Lo que se debe observar estando en la mesa.

En la mesa se han de observar una infinidad de circunstancias sin las cuales parecerá cualquiera incivil, groseo y malcriado.

Reglas de la buena crianza civil y cristiana.

 

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En ninguna parte se descubre más la educación que en la mesa, y parece que para ninguna cosa sea más necesaria.; allí se ven al natural las propiedades del entendimiento, y las costumbres mismas; las faltas que en ella cometerá el que tuviere mala crianza, siempre serán groseras, y la grosería en la mesa es fastidiosa rusticidad.

Que infinidad de reglas se han de observar. Que de incongruencias se han de temer. Sobrada precipitación a sentarse; la elección de un puesto que no conviene; una ostentación de apetito pueril; unos ojos ávidos y errantes con demasía sobre los manjares; un aire goloso; unas manos siempre en ejercicio y en movimiento; los dedos de continuo mojados, y poca limpieza siempre reparable; no solamente son groserías, sino gula y rusticidad.

En la mesa se han de observar una infinidad de circunstancias sin las cuales parecerá cualquiera incivil, groseo y malcriado.

No sentarse jamás cubierta la cabeza; saber cubrirse y descubrirse cuando conviene; el uso corrientemente admitido ahora es estar descubierto en la mesa; comer con limpieza; hablar ingeniosamente y con discreción; estar siempre modesto, respetuoso, decente y reservado sobre sí.

Que menudencias prescriben las reglas de cortesía que se deben observar. Cuando te sirven, cuando bebes, cuando comes, cuando llega una persona de distinción, cuando otra se retira, en todas estas cosas hay ciertas obligaciones que guardar, y ciertas civilidades y cumplimientos.

Cuando estás sentado en la mesa, es muy indecente tener las manos o los brazos recostados sobre ella. También es gran grosería dar con el codo a los que tengas a los lados; y no lo es menos alargarte remiso y negligentemente sobre tu silla, rascarte, mover los pies y volver la cabeza de una a otra parte sin necesidad.

Es rusticidad ofensiva el toser, escupir y mocarse en la mesa; si no pudieres excusarlo, has de cubrirte la cara con la servilleta, sobre todo cuando te mocares; y siempre has de evitar el hacer ruido durante la comida y saliendo de la mesa.

Es notable descortesía desplegar la servilleta y poner la mano a los platos, antes que la persona de más consideración, que hubiere en la mesa, haya comenzado.

Es insufrible indecencia volver los ojos de una a otra parte, o fijarlos sobre las personas o sobre las viandas que tiene delante.

En los lugares que fueren costumbre conversar durante la comida, ten cuidado a no hablar jamás con la boca llena; pon particular atención en hablar poco y con discreción; en no mostrar movimiento alguno de enojo contra nadie, ni aún contra sus domésticos, en presencia de los convidados; porque con estos excesos les manifestarías más presto pesadumbre y desagrado, que gusto y complacencia en agasajarles.

Si no tienes autoridad en la casa donde fueres convidado a comer, guárdate de cortar y servir las viandas, a menos que el dueño te lo suplique o la familiaridad de los asistentes te lo permita.

Come pausadamente; no pongas un bocado en la boca que no hayas tragado el otro; y no lo tomes tan grande que la llene con indecencia.

No inclines el cuerpo sobre las viandas; bájate solamente un poquito, cuando diriges a la boca cosas líquidas, y enderézate luego, teniendo particular cuidado a no derramar cosa alguna sobre tí, ni sobre los manteles.

Es acreditarse goloso y glotón el manifestar inclinación particular a los manjares delicados, ya sea por acción, escogiendo los mejores, y alargando la mano a los platos más distantes, o ya sea con palabras, hablando sobre este asunto sin necesidad, o haciendo escrúpulos y melindres en el beber y el comer.

Es flaqueza muy indecente el decir con voz alta: "No como de esto, no como de aquello"; se ha de tomar cortesmente todo lo que se da, y dejarlo sobre el plato esperando que los criados se lo lleven.

No llenes con demasía la cuchara cada vez que la encaminas a la boca, ni rasques con ruido el fondo del plato, ni tampoco el tuyo, porque estos golpes descubren, como señal segura, tu golosina a los que sin esto tal vez no lo advirtieran.

Pide la cortesía, que pongas en la boca los manjares con una sola mano, que ha de ser por ordinario la derecha, y sería cosa indecente e incivil, poner también a la boca el cuchillo.

No has de llevar a la boca los huesos para sober el tuétano, ni roerlos para limpiarlos de la carne; sino que con el cuchillo la cortarás en el plato y comerás después con el tenedor.

No hagas ruido mascando, bebiendo o respirando después de haber bebido. No rompas los huesos de la carne, ni de la fruta con los dientes, ni con el cuchillo.

Es cosa indecente tocar la carne con las manos, cuando tengas tenedor, y mucho más aún, manejar el pan con los dedos sucios, y lamerlos particularmente con ruido; enjúgalos con la servilleta.

No soples en el potaje ni a las viandas para enfriarlas. No pongas en el plato común ni pan, ni carne que hayas mordido. No mezcles guisados distintos en tu plato, y no presentes a los otros lo que ya hubieres comenzado a gustar.

Pon en el borde de tu plato los huesos, las espinas, las cortezas y huesos de las frutas; éstos los has de recibir de la boca con la mano. Las otras cosas que no pudieres tragar después de haberlas masticado, échalas con la mano sin que lo reparen los convidados, o escúpelas con modestia si fueren líquidas.

No pongas manteca sobre el pan entero, sino sobre pequeños pedazos. No cortes tu pan apoyado sobre el plato ni sobre los manteles, que parece mal. No comas la corteza del pan, dejando la miga, que no es de gente de buena crianza.

También es indecente derramar la salsa de los platos en la cuchara para sacar de ellos hasta la última gota; y sería así mismo señal de gran golosina el limpiarlos con el pan; es menester pues dejar que reste algo en ellos.

No pidas de beber antes que el más calificado de la mesa haya bebido; y cuando se te diere, recíbelo siempre de la parte del menos digno, si estuvieres entre dos que sean desiguales en dignidad.

No llenes tanto el vaso que se derrame o pueda derramar, ni eches más de lo que pudieres beber de una vez, si el uso no te permite guardar el vaso junto a tí con lo que haya quedado. Nunca bebas hasta que no hayas acabado de tragar el bocado; en bebiendo, no levantes los ojos y no te olvides de enjugar los labios, antes y después de beber.

Es descortesía pedir de beber con voz alta; se ha de pedir con tono bajo o bien cuando comieres en casa de personas de distinción, lo has de dar a entender a los criados con alguna señal. En casa de amigos ya puedes usar con más libertad, pero sin ser descortés.

Dejate de comer cuando los otros hayan acabado; y aún has de procurar prevenirles si son de mayor dignidad que tu.

No enjugues con la servilleta, ni la cara, ni la nariz, ni el plato; es cosa incivil limpiar los dientes y enjugar la boca en la mesa, y aún después de haber comido, en presencia de los demás.

En la mesa de los grandes señores has de estar siempre descubierto, las manos limpias, cortadas las uñas, con vestido decente, ropa blanca y limpia, bien peinada la peluca; y por último quiere la cortesía que no te levantes de la mesa antes que los otros; no bebas a su salud, ni a la de los demás, aunque ellos te hayan hecho esta honra, ni alargues la mano al plato del cual están tomando.