El mundo de la modestia y las buenas maneras. IV

La limpieza: ¿una posición social? Tener agua para bañarse con frecuencia mostraba lujo, ocio y bienes

 

Ilustración. Ilustracion biblioteca de la facultad. La Bibliomata. Biblioteca La Bibliomata

El mundo de la modestia y las buenas maneras

En el capítulo cuarto, " La limpieza: ¿una posición social? ", se analizan los consejos de la limpieza como una actividad importante para catalogar a las personas dentro de un grupo social definido, y, por supuesto, la clase media se consideraba la más limpia. Tener agua para bañarse con frecuencia mostraba lujo, ocio y bienes, debido a que la mayoría de las casas no contaban con drenaje ni con instalaciones que llevaran el agua. El aguador era quien se encargaba de llevar a los hogares el precioso líquido, sirviéndose de un chocol y un jarrito.

El hábito de la limpieza estaba ligado a la economía, y ser una persona limpia implicaba que se era una persona ahorrativa y precavida, ya que así se evitaban los gastos de los doctores, las boticas y los dolores.

En el manual se dan consejos para la limpieza de la boca, de las manos, de los pies, de la cabeza, de la cara y del vestido. A manera de ejemplo, mencionaré el peinado, que fue una parte importante en el arreglo de las mujeres. La moda era usar el cabello recogido en chongo o crepé, llegándose al punto de usar retazos de tela o pelo ajeno para causar el efecto deseado. Sin embargo, Orihuela previene los efectos adversos de esas costumbres: "ciertas piezas, crepé que ustedes llaman, suelen estar llenas de retazos de trapos de colores, y muy sucios, y en algunos han visto piojos, liendres y aun una cucaracha machacada" (Escobar, 2005, pag. 48). En la cara no debía ponerse colorete, porque éste envejecía el rostro, y en cuanto al vestido, aseguraba que una señorita decente debía trabajarlo con sus manos: "es propio de una mujer, muy de su casa, el saber remendar y coser" (Escobar, 2005, pag. 47).

En el quinto y último capítulo, titulado "La función de la limpieza en el hogar", se habla de cómo debía estar la casa: ordenada y limpia. Se menciona el aseo de la casa y se insiste en la costumbre de limpiar la sala, los corredores, las macetas, el comedor, la mesa, los manteles, las tasas, los posillos, los vidrios, las cortinas, las escupideras, las alfombras, los colchones, las almohadas, las pasaderas y los braseros, así como de quitar cochambre de casos y cuchillos, saber utilizar las escobas correspondientes, y, sobre todo, de las bacinicas, dándose consejo de cómo quitarles los malos olores.

También se señala cómo se debía atender a las visitas y qué vajilla utilizar para las personas de confianza y algunos invitados que no lo eran, asegurándose que era costumbre muy generalizada guardar algunos trastos muy vistosos para ciertas personas de respeto y presentar lo malo a las que llama personas de confianza y muy de aprecio, cuando debía ser al contrario, dando lugar primero a las amistades.

En este apartado se habla de la servidumbre, de la relación que se debía tener con los criados, e incluso se menciona un reglamento dictado por Santa Anna en 1868 donde se estipulan los salarios de los empleados domésticos. Asimismo, se dan consejos de cómo administrar el tiempo libre la visita a los amigos o familiares, las salidas a los bailes, teatros o fiestas, y algún paseo por La Alameda, La Viga o las calles principales de la ciudad de México. Sobre los bailes, se asegura que su objeto era que los jóvenes conocieran a su pareja. Las otras diversiones populares eran el paseo y el teatro.

En suma, las buenas maneras, los valores morales y el desenvolvimiento personal eran los elementos importantes para ser aceptado en la sociedad, asegurándose que una persona "civilizada" era bienvenida en cualquier grupo.

Si un individuo no tenía una educación completa; es decir, si no había sido educado con valores morales y cívicos, muy difícilmente iba a poder desarrollarse en sociedad. Si una mujer o un hombre cometían una falta moral, rara vez ésta se podía remediar, en virtud de que la sociedad era un fiscal y un juez inflexible que castigaba severamente estas faltas "sociales".

El elegir "estado" era lo más grave que al hombre o la mujer podía acontecer, pues se trataba de un acto de por vida, y encontrar una pareja decente era lo más difícil para la vida.

La amistad es otro valor de suma importancia que se destaca en el manual, y se dice de ella que era una relación honesta y recíproca que podía durar para toda la vida.