Todo por no bajar una simple escalera.
Anécdota sobre el capricho de un soberbio embajador que costó muchas vidas al pueblo.
Una visita y una escalera.
Mr. Hofman, cita una anécdota sobre el ceremonial observado en las visitas diplomáticas, y los inconvenientes que hay en dispensarse de ellas.
Cuando el conde de Avaux fue nombrado plenipotenciario en el congreso de Munster para la paz de Westalia , iban tomando los negocios un buen giro, más una visita recibida de un modo indebido lo trastornó todo y prolongó la guerra por más de seis meses.
Habiendo ido Mr. Contarini , embajador de Venecia , a hacer su visita diplomática al conde de Avaux, solamente le acompañó el embajador de Francia hasta la escalera, sin que el conde bajase un solo escalón. El orgulloso veneciano se incomodó de tal modo por esta falta de miramiento, que tomó inmediatamente la posta y fue a dar la queja a su gobierno.
Venecia, aunque debilitada, conservaba aún toda su soberbia, y declaró que no volvería a enviar su embajador sino cuando se arreglasen los honores que le eran debidos. La Francia estaba cansada de guerra, y después de grandes negociaciones, durante las cuales morían bastantes hombres, y se incendiaban no pocas ciudades, mandó el Regente al conde de Avaux que satisfaciese plenamente la quisquillosa vanidad de Mr. Contarini.
Éste volvió triunfante y visitó al conde que le acompañó hasta el pavimento de la puerta cochera, permaneciendo allí hasta que el Veneciano subió en su coche y le saludó profundamente cuando volvió la esquina, y Mr. Contarini le volvió el saludo, porque todos estos movimientos se habían estipulado en el "ultimátum"de Venecia.