El Protocolo. Tribuna abierta.

El protocolo es el mismo para todo el mundo, que es de obligado cumplimiento y que se trata de una cuestión técnica y no graciable.

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El Protocolo.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua (RAE) define protocolo como " regla ceremonial diplomática o palatina establecida por decreto o por costumbre ". Efectivamente, es un conjunto de normas que se establecen oficialmente y se publican en los boletines oficiales para que todos las cumplamos y respetemos.

Traemos a colación este asunto porque hay alguna organización política y algunos "personajes" integrados en ellas que intentan poner esta herramienta a su servicio y utilizarla como instrumento de manipulación según su antojo. La usan para beneficiarse a sí mismos y tratan con ello de minimizar cargos políticos electos de otras organizaciones, que, por cierto, no sólo precisan de un uso correcto del protocolo, sino que también merecen un respeto, sobre todo porque representan a muchos ciudadanos.

Sin embargo, hay personas que con su concepto patrimonialista de las instituciones no quieren acatar estas pautas de comportamiento. Se enfadan cuando estas reglas no les colocan donde ellos se creen con derecho a estar e, incluso, llegan a amenazar con abandonar el acto al que han sido invitados. Les hemos visto cambiando "cartelitos" para ubicarse allí donde creen que tienen más posibilidades de ser fotografiados o exigiendo de malas maneras que alguien los cambie. De vergüenza.

"El protocolo lo aplican profesionales, pero algunos se someten a su supuesto jefe para beneficiarlos cuando en realidad dependen de la institución"

Por esto, nos vemos en la obligación de recordarles que el protocolo es el mismo para todo el mundo, que es de obligado cumplimiento y que se trata de una cuestión técnica y no graciable. A estas personas queremos decirles que la oficina de protocolo de las instituciones, son eso, de la institución y no una prerrogativa exclusiva de un grupo político. El protocolo lo aplican profesionales, pero algunos se someten a su supuesto jefe para beneficiarlos cuando en realidad dependen de la institución.

A ellos tenemos que dirigirnos para hacerles ver que no se puede estar siempre al lado de la orquesta y que el protocolo hay que respetarlo siempre y no sólo cuando supuestamente les favorece. Deberían tener en cuenta que esta herramienta no debe ser utilizada para apropiarse de un protagonismo injustificado y patológico. Parece que se han olvidado de que las normas de protocolo no dependen de las personas, sino de la representación que éstas tienen.

Por último, desde estas líneas queremos decirles a todos ellos que no todo vale y que, como en la vida, en la política también hay límites. El nuestro se llama fair play o, si lo prefieren, juego limpio.