Cortesía y Protocolo.

El Presidente Jatami había exigido que las mujeres que asistiesen a los actos programados, deberían llevar velo.

La Voz de Galicia

 

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La visita del Presidente de la República Islámica de Irán, señor Jatami, provocó un cierto revuelo. Alguna prensa, con indudable sentido de la provocación, aireó, de forma exagerada. los problemas de protocolo que habían surgido. Se dijo, por ejemplo, que el Presidente Jatami había exigido que las mujeres que asistiesen a los actos programados, deberían llevar velo. También se dió por seguro que no se dignaría a darles la mano, sino que las saludaría poniéndose la diestra sobre el corazón, que es la calema habitual en esa cultura.

Lo del velo no resultó cierto, pero para entonces ya la caverna radiofónica y algunas feministas de ocasión habían sacado sus desquiciadas conclusiones. Se insultó, desde todos los puntos de vista, al Presidente Iraní y se trazaron comparaciones despectivas entre la civilización occidental, cristiana, tolerante y bondadosa a la que, al parecer, pertenecemos, y a la atrasada, cruel e injusta civilización oriental, que representaba el señor Jatami.

No fueron pocos los cavernícolas que pidieron que la visita se suspendiese de inmediato porque ofendía gravemente al Rey, a la Reina, al Gobierno, al sexo femenino, en sentido lato, y a la entera dignidad nacional, en sentido estricto. La indignación subió de grado cuando se supo que no se celebrarían los habituales banquetes de recepción y despedida porque Jatami no bebía vino, ya que se lo prohíbe su religión, ni toleraba que nadie lo hiciese en su presencia. Esto ya fue la gota que colmó el vaso (nunca mejor dicho).

Las ofensas a la cultura nacional son relativamente veniales, pero las dirigidas contra el vino son intolerables. En algún momento de la feroz polémica se sugirió que Jatami podría haber brindado con agua, como lo hizo el Presidente Argelino Buteflika en una reciente visita, hasta que un tertuliano recordó que llenar la copa con ese líquido en los brindis da mala suerte.

El lío, como ocurre siempre que no se usa la lógica, terminó por reducción al absurdo. De todas formas, no acabo de entender tanta furia. El Presidente Jatami, además de un dirigente político, es un clérigo. Si quisiéramos compararlo con alguien deberíamos hacerlo - a efectos protocolarios - con el Papa, que además de Sumo Pontífice de la Iglesia Católica es el jefe del Estado Vaticano. No me imagino que a Juan Pablo II lo hubieran insultado desde la COPE, con esa misma saña y parecidos argumentos.

Cuando la Reina, Doña Ana Botella y otra señoras de categoría van a visitar al Papa siempre las vemos tocadas con velo y, en todo caso, con mantilla española. ¿Es eso reaccionario? Por otra parte, el velo y el pañuelo a la cabeza han sido, hasta ahora mismo, unas prendas femeninas de uso habitual en España. Y no vamos a denigrar la confusión entre Iglesia y Estado después de tantos años de franquismo. ¿De qué país hablamos, cuando nos ponemos a insultar a los demás?