Urbanidad y distinciones.
Distinción general, entre sexos, al dirigirse a Dios y en el templo.
Urbanidad y distinciones.
¿Qué tendrá Vd. presente para esa distinción?
A fin de aplicar bien esta regla es preciso atender a la edad de las personas, a su rango, al lugar que ocupan en el mundo, y a las relaciones en que están conmigo.
¿Hará Vd. distinción entre los dos sexos?
En el trato con las señoras la sociedad quiere que el hombre fino sea más atento, y que se abstenga de conversaciones que puedan ofender su pudor y delicadeza.
¿Usará Vd. de urbanidad al dirigirse a Dios?
Sobre todo debo usar de urbanidad con Dios, porque siendo el Criador de cuanto existe, cuando alce hasta su divina Majestad mi corazón y mi pensamiento, he de hacerlo con la mayor humildad y lleno del más profundo respeto.
¿De qué modo estará Vd. en el templo?
Considerando que el templo es la casa de mi Dios, estaré en él con la mayor modestia y recogimiento, sin hablar, sin distraerme, sin volver la vista atrás ni a los lados, aun cuando oiga algún ruido o conversación de otras personas.
¿En el templo será Vd. atento con los demás hombres?
En la casa de Dios no he de ocuparme de los hombres sino solo de Dios, y dirigir a él solo mis palabras y mi entendimiento.