Comentario sobre "La urbanidad en las maneras de los niños". VII.

Comentario de Julia Valera sobre la obra de Erasmo de Rotterdam "De la urbanidad en las maneras de los niños" -De civilitate morum puerilium-.

Erasmo de Rotterdam. 1537. De la urbanidad en las maneras de los niños. De civilitate morum puerilium

 

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Richard Sennet señala cómo el cuerpo, en tanto que maniquí, y el lenguaje, en tanto que signo, satisfacen las exigencias de diversidad propias de la sociedad del siglo XVIII, al tiempo que contribuyen a definir el significado de lo público en relación a lo privado. Como dirá el conde de Chesterfield -otro de los autores de un libro de urbanidad que alcanzó gran éxito en España- a su hijo: "No investigues demasiado profundamente dentro de la verdad de la apariencia de otras gentes; la vida es más sociable si tomamos a las gentes como son y no como probablemente sean" (RICHARD SENNET: El declive del hombre público. Península. Barcelona,1978, p. 89.).

Esta postura del autor de las famosas Cartas a su hijo, así como el tono de la obra en general, merecieron el calificativo de "elegante inmoralidad" por boca de don Marcelino Menéndez Pelayo.

A finales del siglo XVIII, cuando la burguesía está a punto de tomar el poder político, sus más ilustrados representantes buscan nuevas fórmulas para legitimar sus modos de vida: sus hábitos aparecerán en muchos casos en oposición a los de la aristocracia. La educación brillante que permite atraer la atención en los salones, bailar y cantar con desenvoltura y estilo, conocer lenguas y países, montar gallardamente a caballo, en fin, ser un elegante, comienza a ser criticada y tildada de superficialidad. Es ilustrativo a este respecto el siguiente texto de Gaspar Melchor de Jovellanos: "Son muchos los que llaman bien educado no al joven que ha adquirido conocimientos útiles, sino al que se ha instruido en las fórmulas del trato social y en las reglas de lo que llaman buena crianza, y tachan de mal educado a todo aquel que no las observa, por más que esté adornado de mucha y buena instrucción. Sin duda que estas reglas y estas fórmulas pertenecen a la educación; pero ¡pobre país el que la cifrare en ellas! Hombres inútiles y livianos devorarán su sustancia. La urbanidad es un bello barniz de la instrucción y su mejor ornamento, pero sin la instrucción no es nada, es sólo apariencia. La urbanidad dora la estatua, la educación la forma" (GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS: Memoria sobre educación pública, en "Obras". BAE, t. XLVI. Madrid, 1963, p. 232. No obstante, los tratados de urbanidad abundan en el siglo XVIII y siguientes. Todavía a principios de este siglo se publica Educación y urbanidad del comerciante moderno, que nos indica el grado de especialización al que llegan.).

He aquí, en resumen, el programa de reconversión que intenta operar la burguesía. Emerge una nueva codificación de las costumbres que descalifica el boato exterior, la sobreabundancia de gestos, las florituras, los dorados y oropeles ligados a una clase en decadencia: la nobleza. La identidad social del nuevo grupo va a fundamentarse entre otras cosas en la verdadera educación, que consiste en hacer pasar lo consciente al inconsciente. Surge con nuevos bríos el hombre interior frente al hombre exterior, renace secularizada la antigua dicotomía alma/cuerpo. Falsa dicotomía únicamente sustentada por un orden social basado en la dominación y la explotación de quienes venden su fuerza de trabajo, pero síntoma a la vez de una ingente mutación, porque como consecuencia de una estrategia en profundidad se va a posibilitar la construcción de la personalidad, del yo. El proceso de individualización adquiere nuevas dimensiones cuando la verdadera educación va a incardinarse en la naturaleza misma, en la esencia humana.

La interiorización de las normas sociales dominantes permitirá desde ahora la naturalización de determinados usos sociales del cuerpo que se ven transfigurados en facultades, aptitudes, inteligencia, méritos personales. El cuerpo, lo material, puede a partir de este momento desdibujarse, pasar aparentemente a un segundo plano para los miembros de la nueva clase dominante, mientras que, por el contrario, el cuerpo y la fuerza física serán el único patrimonio con que cuentan las clases trabajadoras. La burguesía ya no tendrá que basar sus poderes en la ilustre sangre ni en viejos privilegios de familia, puesto que ha fabricado sus propias armas. La nueva dominación que se instituye estará mucho más oculta: todos somos iguales ante la ley, todos podemos aspirar a ocupar posiciones sociales de poder y prestigio, ya que sólo de cada uno de nosotros depende, de nuestro esfuerzo personal y de nuestras capacidades, alcanzar el éxito social.

Datos para una sociología del cuerpo.

La obra de Erasmo constituye una pieza clave a la hora de realizar una genealogía de la construcción social de la subjetividad; sin embargo, los investigadores sociales que se refieren al tema del cuerpo han ignorado en general los procesos históricos en los que se han fraguado las buenas maneras y se han tallado a buril los contornos corporales. En estos últimos años, no obstante, el cuerpo ha sido objeto, directa o indirectamente, de diversos trabajos, y todo parece indicar que estamos en la actualidad ante la aparición de un nuevo campo de análisis. No quisiera, pues, cerrar este comentario sin aludir a algunas de las más importantes investigaciones que se han realizado o se están realizado en este terreno y que contribuyen a descifrar el presente.

El nuevo campo de la sociología del cuerpo parece hundir sus raíces en el saber antropológico del primer tercio del presente siglo. En torno a los años treinta, Marcel Mauss demuestra en uno de sus inteligentes trabajos que las técnicas corporales varían no sólo entre los individuos y las imitaciones que ellos hacen, sino y sobre todo con las sociedades, la educación, las reglas de urbanidad y la moda. Comprueba, por ejemplo, que la posición de brazos y manos al andar constituye una idiosincrasia social. Lo mismo ocurre con la natación y con otras técnicas que intenta clasificar.

Conviene subrayar que la antropología no sirve de soporte por casualidad a las investigaciones que se están realizando actualmente en los países occidentales con el fin de aproximarse al cuerpo en su realidad social, en su multidimensionalidad y polisemia. Y es que la oposición salvajes/civilizados no es sino una retraducción de la vieja dialéctica cuerpo/espíritu. Los pueblos "primitivos" sólo pueden expresarse a través del gesto, la mímica, la danza, la acción corporal en la medida en que el espíritu, el lenguaje, el pensamiento han sido monopolizados por la "verdadera civilización". No es una casualidad que la filosofía occidental se caracterice por la ausencia de materialidad y corporalidad. Habrá que esperar a pensadores como Merleau-Ponty para que el ser-en-el-mundo heideggeriano adquiera una cierta corporeidad (Los ensayos de MARCEL MAUSS han sido recogidos bajo la rúbrica de Técnicas y movimientos corporales, en "Sociología y Antropología". Ed. Tecnos. Madrid, 1979, p. 338 y ss. El tema del cuerpo está ligado en la filosofía de MAURICE MERLEAU-PONTY a la crítica del sujeto trascendental y aparece ya en su primera obra, La Structure du comportement. París, PUF, 1942).

E. Goffman, al aplicar, al análisis de la vida cotidiana en nuestras sociedades, categorías y técnicas ensayadas por los antropólogos en la observación de las conductas de los pueblos llamados primitivos, prestará especial atención a los aspectos corporales. En La presentación de la persona en la vida cotidiana estudia los ritos de interacción y el papel importante que en ellos juega la fachada personal. Entre los elementos de la fachada incluye las insignias del cargo o rango, el vestido, el sexo, la edad y las características raciales, el tamaño y aspecto, el porte, las pautas de lenguaje, las expresiones faciales, los gestos corporales y otras características semejantes. "Es un lugar común -afirma- decir que diferentes grupos sociales expresan de manera diferente atributos tales como edad, sexo, territorio y status de clase y que en cada caso estos meros atributos son elaborados por medio de una configuración cultural distintiva y compleja de formas correctas de conducta (...). Un status, una posición, un lugar social no es algo material para ser poseído y luego exhibido, es una pauta de conducta apropiada, coherente, embellecida y bien articulada. Realizada con facilidad o torpeza, conciencia o no, engaño o buena fe es, sin embargo, algo que debe ser representado y retratado, algo que debe ser llevado a efecto" (ERVING GOFFMAN: La presentación de la persona en la vida cotidiana.