Cómo comportarse en el mundial. II

Si usted no tiene nada que vender, si no le gusta el fútbol como juego, o deporte ni está entusiasmado con el programa del "Mundial cultural", lo mejor que puede hacer es huir

Revista Triunfo. 1982.

 

Estadio fútbol. Estadio de fútbol dos horas antes de un partido. Jason Bagley

Cómo comportarse en un mundial de fútbol

Reglas de cortesía para un campeonato mundial de fútbol

Políticamente, lo que a "venderse" es el Estado y la concepción unitaria de España dentro de la diversidad, lo que podría quedar muy reforzado si la selección española hiciese un buen papel o, cuanto más, si lograse ser campeona. Pero también va a venderse la diversidad ay, así, los Mundiales son ocasión para presentar en sociedad las nacionalidades y regiones del Estado Español en sus variedades aún mayoritariamente desconocidas por la opinión mundial.

Si usted no tiene nada que vender, si no le gusta el fútbol como juego, deporte o simulacro de guerra ni está entusiasmado con el programa del "Mundial cultural", lo mejor que puede hacer es huir. Y eso es lo que están pensando muchos españoles poco interesados por el espectáculo mundialistas que va a desarrollarse no solo en los estadios sino en las calles de las ciudades sede.

Calculo que serán muchos los que se recluyan en casa echando durante esas semanas frecuentes ojeadas al televisor y vigilando que las niñas estén en casa a las nueve. O se escaparán si pueden hacerlo a las ciudades donde no se celebren encuentros, que gozarán de una prima de "tranquilidad" muy apreciada por un importante sector de la opinión.

Por lo demás, en las familias, se prevén conflictos por la selección de programas televisivos, con una resurrección de la guerra de las generaciones -el partido de fútbol que querrá ver el padre y el concierto rock para el hijo- y de la guerra de sexos, por la audiencia mayoritariamente masculina del "deporta rey". Los estadios estarán llenos pero, en ellos, los españoles serán minoría. Todo visitante extranjero trae entradas para los partidos y no serán muchas las que queden a la venta para la gente del país.

Será de incumbencia de las autoridades del orden público frenar los entusiasmos de los forofos triunfantes o frustrados, asegurar que, cualquiera que sea el estado de embriaguez en que se encuentren, puedan asistir a los encuentros para los que tienen entrada, vigilar que el terrorismo no quiera también "vender" su producto y proteger la confraternización mundial. ¿Se imaginan el éxito que sería que nuestro ministro de Asuntos Exteriores hiciera el saque de honor de un partido Argentina-Inglaterra, pacificado y por virtud balompédica el Atlántico Sur?

Los políticos, los industriales, los comerciantes y hasta los particulares que lo deseen - escapar de la ciudad y alquilar el apartamento a precios astronómicos - tendrán ocasión de hacer, en junio y julio, el proverbial agosto. Rentas políticas, rentas electorales, rentas simplemente, amistades, enemistades, matrimonios, noviazgos, ligues, apreturas, coscorrones, todo eso va a ser el Mundial y también algo de fútbol.