Libro Nuevo Galateo

Reglas de cortesía y comportamiento en sociedad publicadas en el libro del Nuevo Galateo

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Cortesíaa con los amigos. I.
Aquella urbanidad
6193
Las amistades suelen ser más verdaderas en los tiempos turbulentos que en los tranquilos.
Cortesía con los amigos. II.
Aquella urbanidad
6194
Cuando consideramos al amigo como parte de nosotros mismos, los respectivos bienes se convierten en patrimonio común.
Limpieza en los vestidos y elogio de la moda. VI.
Aquella urbanidad
6163
La moda no está exenta de inconvenientes, porque ninguna cosa humana deja de tenerlos.
Limpieza en los vestidos y elogio de la moda. V.
Aquella urbanidad
6162
La moda según algunos, ha introducido, la corrupción, pues a la mujer sin pudor nunca le faltan alhajas, y el deseo de poseer alhajas induce a renunciar al pudor.
Limpieza en los vestidos y elogio de la moda. IV.
Aquella urbanidad
6161
El traje que presenta la apariencia de la novedad, de la elegancia y de la belleza es al momento buscado por las personas ricas y despierta los deseos de las que no lo son.
Limpieza en los vestidos y elogio de la moda. III.
Aquella urbanidad
6160
Las matronas nobles han cercenado las largas colas de los vestidos, cuyo uso era sumamente incómodo en los bailes, en los paseos y en la iglesia.
Limpieza en los vestidos y elogio de la moda. II.
Aquella urbanidad
6159
El vestido debe corresponder a las posibilidades, por lo cual, así el exceso como la mezquindad son dignos de censura.
Limpieza en los vestidos y elogio de la moda. I.
Aquella urbanidad
6158
El que está dominado por los hábitos de la pulcritud y buena crianza se hace al mismo tiempo más sobrio, más arreglado, más pronto a cumplir con sus deberes.
El discurso y la conversación. I.
Aquella urbanidad
6164
La excesiva prisa se opone a la claridad, como la sobrada lentitud arguye afectación o ignorancia.
El discurso y la conversación. II.
Aquella urbanidad
6165
Cada uno debe escoger el modo de relatar que mejor conviene a los hábitos de su espíritu y al exterior de su persona.
El discurso y la conversación. III.
Aquella urbanidad
6166
Cuando se refiere un suceso, no debe ahogarse a los oyentes con un diluvio de noticias preliminares.
El discurso y la conversación. IV.
Aquella urbanidad
6167
Es un distintivo de vanidad muy notable interrrumpir al que habla para explicar mejor la cosa.
Saludos, cumplidos y visitas. I.
Aquella urbanidad
6168
Hay mil las maneras de saludar más o menos galantes, y mil los extravagantes y caprichosos usos introducidos por la cortesía en las naciones.
Saludos, cumplidos y visitas. II.
Aquella urbanidad
6169
Lo peor es que algunos niegan el saludo con fingida distracción, con la idea de que se les crea ocupados en muy altos pensamientos.
Saludos, cumplidos y visitas. III.
Aquella urbanidad
6170
Un cumplimiento largo no puede tener gracia, sino que fastidia, como fastidia el elogio si dura mucho.
Saludos, cumplidos y visitas. IV.
Aquella urbanidad
6171
Los deberes del que visita resultan del objeto que se propone, el cual no es otro que causar una nueva sensación agradable al visitado.
Saludos, cumplidos y visitas. V.
Aquella urbanidad
6172
En Londres, la manera de llamar a la puerta indica la calidad del que se presenta.
Saludos, cumplidos y visitas. VI.
Aquella urbanidad
6173
El placer que resulta de una visita trae consigo la obligación de devolverla a las personas iguales.
Saludos, cumplidos y visitas. VII.
Aquella urbanidad
6174
No olvidéis que el desventurado tiene necesidad de hablar de sus desgracias, pues mientras derrama sus angustias en el pecho de los demás siente como se aligera su peso.
Las cartas.
Aquella urbanidad
6183
Escribiendo a personas ocupadas en negocios o en letras, hay que ser breve; al paso que con las personas queridas nunca una carta es demasiado larga.
Cortesía con los niños. I.
Aquella urbanidad
6184
El niño es sumamente sensible y tan activo que representa el movimiento continuo.
Cortesía con los niños. II.
Aquella urbanidad
6185
La bondad constante e ilustrada unida a la severidad variable, esto es, creciente o decreciente según aumentan o disminuyen la docilidad del hijo o la malignidad de su ánimo.
Cortesía con los niños. III.
Aquella urbanidad
6186
Nunca se encarecerá bastante a los jóvenes el crédito y el descrédito que nos granjean los compañeros con quienes estamos más intimados.

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