Cómo evitar los deslices sociales: consejos sobre cómo evitar que las situaciones sociales incómodas sean aún más incómodas
Los deslices social, meter la pata o como queramos llamarlo es algo relativamente habitual. Lo importante es que sea algo anecdótico pero no un comportamiento habitual
Cómo podemos hacer frente a las situaciones incómodas y los deslices sociales
Todos, o casi todos, tenemos deslices sociales. Son esas situaciones sociales incómodas que no salen como esperábamos. Ya sea pararse demasiado cerca de un invitado para charlar, tropezarse con alguien en una fiesta o hacer una broma que no fue muy graciosa u oportuna. A todos nos ha ocurrido algo parecido en algún momento de nuestra vida. Pero, ¿y si hubiera una manera de evitar estos deslices sociales? Aquí hay algunos consejos sobre cómo evitar que una situación sea aún más incómoda. Podemos lograr que las interacciones sociales cotidianas sean más fáciles y agradables siguiendo unas básicas reglas de etiqueta y cortesía.
Cómo evitar los deslices sociales
Los deslices sociales pueden ser incómodos. Sentimos que estamos haciendo algo mal o que no estamos a la altura. Pero hay maneras de evitar los deslices sociales. Solo hay aprender a lidiar con estas situaciones.
1. Evitar beber demasiado.
Puede ser tentador beber un poco más de la cuenta cuando vamos a una fiesta o salimos con amigos. Sin embargo, si bebemos demasiado puede ser más difícil pensar con claridad. Esto puede llevar a muchas situaciones embarazosas. No solo pondremos en situaciones incómodas a los anfitriones sino al resto de los invitados
2. Cuidado con tener la mirada 'perdida' o distraída.
Las personas a las que no les gusta conversar o que no están interesados en las conversaciones sociales, dejan que sus ojos miren de forma distraída a su alrededor o bien miran por encima del hombro de la persona con la que están hablando. Todos nos hemos sentido atrapados en conversaciones poco interesantes o aburridas en un momento u otro de una cena o en cualquier otro tipo de evento.
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Aunque nos cueste, es un gesto de cortesía aceptar que debemos dejar que la conversación siga su curso, hasta que llegue a un punto natural en el que podemos presentar nuestras disculpas y una excusa para abandonar esa conversación. Algo tan simple como voy a buscar una copa -a por otra bebida- o una excusa más genérica como la de "mezclarse" con los demás invitados y participar en otras conversaciones.
Otra opción, aunque no siempre funciona, es tratar de cambiar el tema de conversación. ¿Por qué no siempre funciona? Porque el tema de conversación puede que no sea el 'problema' sino las personas que participan en esa conversación.
Es admirable como algunas personas responden a este desafío de entrar y salir de conversaciones con cierta facilidad y estilo. Nunca parecen quedarse sin temas de conversación, son excelentes relaciones públicas para hacer participar a las personas más tímidas y crear una atmósfera de disfrute y diversión para todos los invitados.
3. El teléfono móvil - celular, ¿un aliado o un "enemigo"?
Una llamada -ficticia o no- o un mensaje puede evitarnos cualquier situación incómoda que nos pueda surgir. Ya sabemos que el teléfono celular - móvil no es 'bien recibido' cuando estamos en determinados eventos. Pero también podemos utilizarlo como 'salvavidas' en determinados momentos. Solo hay que saber utilizarlo con la excusa adecuada.
4. Hay tiempo para hablar y para escuchar
No somos muy dados a escuchar. Incluso, podemos afirmar que no estamos muy educados para escuchar. Hay personas que son demasiado locuaces. Personas que tienen opiniones sobre todo y que no se inhiben en absoluto a la hora de expresarlas. Saben de todo -o eso creen- y no tienen ningún pudor en decir lo que piensan o lo que creen que saben -aunque realmente no tengan ese conocimiento-. Expresan sus opiniones, aunque eso pueda molestar a otras personas.
Los buenos conversadores suelen ser grandes oyentes. Saben escuchar. Son tolerantes y comprensivos. Hacen preguntas abiertas (que no exigen respuestas simples de 'sí' o 'no'). Escuchan atentamente las respuestas, y son capaces de participar en todo tipo de conversaciones. Pero, ¡cuidado con las preguntas que se hacen! Nada de preguntas muy personales, que puedan invadir el plano más íntimo de una persona. Tampoco preguntas que socialmente no son bien vistas como temas de dinero -cuánto gana, precio de un objeto o una propiedad, etc.-.
Las interrupciones. La tendencia a interrumpir está estrechamente relacionada con la incapacidad de escuchar. La gente que interrumpe suele ser impaciente, amén de poco educada. El que interrumpe tiene un deseo irrefrenable de entrometerse en la conversación sin esperar a que termine la persona que está hablando. Por eso, interrumpir es extremadamente grosero. Si queremos interrumpir para decir algo importante, debemos establecer contacto visual con la persona que está hablando y decir algo así como: "Discúlpeme por interrumpiendo, pero..."
5. Evitar la arrogancia. Presumir de todo lo que tiene y de la gente a la que conoce
Hay personas que cuando socializan son altaneras, distantes e incluso soberbias. Quieren ser el centro de atención de la fiesta o encuentro. Quieren causar un impacto, convertirse en la persona de la que todo el mundo habla en la fiesta. Son personas ambiciosas que ven este tipo de encuentros sociales como una forma de mejorar su reputación, su imagen o su carrera.
Otra de las características peculiares de este tipo de personas son sus relaciones con personajes famosos o importantes. Se jactan, no solo de conocer a tal o cual persona, sino de ser amigos íntimos o incluso familia.
Pero, a pesar de sus esfuerzos por presumir de sus conocimientos, estatus, logros, riqueza, amistades y habilidades, lejos de ganar elogios, se convierten rápidamente en 'parias' sociales. Son personas a las que muchos invitados tratan de evitar o de no cruzarse en su camino.
Si nos encontramos alguna persona de este 'tipo', ¿cómo podemos salir de esta situación tan incómoda? Primero, damos un paso atrás manifestando nuestra sorpresa y respiramos hondo. En segundo lugar, tratamos de encontrar el lado positivo a esa situación. Finalmente, mantenemos la calma y tratamos de pensar rápidamente en algo que pueda mejorar ese encuentro.
Por último, recordar que un desliz es un error sin importancia, no intencionado. La actitud persistente en un error o en un comportamiento inadecuado es algo más que un desliz. Es, simplemente, mala educación.