Ceremonial de imposición de Birretas cardenalicias.

Relación circunstanciada de todos los trámites que se han seguido en los actos, ceremonias y etiquetas que están en práctica y se deben observar para la investidura de los Reverendos Cardenales.

Guía de Protocolo Diplomático.

 

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Imposición de Birretas cardenalicias. Ceremonial.

Relación circunstanciada de todos los trámites que se han seguido en los actos, ceremonias y etiquetas que están en práctica y se deben observar para la investidura de los Reverendos Cardenales súbditos de los Reyes de España, cuando éstos les imponen la Birreta, para que sirva de formulario en los casos análogos que puedan ocurrir.

El día 15 de Octubre de 1850 llegaron a esta Corte los Señores Condes D. Camilo Pacca y D. Lorenzo de los Príncipes Altieri, Guardias Nobles del Santo Padre, encargados, el primero de llevar al M.R. Arzobispo de Sevilla D. Judas José Romo el solideo cardenalicio, a cuya ciudad se dirigió inmediatamente, y el segundo comisionado también para entregar igual insignia al M.R. Arzobispo de Toledo Don José Bonel y Orbe.

Don Lorenzo tuvo la honra de ser presentado por el Nuncio de Su Santidad, Monseñor Brunelli, a la Reina Nuestra Señora, el día 18 en Audiencia privada, y S.M. le recibió con su acostumbrada afabilidad. Su compañero Pacca hubiera tenido la propia satisfacción y al mismo tiempo, si no hubiera estado ausente, pero sólo se aplazó hasta su regreso de Sevilla el día 9 de Noviembre.

El día 1.° del mes de Noviembre había sido presentado a S.M. la Reina, a su Augusto Esposo y a la Reina Madre Mons. Wenceslao, Conde Ledochouski, Ablegado Apostólico, comisionado por el Papa para traer las Birretas cardenalicias a los M.R. Arzobispos de Toledo y de Sevilla, y fué recibido por SS.MM. con singular agrado y distinción. Al entregar el Conde a la Reina sus Credenciales de Ablegado, dirigió a S.M. un breve discurso en latín, y S.M. le contestó en términos sumamente expresivos. A la Audiencia privada de la Reina asistió el Señor Marqués de Pidal, primer Ministro de Estado, y el Conde de Sevilla la Nueva, Introductor de Embajadores, estando S.M. acompañada de su Real servidumbre. En seguida pasó el Ablegado, acompañado del Introductor, al cuarto de S.M. el Rey, a quien entregó igualmente Carta Credencial, y finalmente a la Reina Madre, habiendo sido acogido por todos del modo más favorable y lisonjero. Ocioso será decir que el día antes de presentar el Ablegado la Credencial a SS.MM. había entregado al Señor Marqués de Pidal una carta del Papa y otra del Reverendo Cardenal Antonelli, Presbítero Secretario de Estado de Su Santidad. En suma, presentó ocho cartas en forma de Credenciales.

Ocurrió la duda de si el Ablegado sería presentada a SS.MM. por el Señor Nuncio, que es el Representante del Sumo Pontífice en Madrid, o sólo por el Señor Ministro de Estado, que es el que acompaña a los Embajadores y Ministros Plenipotenciarios extranjeros, etc., y se resolvió que lo fuese como éstos, sin asistencia del Nuncio, mediante estar autorizado como ellos, no sólo con una Credencial, sino con ocho. Estas cartas, traducidas del latín unas, y otras en italiano, están copiadas en el expediente.

Asimismo están copiadas las propuestas a S.M. para las presentaciones del Ablegado y Guardias nobles, o igualmente las Reales órdenes, notas y oficios de avisos a las personas que habían de asistir.

Estaba preparado un artículo para insertarle en la Gaceta del sábado 2 de Noviembre, haciendo referencia de la presentación del Ablegado, pero se creyó más conveniente esperar al día 11 para hacer la relación más circunstanciada de la ceremonia en Capilla pública de imponer la Reina las birretas a los nuevos purpurados. A esta ceremonia no asistió el Señor Ministro de Estado ni el Introductor de Embajadores.

En consecuencia, se propuso a la Reina, el 6 de Noviembre, lo que se consideró oportuno para que se dignase señalar el día y la hora de la solemne ceremonia de la investidura de los dos llamados a formar parte del Sacro Colegio Romano. S.M. designó el domingo 10 de Noviembre, a la una del día, en Capilla pública, aunque generalmente se hubiese hecho antes en el Oratorio; lo que no dejó de ofrecer algunas dificultades y embarazos para el ceremonial y etiqueta de Palacio, porque no sabían cómo designar los puestos en este caso imprevisto, por la confusión que se recelaba entre los funcionarios asistentes de derecho a la Capilla pública ordinaria y los nuevamente convocados para la ceremonia extraordinaria, para no dar lugar a quejas ni competencias de rango o de autoridad en la precedencia.

Para tomar las disposiciones oportunas, comunicó el Señor Ministro de Estado los avisos al Mayordomo Mayor de la Reina, al Sumiller de Corps, al Patriarca de las Indias, a los Reverendos Arzobispos de Toledo y de Sevilla y al Señor Nuncio Apostólico, a éste puramente para que hiciese saber al Ablegado lo resuelto por S.M. acerca de la ceremonia.

También se suscitó la duda (y aun se dilató la expedición de las comunicaciones) sobre si debería hacerlas el Señor Ministro de Estado o el Mayordomo Mayor de la Reina, por ser función de Palacio; pero se pasaron por Estado, aunque no sin algún recelo de que la susceptibilidad de los Jefes superiores de la Real Casa se creyese lastimada en sus prerrogativas.

Todas las notas, Reales órdenes y oficios están sucesivamente copiados, y asimismo al final la relación que se insertó en la Gaceta.