Los regalos para el día de San Valentín. Día de los enamorados
Ese detalle tan importante en el amor y en las relaciones sociales en general, que puede abrirnos las puertas de un corazón y ganarnos simpatías
¿Por qué el regalo tiene tanta importancia en el amor?
Aquella urbanidad
No me haga objeciones. Ya sé que todos los días son aptos para los enamorados pero una curiosa costumbre americana, aireada y puesta de moda por los "slogans" publicitarios de ciertos comercios de objetos de regalo, nos recuerdan que el día de San Valentín (14 de Febrero) es un día que debe dedicarse especialmente para demostrar a la persona amada nuestro cariño de una manera efectiva.
Hablemos una vez más del regalo. Ese detalle tan importante en el amor y en las relaciones sociales en general, que puede abrirnos las puertas de un corazón y ganarnos simpatías.
¿Por qué el regalo tiene tanta importancia en el amor? Busquemos las raíces psicológicas en un acto que parece, a primera vista, una cosa materialista, una exigencia egoísta: un acto interesado... Pero, hablemos antes de referirnos al acto material, a ese impulso maravilloso que nos lleva a ofrecer a la persona amada cuanto podemos darle.
Porque el amor es eso: entrega. Quien verdaderamente ama, no exige. Da siempre. Da sus sueños, sus ilusiones. Y este afán de entregarse le lleva a ofrecerle también los objetos externos de su propiedad, y con bastante frecuencia, de la propiedad ajena, en una ansia de poner a sus pies el mundo que le rodea.
Te puede interesar: ¿Por qué hacemos regalos? La costumbre de regalar (con vídeo)
Y así nos encontramos ya en los pueblos primitivos las proezas de la caza y de la guerra, que tienen origen muchas veces en el afán de conquistar para la persona amada, un rico botín. EI regalo, pues, desde el punto de vista psicológico, es una necesidad, una manifestación del amor. Y el objeto, regalado -pobre o rico- es un símbolo de la entrega espiritual.
Por eso, cuando se trata de un símbolo de amor, y no del pago de ciertos favores, el valor objetivo, el valor real del regalo no cuenta para nada. Y así puede ser un regalo una pulsera de oro, un pequeño "bibelot", una caja de bombones, unas flores, una tarjeta con unas líneas cariñosas, una llamada telefónica, un beso, una palabra de recuerdo.
Como veis, el regalo es una cosa que está al alcance do todos.
Conozco muchas parejas cuyas relaciones se han roto por este hecho tan significativo. Y no menor el número de las que han sido anidadas amorosamente al calor de esta demostración sencilla y espontánea, que es el regalo. Es decir, un acto simbólico de entrega espiritual. ¿Comprendéis ahora todo el valor de un obsequio?
Cualquier época del año y de la vida es adecuada para demostrar a la persona amada nuestro deseo de verla complacida. El día del santo, día del cumpleaños, el aniversario de la boda, el natalicio de un bebé, el recuerdo del día que se conocieron, las fiestas de Navidad, Año Nuevo, Reyes Magos, el éxito de un negocio, la terminación de la carrera. En realidad, cualquier día es apropiado. Basta con sentir el deseo y manifestarlo: "Esta mañana desperté tan lleno de tu imagen, que no puedo resistir la tentación de llamarte a esta hora fuera de nuestras costumbres de hablar", o "de enviarte unas flores", o "de escribirte unas líneas"...
Te puede interesar: 10 gestos que mantienen vivo el amor (con vídeo)
Pero si todo momento es apto para demostrar el amor a la persona amada, lo es muy especialmente el día de San Valentín dedicado a esta clase de tiernas demostraciones.
Un regalo, un pequeño obsequio puede atraernos la simpatía de la muchacha que hasta ese día no había reparado en vosotros. Puede reconciliarse con la novia disgustada, con la esposa herida en sus sentimientos por alguna de vuestras... genialidades. Puede, en fin, conservaros la devoción de la mujer que os ama, que por el hecho do amaros de verdad, no pide nada, no exíge nada. Sólo eso: una pequeña demostración da cariño.
Curiosidad sobre las tarjetas y felicitaciones hechas por San Valentín
El 14 de Febrero, dia de San Valentín, era hace algunos años aún célebre, porque en ese día rara era la persona que no recibiera una "Valentine" -tarjeta o similar enviada por San Valentín-. La Dirección de Correos se veía obligada a aumentar el número de carteros, que algunas veces tenían que usar de carretillas para conducirlas.
Los jóvenes tímidos aprovechaban esa ocasión para hacer sus declaraciones, que aunque anónimas, eran lo suficientemente trasparentes para que el adorado tormento adivinara la procedencia, y las rnuchnehas atrevidas también enviaban sus correspondientes "Valentines" a los "gentlemen" de su preferencia; y tampoco faltaban las bromas de buen género y de malo que dieran buenos o malos ratos por medio del correo a los que las recibían