Protocolo y empresa
El protocolo no es una ciencia exacta, sino que se fundamenta, en una definición apresurada, en el sentido común y en la naturalidad
Protocolo en la empresa
El protocolo no es una ciencia exacta, sino que se fundamenta, en una definición apresurada, en el sentido común y en la naturalidad. Con todo, presentamos cinco reglas básicas que te servirán siempre para la organización de cualquier acto empresarial.
En primer lugar, la regla de especialización o "peinado" se basa en la confección de listas de autoridades y representaciones según la naturaleza del acto. No necesariamente hay que invitar a todos a todo, pues basta con adecuar el acto a su verdadero sentido y dimensión.
Esta técnica se denomina "peinado" y consiste, básicamente, en combinar una o varias listas de personalidades a invitar, sobre todo cuando nos referimos a autoridades públicas y privadas.
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La regla de la ponderación se fundamenta en aplicar criterios de evaluación de la valencia de cada entidad o representante en función de la propia importancia objetiva y representatividad de la institución o la persona que vamos a colocar en una lista de protocolo. Por ejemplo, en una ciudad marítima la autoridad portuaria es un personaje relevante, pero también lo puede ser en un pequeño pueblo el director del hospital comarcal.
Atendiendo a la regla del equilibrio, además de las autoridades tradicionales, las representaciones de la vida civil deben ser adecuadamente tratadas y ordenadas con criterios de escrupulosa cortesía.
El presidente de la Cooperativa de Armadores de Vigo es mucho más importante que el comandante de Marina en un acto relacionado con la actividad económica de la ciudad. No obstante, la regla de la vinculación se refiere a que si el presidente de la Cámara de Comercio patrocina una actividad de una entidad pública, el representante de aquella corporación será colocado en lugar preferente dentro de un acto oficial.
Cierto es que España es un estado aconfesional y que el protocolo oficial no contempla ni prevé dónde colocar a las autoridades eclesiásticas. Por norma general la tradición se tiene siempre en cuenta. Lo mismo ocurre, por poner otro caso, con las viejas tradiciones de bendecir los locales de una nueva empresa como parte del ceremonial de su acto de inauguración.