Laboriosidad y responsabilidad en la niña bien educada
Las niñas bien educadas deben acostumbrarse a colaborar en casa y a ser responsables con sus obligaciones
¿Qué obligaciones debe cumplir una niña bien educada?
Aquella urbanidad
1. ¿Por qué hemos de trabajar?
Porque es una obligación que Dios ha impuesto a todos los hombres. El pájaro ha nacido para volar, el pez para nadar y el hombre para trabajar.
2. ¿Con qué palabras nos impuso Dios esta obligación?
Con estas: "Comerás el pan con el sudor de tu frente".
3. ¿Por qué razón han de trabajar además las niñas?
Porque únicamente se alcanza el saber trabajando desde la niñez con perseverancia.
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4. ¿Han de trabajar también las que son ricas?
Sí, señor; porque Dios ha impuesto la obligación de trabajar a todos los hombres, sin distinción de ricos o pobres.
5. ¿Qué males ocasiona la pereza?
Ocasiones innumerables males, porque es madre de todos los vicios, según nos advierte la Sagrada Escritura.
6. ¿Qué vicios trae más particularmente la pereza?
Trae más particularmente la tristeza, la glotonería, la hipocresía, y además es causa de muchas enfermedades.
7. ¿De cuántas maneras se puede ser perezoso?
De dos particularmente: no cumpliendo con la obligación que uno tiene que cumplir, o cumpliéndola mal y fuera del tiempo determinado.
8. ¿Qué beneficios trae la laboriosidad?
Primeramente, la bendición de Dios, y la satisfacción íntima nuestra; trae, además, el respeto de los hombres.
9. ¿Trae también beneficios materiales?
Suele traerlos con gran abundancia, porque el hombre trabajador tiene feliz éxito o por lo menos buenos resultados en cuanto emprende.
Inesita, la niña perezosa
Estaba Inesita, que era una señorita buena, pero algo perezosa, mirando por la reja y pasó la señora Benita, una pobrecita que los padres de Inesita acostumbraban a socorrer.
-¡Déme una limosnita, señorita, que Dios se lo pagará!, dijo la pobre alargando la mano.
Inesilla vio un canastillo de pedazos de pan que tenía encima de la cómoda para dar limosna a los pobres, pero como era perezosa, según se ha dicho, por no levantarse dijo a la pobre viejecita que casi no podía andar de lo impedida que estaba:
- Entre y suba, señora Benita.
La señora Benita, que era muy lista y tenía confianza en aquella casa dijo con gracia:
¡Ay, señorita!, ¿tan grande es lo que me quiere dar que no puede pasar por la reja?
Tenía razón la señora Benita. Ante los hombres, el modo de dar vale tanto como lo que se da, y ante Dios cuenta más el sacrificio y la bondad que la limosna material.