De las cenas.
Desembarazados ya de todos los negocios, como de todos los placeres, la cena se hacía sin cuidados ni inquietudes.
De las cenas.
En otros tiempos se cenaba; pero como ahora se empieza a comer a las seis, y la mesa lleva a lo menos dos horas, ha pasado ya esta costumbre que no dejaba de tener sus encantos. Desembarazados ya de todos los negocios, como de todos los placeres, la cena se hacía sin cuidados ni inquietudes; "los quehaceres, para mañana" se decía, y entonces era cuando se verificaba el proverbio de que "en la mesa nadie envejece".
Nombradas fueron en Francia las cenas de Ninon en donde se encontraban un Villa Ceaux, Serigné La Chátre y Saint-Evremont. Es sabido que en las cenas de Madama Scarron, y después Madama de Maintenon se la suplicaba contase una historia cuando faltaba el asado. Posteriormente en las cenas que daba la señorita L'Espinasse, el plato de enmedio era una escribanía, y las sales, los dichos agudos y las anécdotas del día hacían los honores de la mesa.
Esta alegre comida tiene aun lugar entre los artistas, que obligados por su profesión a comer temprano cenan a la noche. También se cena en los bailes, dando a aquella refacción el nombre de ambigú. Es muy útil a los bailarines cansados, y las jóvenes a quienes el vals y la contradanza han excitado el apetito; aunque se debe notar que la pasión del juego ha hecho abandonar el vals por el tapete, y los ambigús a las tres de la mañana se van haciendo más raros.