Nociones generales. Noción de urbanidad.

Suele entenderse por cristiana Urbanidad el arte de portarse cortésmente en pensamientos, palabras y obras, tal como lo requieren la propia dignidad y la de aquellos con quienes se trata.

 

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¿Qué se entiende por verdadera y cristiana Urbanidad? ¿Qué es la Urbanidad como virtud social? ¿Cuáles son sus elementos material y formal?

Suele entenderse por cristiana Urbanidad el arte de portarse cortésmente en pensamientos, palabras y obras, tal como lo requieren la propia dignidad y la de aquellos con quienes se trata.

Cuando se la limita tan solo a regular las formas exteriores, se empequeñece y falsea el concepto de la verdadera y cristiana Urbanidad, confundiéndola con los superficiales formulismos de la cortesía mundana, como si no creyésemos que en todas nuestras acciones somos hechos espectáculo de Dios, de los ángeles y de los hombres.

La Urbanidad, como virtud, es la afabilidad, que regula nuestro comportamiento, según lo exigen la justicia, la caridad y su uso común. Así lo entiende Santo Tomás de Aquino cuando, al tratar de esta virtud, dice: "Oportet autem hominem convenienter ad alios homines ordinari in comuni conversatione tam in factis, quan in dictis, ut scilicet ad unumquemque se habeat, secundum quod decet". (2ª,2ªe, quaest. 114, artículo I).

Constituye un elemento material de la Urbanidad todo pensamiento, palabra, gesto y acción humana que tenga relación con nuestro buen comportamiento ("Como del corazón procede toda la vida, así también del mismo ha de provenir toda bondad, de la cual es hija legítima la Urbanidad. Y por tanto, si quieres poseer ésta, es necesario que compongas ordenadamente todos tus pensamientos y afectos, a fin de no permitirte nada que pueda en algún modo ofender a tu prójimo; sin echarte la cuenta de que del pensamiento al hecho hay largo trecho, pues resulta fácil hacer este tránsito" A.M. Micheletti),y el formal, las normas de cortesía que les modifican, para manifestar exteriormente respeto, estimación o benevolencia: así, por ejemplo, el detenerse en la calle es una acción de suyo indiferente; pero el hacerlo para saludar a un amigo con finas palabras y risueño semblante, esto ya demuestra la delicadeza de quien así se porta.

¿Qué vicios se le oponen? ¿Cuál es el más sólido fundamento de la Urbanidad?

A la Urbanidad se oponen: por defecto el egoísmo de los que siempre anteponen sus gustos y conveniencias a las normas corrientes del trato social, la descortesía de los que en nada se preocupan de mostrarse afables, y la grosería de los que conculcan descaradamente las reglas de la pública decencia; y por exceso, la afectación de los que hacen ostensible alarde de cumplimientos, la adulación de los que intencionadamente se exceden en tributar cortesías inmerecidas, y el formulismo de quienes se esclavizan a normas de etiqueta, a veces inoportunas y ridículas.

El fundamento más sólido de la Urbanidad es la caridad, puesto que ella me da las reglas para manifestar exteriormente la benevolencia para con el prójimo, enseñándome a portarme con él como quisiera que lo hiciesen conmigo. Además la Urbanidad es fruto de la afabilidad, y ésta procede de la amistad, la cual no es más que uno de los defectos de la caridad para con el prójimo, o sea el cumplimiento del precepto divino: Amarás a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo. Por eso pudo muy certeramente San Francisco de Sales llamarle "la flor más delicada de la caridad".

¿Qué otras virtudes requiere y cultiva la Urbanidad? ¿Cómo puede destruirse el mérito de las acciones prescritas por la Urbanidad?

Entre otras muchas virtudes que requiere y cultiva la Urbanidad, son dignas de notarse la humildad y la abnegación. " La Cortesía -como dice el Venerable Palafox- es hija de la humildad " y compañera inseparable de la mortificación de los propios gustos y conveniencias. Al dar muestras de benevolencia, se acrecientan la humildad y la abnegación, y sin estas virtudes sólo podrá darse ficticia cortesía.

El mérito de las acciones prescritas por la Urbanidad puedo destruirle con las torcidas intenciones, que me hagan obrar cortésmente por fines mundanos: con la hipocresía que nos mueve a portarnos de modo contrario a nuestros sentimientos, y con la rutina, que trueca en actos mecánicos las acciones conscientes.

Los Libros Sagrados, ¿reconocen la importancia de la Urbanidad? Cíteme usted algunos ejemplos bíblicos de cortesía: ¿Los santos dieron muestras de aprecio a las leyes de la Urbanidad?

La importancia de la Urbanidad es reconocida por los mismos Libros de la Sagrada Escritura, ya que en el Antiguo Testamento se detallan y prescriben muchas ceremonias de cortesía, y en los Santos Evangelios el mismo Divino Maestro también aconsejaba a los Apóstoles que observasen las normas corrientes del trato social.

Son ejemplos de delicada Urbanidad: el recibimiento que hizo Abraham a los tres Angeles que se le presentaron en forma de viajeros; la conducta de los hijos de Jacob en Egipto, tanto por parte de José, como de sus hermanos; el comportamiento de Booz con Ruth y con los segadores, y las múltiples ceremonias y usos que Moisés prescribió a su pueblo.

Además, en el Nuevo Testamento, Jesucristo nos dio ejemplos de cortesía, saludando a sus discípulos, dejándose obsequiar y lavar los pies por sus amigos, adelantándose afablemente a socorrer necesidades y cumplir íntimos deseos, y hasta dando muy buenas lecciones de cortesía a sus Apóstoles, los cuales también practicaron en su predicación y en sus cartas, como lo demuestran los Hechos de los Apóstoles y las Epístolas, especialmente la dirigida por San Pablo a Filemón.

Entre los santos de todos los siglos, aunque no falta la excepción de los que fueron guiados por el Espíritu Santo por vías extraordinarias muy diversas de los usos sociales, como San Hilarión y San Benito José de Labre, puede decirse que, por regla general, los que llegaron a la santidad heróica no dejaron de practicar y recomendar las principales reglas de cortesía, logrando algunos de ellos ser en esto verdaderos dechados, como S.Francisco de Sales, el Beato Jordán de Sajonia, y en nuestros días , San Juan Bosco, Santa Sofía Barat, Santa María Micaela del Santísimo Sacramento y San Antonio María Claret.

La Santa Madre Iglesia, ¿ha recomendado la cortesía a sus clérigos? ¿Qué otras razones demuestran la importancia de la Urbanidad?

Nuestra Santa Madre la Iglesia también ha recomendado reiteradamente a sus predilectos hijos, los clérigos, que estudien y practiquen las reglas de la cortesía cristiana, además de que las leyes litúrgicas componen un código completo de Urbanidad. El mismo Concilio Tridentino (en su capítulo I, párrafo 22, De reformatione) dice: "Decet omnino clericos in sortem Domin i vocatos vitam moresque suos omnes componerre ut habitu, gestu, incessu, sermole alisque omnibus rebus nihil nisi grave, moderatum ac religione plenum prae se ferant... et eorum actiones cunctis afferant venerationem"; y hasta el Código de Derecho Canónico preceptúa a los Rectores de Seminarios que la enseñen a sus alumnos con frecuencia: "Saepius eis verae en christianae urbanitatis leges tradant eosque exemplo ad illas colendas excitent; hortentur praeterea un traecepta hygienica, vestium et corporis munditiam et quamdam in conversando comitatem cum modestia et gravitate conjunctam, jugiter servent". (Can. 1369, 4. 2).

La misma razón confirma las ventajas de conocer y practicar las reglas de Urbanidad, pues mediante ellas puedo lograr la gloria de Dios y el propio aprovechamiento, honrar a la Iglesia que me dio esa cultura y cortesía, y servir de edificación y provecho a la sociedad en que vivo.

Cuando hago un acto de Urbanidad, practico una acción buena y meritoria ante Dios y ante los hombres, y hasta podrá después la cortesía servirme como recurso de celo apostólico.

¿Qué plan conviene seguir en el estudio de las reglas de Urbanidad? ¿Qué clases de deberes puede regir la Urbanidad?

Como las reglas de Urbanidad son las normas por que debo regular el cumplimiento de todos mis deberes, puedo irlas estudiando agrupadamente, según las diversas relaciones de que soy capaz.

Estos deberes y relaciones de que ahora soy capaz son: para con Dios; para conmigo mismo; para con mi familia; los propios de la vida de comunidad en el Seminario y las demás relaciones de la vida social.