Cómo planchar una camisa
La importancia de vestir una camisa bien planchada se va a ver reflejado en nuestra imagen
La forma correcta de planchar una camisa. ¿Cómo hacerlo?
Quién no ha echado de menos esa camisa tan bien planchada como solo lo saben hacerlo nuestras madres. Llevar la camisa sin una sola arruga es importante si queremos lucir una buena imagen. La conocida frase del diseñador Adolfo Domínguez "la arruga es bella" no va con la camisa.
Pero, ¿cómo planchar bien una camisa? No es una tarea fácil. La técnica consiste es seguir unos determinados pasos para evitar planchar por un lado y arrugar por otro. La primera vez nos puede llevar algo más de tiempo. Las siguientes veces, lo vamos a hacer mucho más rápido.
Qué cosas necesitamos antes de empezar a planchar la camisa
Lo primero es elegir una buena plancha, mejor si tiene el accesorio para echar vapor. Eso nos facilitará el planchado de la camisa, si la tela está demasiado seca.
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Lo segundo, seleccionar una buena tabla de planchar, mejor que cualquier otro tipo de superficie, como una mesa -aunque también puede ser válido- si ponemos debajo una manta de planchar -o una toalla, nos puede servir-.
Antes de comenzar, hay que comprobar que la temperatura de la plancha es la adecuada en función del tejido de la camisa (fibra, algodón, lino, etcétera).
Lo más recomendable es empezar por el cuello, una de las partes más sencillas, para no desanimarse demasiado pronto. Ya llegarán las partes más complicadas. Además, es la parte que menos se suele arrugar aunque se manipule la camisa.
Después, es aconsejable seguir por las mangas, estirando bien la manga para evitar arrugas indeseadas. Es complicado deshacer una arruga bien planchada. Si alguna arruga se resiste, un golpe de vapor puede ayudar a eliminarla, o bien podemos humedecer la camisa con un poco de agua.
Lo último que deberíamos planchar sería la pechera y la espalda; hay que plancharla con cuidado, para no arrugar las partes que están bien planchadas. Estirar de un lado, luego del otro, metiendo con cuidado el pico de la plancha entre los botones, para que no quede ni una sola arruga -pero con cuidado para no quemar los botones-.
Si el resultado no es el deseado, no debe preocuparnos. En cuanto llevemos una docena de camisas planchadas podremos comprobar la diferencia entre la primera y la última. Veremos una evolución tan favorable que nos parecerá increíble.
Si no tenemos tiempo, no nos gusta planchar o no nos sentimos con esa "habilidad" manual, siempre nos queda la opción de llevar la camisa a una lavandería-tintorería o bien hacer una visita sorpresa a nuestra madre -o padre, quien sabe si plancha mejor nuestro papá-.