Los mayordomos del siglo XXI.
La figura del concierge, algo así como un asistente personal que soluciona problemas, realiza gestiones y hace recados.
Mateo y Carmela llevan un año casados. Los dos trabajan fuera de casa. Salen a las ocho de la mañana y regresan casi a las nueve de la noche. Entre semana apenas pueden comentar la jugada del día. Por fin llega el sábado. Pero entonces hay que ir al súper, limpiar la casa, hacer lavadoras, planchar... Y el fin de semana se esfuma. La realidad de Mateo y Carmela es el día a día de muchos ciudadanos engullidos por el ajetreo de la vida moderna. ¿Dónde está el tiempo para el ocio? Sacar provecho a las pocas horas de tiempo libre de cada uno se ha convertido casi en una obsesión para ellos. Y precisamente con ese objetivo, el de rentabilizar al máximo el tiempo libre, emergen nuevas profesiones urbanas destinadas a mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
La figura del concierge, algo así como un asistente personal que soluciona problemas, realiza gestiones y hace recados, es la última profesión que se añade a una lista de trabajos que contribuyen a hacer más llevaderos los horarios laborales maratonianos y a optimizar el tiempo libre. Paseadores de perros, entrenadores físicos que acuden a casa o servicio de tintorería a domicilio son otros ejemplos de profesiones emergentes.
"Se está dando un fenómeno muy concreto: existe un punto de encuentro de dos necesidades que se satisfacen. Por un lado, la imaginación empresarial de personas que tratan de abrirse un espacio en el mundo profesional y que encuentran, por otro lado, un sector social dispuesto a pagar unos servicios que les permiten disfrutar de un cada vez más apreciado tiempo libre", argumenta el profesor de Psicología Social Tomàs Andrés.
Este servicio de mayordomos del siglo XXI lo ofrece, desde hace unos meses, la empresa Barcelona Relocation Services (BRS), que nació hace cuatro años con el objetivo de facilitar la implantación en la ciudad a ejecutivos extranjeros de un alto nivel adquisitivo. "Cuando ya estaban instalados seguían llamándonos para que les solucionáramos infinidad de problemas o simples gestiones", explica la empresaria Beatriz Carro. En ese momento vio que podía cobrar por ese servicio añadido que estaba dando gratuitamente y además ampliarlo a todo aquel, extranjero o no, que lo pudiese necesitar.
"El trabajo del concierge permite que el cliente pueda disponer de todo su tiempo libre; el asistente es quien le soluciona los trámites y le hace los recados", añade. El cliente paga por 5 horas al mes 160 euros (por 10 horas son 300 euros y por 15 horas, 420 euros). En este sentido, el psicólogo Tomàs Andrés añade que "socialmente se considera que cuanto más tiempo de ocio tiene una persona, más alto es su nivel de calidad de vida y bienestar social".
BRS cuenta con cinco concierges y en poco tiempo ya atiende a una treintena de clientes. Entre los trámites más cotidianos destacan hacer compras, reservar mesa, buscar viajes, organizar caterings o contratar servicios domésticos. "Pero nos han llamado hasta para traducir una carta", afirma Carro.
Comprar entradas, gestionar problemas domésticos, reservar mesa en un restaurante, pedir hora al médico, adquirir un regalo, buscar vuelos, contactar con caterings o acompañar a hacer compras son sólo algunas de las gestiones que realiza a diario Cecilia Cadarso. Lo curioso del caso es que no lo hace para ella sino para sus ocho clientes a los que soluciona la vida casi cada día.
Cecilia tiene 26 años y es concierge, o lo que es lo mismo, asistenta personal. "Soy una especie de secretaria, conozco muy bien los gustos de mi cliente y es vital que él confíe en mí", asegura Cecilia. Para trabajar de concierge es necesaria una condición básica: ser espabilado.
"Tienes que solucionar los problemas de una persona en muy poco tiempo; digamos que le solucionas los marrones y más", bromea. Pero lo más importante para Cecilia es la paciencia. "No puedes estresarte por ellos; tienes que transmitirles confianza y decirles que se va a solucionar".
Sus clientes tienen en común que son "personas que trabajan y valoran mucho su tiempo y la tranquilicuando acaban de trabajar quieren llegar a casa sin preocupaciones y con sus problemas personales resueltos", resume. Cecilia está operativa de ocho de la mañana a ocho de la tarde. Su trabajo se computa por horas. Así, a final de mes se suma el tiempo que ha destinado a las diferentes gestiones y se le pasa la factura al cliente. A priori, el cliente ya ha comprado un bono de 5 horas (160 euros), 10 horas (300) o 15 horas (420 euros). Y todo lo que exceda del tiempo contratado se le cobra aparte.
No hay nada que haya pedido ningún cliente que Cecilia no haya podido solucionar. "Siempre lo podemos solucionar, es cuestión de tiempo; y si no se puede es que no existe". Cecilia es una de las cinco concierges que trabajan en la empresa Barcelona Relocation Services (BRS).
Entre las gestiones habituales se encuentran la de contrastar precios de vuelos, alquilar coches, buscar un dentista, contratar un servicio de catering para una fiesta, comprar regalos, enviar flores, etcétera. Pero entre llamada y llamada siempre hay alguna sorpresa. "A un cliente le cogió ciática y me llamó para que le enviara urgente a un acupuntor", recuerda Cecilia. En otra ocasión, tuvo que ir al aeropuerto a recoger los perros de un cliente y llevarlos a su casa. Y el día de Nochevieja, otro se quedó sin gas y tuvo que hacer gestiones para que esa misma noche, en la que el cliente tenía invitados a cenar, pudiera contar con el servicio. "Llega un momento en que mis problemas ya ni me preocupan", dice sonriendo.
Para solucionar problemas tan variopintos, la empresa BRS cuenta con una amplia base de datos que contiene desde canguros disponibles en tiempo récord hasta dentistas que hablan francés o guarderías para perros.
Pero no todo son dificultades. A Cecilia le resulta muy gratificante ver cómo "estas personas se sienten muy agradecidas porque gracias a mi trabajo ellas pueden disponer de todo su tiempo libre para hacer lo que les apetezca".
La optimización del tiempo es precisamente lo que valora un despacho de abogados que ha contratado este servicio. "Hay llamadas y gestiones en las que se pierde mucho tiempo y que puedes delegarlas en otras personas; sobre todo el tema viajes o emergencias de último minuto sobre reservas de restaurante y hoteles para clientes", explica Ignasi Costas, de Rouseaud Costas Duran asesores legales y tributarios. Ahora les cunden más las horas de trabajo.
Costas fue de los primeros clientes en contratar una concierge.Fue a finales del verano pasado. Su experiencia ha sido tan positiva que piensa seguir. "Los momentos de desesperación, que son muchos, los hemos trasladado a otra persona que se encarga de solucionar todo lo que le pedimos", añade. Recuerda un momento cómico: "Un cliente iba en taxi a una reunión y necesitábamos urgentemente una corbata". Lo último que le han pedido es un profesor de inglés jurídico.
No conozco a nadie a quien le guste planchar", asevera Aleix Escassi, gerente y socio fundador de Plancha Express, un servicio de tintorería a domicilio. Sobre esa premisa nació el negocio. "El tema de la plancha está mal resuelto en casi todas las casas y vimos que en otras ciudades existían servicios que planchaban la ropa del cliente y se la llevaban a casa", explica.
En abril del 2003 abrió en Barcelona Plancha Express, pensado para descargar a las personas de "ese sufrimiento que supone lavar y planchar". El funcionamiento es sencillo: el cliente llama y en una hora de margen le pasan a recoger su ropa sucia. En un plazo mínimo de 36 horas, le devuelven su ropa lavada y planchada. "Se trata de que el cliente pueda dedicar su tiempo libre a lo que más le guste", añade Escassi.
Además, el cliente puede elegir cómo quiere que le entreguen la ropa: doblada, colgada, embolsada... El transporte es gratuito y el pedido mínimo es de 15 euros. Como ejemplos de sus tarifas, lavar en agua y planchar una blusa cuesta 2,60 euros (2,10 sólo plancharla) y un pantalón sin raya 3 euros (2,50 sólo plancha).
El perfil de los usuarios de este servicio es muy variado. "Nos sorprendió el espectro tan amplio de clientela que en seguida se puso en contacto con nostros", dice. Los responsables de Plancha Express pensaron, en un primer momento, que la mayoría de clientes serían solteros o solteras que trabajan y no tienen tiempo para lavar o planchar. "Pero no, resultó que empezaron a llamar amas de casa; matrimonios jóvenes en que ambos trabajan; personas que viven solas o incluso gente que tiene señora de la limpieza pero prefiere liberarla de la plancha para que se dedique a tareas de limpiar".
En su opinión, "es cuestión de valorar el coste de tu tiempo de ocio; ¿el poco tiempo que uno tiene libre lo quiere para lavar y planchar o para pasárselo bien?". Tras casi dos años en funcionamiento, 2.500 personas se han beneficiado de los servicios de lavandería, tintorería y plancha.
El 70% de sus clientes son ocasionales, pero el resto son "clientes fijos y fieles que ya ni llaman por teléfono, ya tenemos acordado el día que pasamos a buscarles la ropa", cuenta. Escassi se muestra satisfecho porque asegura que este grupo de clientes fieles cada día crece más. La expansión del negocio ha llevado a los empresarios de Plancha Express a plantearse la incorporación de los servicios de tinte y de limpiar zapatos.
En el negocio de la tintorería a domicilio existen dos momentos fuertes de trabajo al año, que coinciden con los cambios de temporada. "Cuando se hace el cambio de armario de invierno a verano o al revés la gente ya no se da las palizas de antes de limpiarlo y plancharlo; ahora nos llaman y en un día ya lo tienen todo a punto".
Escassi compara su negocio con un lavavajillas. "La gente ya no lava platos porque tiene un aparato y mientras éste hace el trabajo puede ver la tele o leer un libro; pues nosotros hacemos lo mismo, somos como un bromea.electrodoméstico más".