqueta y emociones.

En realidad, todas las emociones requieren de un manejo adecuado, respetuoso, como parte de las reglas de comportamiento social y básico para las buenas costumbres”.

 

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Muchas veces las emociones nos juegan una mala pasada. Los ataques de ira, de llanto o de timidez pueden entorpecer la vida de relación. La clave del autocontrol está en pensar en positivo.

El famoso enojo del rey Juan Carlos de España contra el presidente de Venezuela Hugo Chávez durante la cumbre de Iberoamérica de Chile puso al descubierto que las emociones traicionan a cualquiera, hasta a los más encumbrados. El "¡Por qué no te callas!" que recorrió el mundo es una muestra de que los desbordes emocionales ocurren en los momentos menos indicados. Algo similar sucede con las lágrimas en público y con los ataques de timidez, que encienden las mejillas y traban la lengua.

"En la Antigüedad, un desborde emotivo de parte de un rey hacia otro Estado podía significar la declaración de la guerra", advierte la experta en Relaciones Públicas y Ceremonial Patricia Ibazeta de Posse. "En este caso, la expresión de hacer callar al presidente de Venezuela tendría que haber partido de su par español. Por eso es que el rey después se arrepintió y vinieron las disculpas públicas", explicó la especialista.

Sin llegar al plano de la nobleza, en la vida social, la ira debe ser controlada públicamente. "Aun en el caso de que un jefe esté muy enojado con un empleado que cometió una falta, debe llamarlo individualmente y en privado para hacerle notar que ha obrado mal".

En realidad, todas las emociones requieren de un manejo adecuado, respetuoso, como parte de las reglas de comportamiento social y básico para las buenas costumbres", advierte la experta, miembro correspondiente de la Academia Argentina de Ceremonial.

Las emociones influyen en la manera de pensar y de relacionarse y son vitales para tomar decisiones o generar hábitos y conductas. Etimológicamente, "emotio" significa "algo que mueve". Las emociones se reflejan en el cuerpo, pero pueden afectar la vida social o laboral cuando se canalizan negativamente.

"El corazón tiene razones que la razón no comprende", decía Blaise Pascal. La frase es ilustrativa para demostrar lo desconectada que suele encontrarse la emoción de la razón. Justamente, un equilibrio entre ambas es sinónimo de salud mental. El conocido periodista científico Daniel Goleman señala en su libro sobre la Inteligencia Emocional, que un alto coeficiente intelectual no garantiza éxito en la vida. Personas menos inteligentes, pero con un mejor manejo de las emociones suelen tener un mejor desempeño en todos los ámbitos.

"Las habilidades emocionales se aprenden y por tanto pueden modificarse. Son susceptibles de mejora siempre y cuando practiquemos y no nos limitemos a hacer una mera reflexión teórica y pasiva", comenta la psicóloga Natalia Ramos. "Con sólo pensar que cada situación es un ejercicio en lugar de un problema, se activa una parte del cerebro que ayuda a resolver creativamente la situación", explica la especialista.

Cuando una persona tiene bronca, se enfrenta a algo que no puede manejar, siente impotencia y, a veces, explota. Para evitar esta situación conviene racionalizar el motivo, analizar el desencadenante (porque en la mayoría de los casos el origen está en un hecho del pasado) y hacerse responsable del sentimiento de bronca. Ser capaz de vislumbrar las consecuencias, tratar de calmarse y retomar el diálogo es, según la psicóloga, la mejor vía para no dejar escapar las emociones de las cuales uno se puede arrepentir.

A veces, las lágrimas afloran sin permiso.

Se dice que el llanto es la medicina del espíritu, porque alivia tensiones, serena y relaja los sentimientos cuando desbordan el alma. El problema aparece cuando las lágrimas se presentan en el momento menos adecuado, generalmente en público o en el trabajo. Martina Lagangue, representante de Relaciones Públicas, reconoce que la oficina es el peor lugar para llorar. Sin embargo sostiene que sus efectos no siempre son negativos.

"Muchas veces sirven para demostrar fehacientemente lo que no se puede decir con palabras (siempre que se trate de una mujer). Pero hay que tener en cuenta que ofrecen una imagen poco profesional", señala.