Tarde veintidós. Últimos consejos.
Aunque pudiera extenderme mucho más en cada uno de los artículos de que os he hablado, de moral, virtud y urbanidad, contemplo que os he dicho lo bastante, para que seáis buenos, virtuosos y corteses.
El Padre. - Hijos míos, esta tarde pienso dar fin a mis instrucciones.
Jacobito y Emilio. - Y ¿por qué, papá?
El Padre. - Porque, aunque pudiera extenderme mucho más en cada uno de los artículos de que os he hablado, de moral, virtud y urbanidad, contemplo que os he dicho lo bastante, para que seáis buenos, virtuosos y corteses, si queréis aprovecharos de mis consejos. La demasiada redundancia en estas materias suele perjudicar muchas veces; a pocos gusta un sermón largo, por muchas bellezas que tenga una ópera, como sea muy larga, cansa a la generalidad de los oyentes. ¡Cuánto más debe cansar una serie de consejos, no sostenidos por los encantos de una música agradable, ni por la elocuencia y profundidad de un Cicerón o un Pitágoras! Me resta hablaros del modo de ir a la cama, o acostarse, y lo haré en breves palabras.
Del tiempo y modo de acostarse.
Os he dicho, poco más o menos, todas las reglas de urbanidad que pueden ponerse en práctica en el curso de un día; en los demás casos que os ocurran, y de que yo no os haya hablado, imitad a las personas que a una hombría de bien a toda prueba saben unir la verdadera cortesanía que tiene por fin principal el agradar.
En cuanto a la hora de acostarse, si sois dueños de hacerlo cuando mejor os parezca, os aconsejo que no lo hagáis después de media noche. Ya os he hablado antes de ahora de las ventajas que trae el madrugar, tanto para la salud, como para el mejor desempeño de los negocios. Para madrugar, es preciso acostarse temprano.
Antes de retirarse a la cama un hijo bien educado debe dar las buenas noches y besar la mano a sus padres, y saludar a los que se hallen presentes.
No debe entrar en la cama sin haber dado gracias a Dios por todos los beneficios recibidos durante el día.
En el modo de desnudarse debe reinar la misma decencia que en el vestirse. Los vestidos deben ponerse con cierto orden y en paraje determinado, de manera que sea fácil hallarlos por la mañana, o de noche si hubiere precisión de levantarse; el orden es utilísimo, y economiza mucho tiempo.
Antes de quedaros dormidos, ocupaos un momento en repasar las acciones vuestras de aquel dia, ved si habéis hecho alguna cosa útil, si habéis cumplido con vuestros deberes, y prometed ser mejores al dia siguiente, si no estáis satisfechos del modo con que habéis empleado el tiempo que acaba de pasar. Pensad que el tiempo huye para no volver jamás, y que las horas perdidas son otras tantas menos en el curso de vuestra existencia.
Esta reflexión es terrible y si todos la tuviéramos más fija en la memoria, seriamos más avaros del tiempo.
He aquí, hijos mios, todo lo más esencial y digno de que practiquéis para llenar vuestros deberes.
Resumiré todo lo dicho en pocas palabras.
Volved el bien que os hagan, y seréis hombres de bien.
Haced el bien sin interés, y seréis virtuosos.
Tened en la sociedad una atención obsequiosa, servicial y galante por los demás, y seréis corteses.
En fin reunid estas tres cosas, y seréis personas cabales o perfectas.
Por lo que hace a mi, he cumplido con uno de los puntos más esenciales de la moral; os he trasmitido las mismas lecciones que he recibido de mis respetables padres. Algún día, si Dios lo permite, ocupareis el lugar que yo ocupo ahora. Pasad entonces a vuestros hijos lo que acabo de daros; es un deber sagrado, que me complazco en creer desde este momento que lo sabréis desempeñar; así es como se propagan y se mantienen entre los hombres los buenos principios.
Supuesto, hijos mios, que ya he concluido todo lo que tenía que deciros acerca de la urbanidad, y que la tarde está tan serena, vamos a dar un paseo por el mar en la falúa que nos está esperando. Allí os leeré unas cuantas máximas divinas que he entresacado para vuestra instrucción del Libro de los Proverbios.
Dicho esto, el padre de familia se dirigió con su esposa y sus tres hijos a la playa, entraron en una espaciosa falúa, y después que los remeros bogaron con ordenado movimiento algunos minutos, para alejarse algún tanto de la orilla, alzaron los remos, y en la profunda calma que reinaba, quedó la barquilla casi sin moverse del sitio adonde habían llegado. Entonces el padre sacó un manuscrito y leyó lo que sigue.
Parábolas de Salomón, hijo de David, Dios de Israel (Nota 1).
Nota 1. Estos Proverbios están copiados al pie de la letra de la Biblia traducida al español por el P. Felipe Scio de S. Miguel, de las escuelas pias, obispo de Segovia.
Para aprender sabiduría y doctrina, para entender palabras de prudencia, y recibir erudición de doctrina, justicia, juicio y equidad.
Para dar a los niños astucia, al mancebo sabiduría y entendimiento.
Oyéndolas el sabio, más sabio será; y entendiéndolas poseerá el gobernalle.
El temor del Señor es el principio de la sabiduría. Los necios desprecian la sabiduría y la doctrina.
Escucha, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no dejes la ley de tu madre.
Hijo mío, si te halagaren los pecadores, no condesciendas con ellos.
Porque los pies de ellos a lo malo corren, y van apresurados a derramar sangre.
No se aparten de tí la misericordia y la verdad; rodéalas a tu garganta, y copialas en las tablas de tu corazón.
No estorbes hacer bien a aquel que puede; si puedes, hazlo tú mismo también.
No digas a tu amigo: Vete, y vuelve, mañana te daré, pudiendo dar desde luego.
No maquines mal contra tu amigo, puesto que él en tí tiene confianza.
El camino de los impíos es tenebroso; no saben donde caerán.
Guarda tu corazón con toda custodia, por que de él procede la vida.
Aparta de tí la lengua maligna, y los labios que desacreditan, lejos sean de tí.
Ve a la hormiga, oh perezoso, y considera sus caminos, y aprende sabiduría, la cual no teniendo guia, ni maestro, ni caudillo, previene para sí el sustento en el estío, y en tiempo de la mies allega lo que ha de comer.
¿Hasta cuándo, perezoso, dormirás? ¿cuándo te levantarás de tu sueño?
Seis cosas son las que aborrece el Señor, y la sétima la detesta su alma: Ojos altivos, lengua mentirosa, manos que derraman sangre inocente; corazón que maquina designios pésimos, pies ligeros para correr al mal.
Testigo falso que profiere mentiras, y aquel que siembra discordias entre los hermanos.
No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca. Corrige al sabio, y te amará.
El hijo sabio alegra al padre, mas el hijo necio tristeza es de su madre.
No afligirá el Señor con hambre el alma del justo, y trastornará las tramas de los impíos.
La mano floja produjo indigencia, más la mano activa acumula riquezas. Quien se apoya en mentiras, ese se alimenta de los vientos; y este mismo sigue a aves que vuelan.
Camino de vida tiene el que guarda la corrección; mas el que deja las reprensiones, va descarriado.
Ocultan odio los labios mentirosos; el que profiere la contumelia, es necio.
En el mucho hablar no faltará pecado; mas el que modera sus labios muy prudente es.
La lengua del justo es plata escogida; mas el corazón de los impíos no vale nada.
Desaparecerá el impío como la tempestad que pasa; mas el justo es como cimiento durable por siempre.
En donde hubiere soberbia, allí habrá también deshonra; mas en donde hay humildad, allí también sabiduría.
Quien anda con doblez, descubre los secretos; mas el que es de corazón leal, calla lo que el amigo le fió.
En donde no hay gobernador, caerá el pueblo; mas hay salud, donde muchos consejos.
El corazón perverso es abominable al Señor, y le son gratos los que andan con sinceridad.
El deseo de los justos es todo bien; la esperanza de los impíos furor.
El que ama la corrección, ama la ciencia; mas el que aborrece la reprensión, es insipiente.
La mujer hacendosa es la corona de su marido; y la que hace cosas dignas de confusión, le será podredumbre en sus huesos.
El justo cuida de la vida de sus bestias; mas las entrañas de los impíos crueles.
El que labra su tierra, se saciará de pan; mas el que ama el ocio, es muy necio. El que tiene su gusto en detenerse en el vino, en sus fortalezas deja afrenta.
No se contristará el justo por cosa que le acontezca; mas los impíos estarán llenos de mal.
Los labios mentirosos son abominación al Señor; mas los que obran fielmente, le agradan.
El hijo sabio es la doctrina del padre; el que es burlador, no oye cuando le corrijen.
Quien guarda su boca, guarda su alma; mas el que es inconsiderado para hablar, sentirá males.
Hay quien parece rico, no teniendo nada, y hay quien parece pobre, teniendo muchas riquezas.
La riqueza hecha de prisa se menoscabará; mas la que se recoje poco a poco con la mano, se aumentará.
Pobreza e ignominia a aquel que abandona la corrección; mas el que se aquieta al que le reprende, será glorificado.
El que anda con sabios, sabio será; el amigo de los necios, tal se hará como ellos.
El que excusa la vara, quiere mal a su hijo; y el que lo ama con muchas veras lo corrige.
La mujer sabia edifica su casa; mas la necia aun la fabricada destruirá con sus manos.
El que mira debajo de sí a su prójimo, peca; mas el que se apiada del pobre, será bienaventurado.
En la muchedumbre de pueblo está la gloria de un Rey; y en la escasez de plebe la ignominia de un Príncipe.
El que es sufrido, con mucha prudencia se gobierna; mas el que no es sufrido, alza su locura.
La respuesta suave quebranta la ira; la palabra dura aviva la saña.
El corazón del sabio busca doctrina; y la boca de los necios se alimenta de sandeces.
Más vale ser convidado a legumbres con amor, que con desafecto a un ternero cebado.
El varón iracundo mueve rencillas; el que es sufrido, apacigua las que se han movido.
El principio del camino bueno es hacer justicia; porque delante de Dios es más acepta, que ofrecer victimas.
Mejor es lo poco con justicia, que muchos frutos con iniquidad.
Corona de dignidad es la vejez, que se hallará en los caminos de la justicia.
Mejor es un bocado de pan seco con gozo, que una casa llena de víctimas con pendencias.
Así como en el fuego es probada la plata, y el oro en la hornaza, así prueba el Señor los corazones.
El que menosprecia al pobre, insulta a su Hacedor; y el que se alegra de la ruina de otro, no quedará sin castigo.
Más aprovecha una reprensión al prudente, que cien golpes al necio.
El malo siempre busca rencillas; mas el Ángel cruel será enviado contra él.
Mejor es encontrarse con una osa, a quien lian robado sus cachorros, que con un necio confiado en su necedad.
El que vuelve males por bienes, no se apartará el mal de su casa.
En todo tiempo ama el que es amigo, y el hermano se experimenta en las angustias.
El corazón alegre hace la edad florida; el espíritu triste seca los huesos.
Aun el cuerdo si callare, será tenido por cuerdo; y por inteligente si cerrare sus labios.
Achaques busca el que quiere retirarse del amigo; en todo tiempo será digno de vituperio.
Quien responde antes que oiga, manifiesta que es un insensato y digno de confusión.
El hombre amable en el trato, será amigo, más que un hermano.
Mejor es el pobre que anda en su sencillez, que el rico que frunce sus labios, y es insensato.
Las riquezas multiplican mucho los amigos; mas del pobre aun aquellos que tuvo se separan.
El falso testigo no quedará sin castigo; y el que habla mentiras, perecerá.
Dolor del padre, el hijo necio; y tejado con continuas goteras, la mujer rencillosa.
Cosas y riquezas los padres las dan; mas mujer prudente propiamente el Señor.
La pereza trae sueño, y el alma floja hambreará.
A Dios da a logro el que hace misericordia con el pobre; y sus réditos se los dará a el.
Oye el consejo, y recibe la corrección, para que seas sabio en tus postrimerías.
Quien aflige al padre, y ahuyenta a su madre, es infame e infeliz.
Lujuriosa cosa es el vino, la embriaguez tumultuaria; cualquiera que se deleita en estas cosas, no será sabio.
El perezoso no quiso arar por causa del frío; mendigará pues en el estío, y no le será dado.
El rey, que se sienta sobre el trono de justicia, con una mirada suya disipa todo mal.
Con aquel, que descubre los secretos, y anda con solapa, y abre mucho sus labios, no te mezcles.
Quien maldice a su padre y a su madre, apagada será su candela en medio de las tinieblas.
La misericordia y la verdad guardan al rey, y su trono se corrobora con la clemencia.
El que cierra su oreja al clamor del pobre, él también clamará, y no será oido.
Quien ama banquetes, en pobreza será; quien ama el vino y el buen bocado, no se enriquecerá.
Más vale morar en tierra yerma que con mujer rencillosa e iracunda.
Quien guarda su boca y su lengua, guarda su alma de angustias.
Quien siembra maldad, males segará, y con la vara de su ira será acabado.
Quien inclinado es a misericordia, será bendito; porque de sus panes dio al pobre. Victoria y honra adquirirá, quien dones da; porque arrebata el alma de los que los reciben.
No escasees al muchacho la corrección porque si le golpeares con vara, no morirá.
Tú le sacudirás con vara; y librarás su alma del infierno.
Oye a tu padre, que te engendró; y no desprecies a tu madre, cuando envejeciere.
No mires al vino cuando rojea, cuando resplandeciere su color en el vidrio; él entra blandamente.
Mas al fin morderá como culebra, y derramará veneno como basilisco.
Cuando cayere tu enemigo, no te alegres, ni se regocije tu corazón en su ruina.
Para que el Señor que ve esto, no se ofenda, y aparte de él su ira.
No seas testigo en vano contra tu prójimo; ni adules a nadie con tus labios.
Si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale a beber agua.
Como ciudad abierta, y sin cerca de muros, así el hombre, que no puede refrenar su espíritu en hablar.
Las palabras del chismoso parecen sencillas, mas ellas penetran a lo más íntimo de las entrañas.
Alábete el ajeno, y no tu boca; el extraño, y no tus labios.
Mejor es la corrección manifiesta que el amor escondido.
Quien anda sencillamente será salvo; quien camina por caminos perversos, alguna vez caerá.
Quien a su padre y a su madre quita algo, y dice que esto no es pecado, participante es del homicida.
Quien da al pobre, no estará necesitado; quien desprecia al que pide rogando sufrirá penuria.
La vara y la corrección dan sabiduría; mas el muchacho, que es dejado a su voluntad, avergüenza a su madre.
Enseña a tu hijo, y te recreará, y causará delicias a tu alma.
No seas ligero en airarte; porque la ira reposa en el seno del necio.
Todos escucharon con el más profundo silencio las sagradas máximas que leyó el padre, y largo rato después de haber dado fin, se vio pintado el respeto religioso en todos los semblantes. Los remeros empezaron a bogar de nuevo, y pasada media hora, volvió a su tranquilo hogar aquella feliz familia.