Las bodas. La luna de miel. Parte tercera.
La costumbre de repartir dulces a los amigos con el parte de casamiento ha desaparecido ya.
Celebración, banquete, baile y el viaje de novios -luna de miel-.
Si se trata de comidas, la novia, por emocionada que esté, tiene que hacer un esfuerzo y no rehúsar todos los platos, pero abstenerse en los posible de tomar vinos que aumente su excitación nerviosa. Los brindis en esta clase de comidas son de mal gusto. Si alguna persona pronuncia palabras de felicitación levantando su vaso, la joven pareja está obligada a levantar el suyo saludando. Sin embargo, cuando en una sociedad numerosa y escogida algunas personas, por ignorancia o descuido, infrinjan las leyes de la etiqueta, los esposos pueden fingirse distraídos y no contestar a los brindis.
La novia debe ponerse otro vestido descotado para la comida y llevar las joyas de brillantes de su canastilla.
Si se celebra con baile, siempre se verifica una cuadrilla de honor, en que bailan los esposos y las personas más notables de la reunión. Dicho se está que la novia se cambia de traje en este caso.
La madre de la novia debe dar a esta la señal de partida, y entonces ella se levanta y se aleja para vestir el traje de viaje, cosa de buen tono en las bodas. Las amigas de confianza la siguen para despedirla en sus habitaciones, y cuando ya está lista, la madre avisa al novio, que estrecha la mano de sus amigos y va a reunirse con su mujer para emprender el viaje de novios , evitándole a ella lo enojoso de las despedidas.
"La joven pareja comunica a sus amigos y familiares su nuevo domicilio"
Estos viajes de novios son de gran moda, y no puede dejarse de reconocer sus ventajas. Partir dos enamorados para países desconocidos, llenos de poesía, verse libres, solos, entregados a su amor, es una felicidad inmensa... Sin embargo, las habitaciones de un hotel, por lujosas que sean, no valdrán jamás lo que el dulce nido preparado con amor por la ternura de una madre, para abrigar las primeras expansiones de la joven pareja.
Muchos, en vez de salir de viaje el mismo día de su matrimonio, se refugian en su hogar, y solo después de unos días de tranquilidad se resuelven a ir, esparciendo los recueros de su dicha por sitios donde quizás no vuelvan más.
Queda aún a la joven pareja el cuidado de participar su enlace a los conocidos que no han podido ser invitados y ofrecer su nuevo domicilio a todos los amigos. Estas cartas se suelen hacer en la siguiente forma:
"Doña ..... de ..... y don ..... de ..... participan a usted el efectuado enlace de su hija ..... con don ..... de .....".
"Doña ..... de ..... y don ..... de ..... participan a usted el efectuado enlace de su hijo ..... con doña ..... de .....".
"Doña ..... de ..... y don ..... de ..... ofrecen a usted su casa, calle ....., número .....".
La costumbre de repartir dulces a los amigos con el parte de casamiento ha desaparecido ya.
A los amigos que han asistido a la boda o que fueron invitados a ella no se les participa, limitándose solo a ofrecerles la casa, ya con tarjeta a propósito, ya en la visita que los recién casados deben hacerles cuando regresen de su viaje, después de algunos días necesarios para descansar e instalarse bien. Hay que hacer estas visitas a todos los parientes, a las personas que asistieron a la boda y a todos los que les regalaron. Es precios evitar el mostrarse en paseos y teatros antes de haber cumplido este deber.
Estas visitas son cortas, diez minutos o un cuarto de hora. La recién casada debe vestir traje elegante y hasta lujosos, pero con pocas joyas. éstas parecerían decir: "Ved que rica era mi canastilla", o querer humillar a las amigas solteras, y debe cuidarse de evitar todo lo que sea alarde de orgullos o de ostentación.
- Las bodas. Usos sociales. Parte primera.
- Las bodas. Usos sociales. Parte segunda.
- Las bodas. La luna de miel. Parte tercera.