El protocolo flexible del Vaticano.
Varios presidentes no se arrodillaron ante el nuevo Papa.
Varios presidentes no se arrodillaron ante el nuevo Papa.
El presidente Néstor Kirchner no fue el único que no se arrodilló y no le besó el anillo a Benedicto XVI a la hora de los saludos, anteayer, en el interior de la basílica de San Padre, tras la misa de inauguración de pontificado.
Entre los 36 jefes de Estado y de gobierno y demás soberanos de las 140 delegaciones internacionales que hicieron fila para saludar al nuevo pontífice hubo de todo.
El Presidente saludó al sucesor de Juan Pablo II con un apretón de manos y una ligera flexión de las rodillas. La primera dama, Cristina Fernández, hizo una leve reverencia y le dijo: "Que Dios lo bendiga, Su Santidad".
Muchos creyentes, como el presidente de Italia, Carlo Azeglio Ciampi, se inclinaron, pero sin arrodillarse, y le estrecharon la mano; los devotos, como el gran duque Enrique de Luxemburgo, y varios representantes latinoamericanos y africanos se arrodillaron y besaron su anillo, y los laicos, como el jefe del gobierno alemán, Gerhard Schröder, le estrecharon la mano inclinando ligeramente el busto o la cabeza.
La realeza.
En un gesto afectuoso, Benedicto XVI estrechó contemporáneamente las manos del rey Juan Carlos de España y de su consorte, la reina Sofía -vestida de blanco, como el protocolo les permite solamente a las soberanas-, y el príncipe Alberto de Mónaco, en su debut en el escenario internacional tras la muerte de su padre, Rainiero, se arrodilló y fue consolado por el nuevo papa por la reciente pérdida del padre.
El príncipe Felipe de Edimburgo, anglicano, elegante y rígido, simplemente le estrechó la mano.
El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, que se inclinó para besarle el anillo al nuevo pontífice, pero que no se arrodilló, aprovechó para presentarle a su hijo Luigi, de 16 años, y a su bastante más joven mujer, Verónica Lario, vestida rigurosamente de negro.
El protocolo del Vaticano no obliga a nadie a arrodillarse -los católicos, claro está, pueden hacerlo si quieren-, sino a que haya un saludo respetuoso, esto es, una inclinación de la cabeza respetuosa, un apretón de manos respetuoso, cordial.
El protocolo del Vaticano tampoco indica que se deba decir alguna frase al sumo pontífice, aunque se puede, como muchos anteayer han hecho, quedándose con el nuevo santo padre alemán algunos segundos más que los otros.