Normas de Protocolo y Ceremonial. III. Recepciones oficiales y privadas.

El trato oficial con los miembros del gobierno ante el cual se está acreditado, así como con los representantes de otras naciones debe ser cordial, franco y respetuoso.

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Ya se ha comentado lo importante que resulta el asunto de las precedencias y, para estos actos formales, se debe ser muy escrupuloso en dicho aspecto; ya que cualquier error por involuntario que pareciera, puede dar origen a comentarios negativos hacia el anfitrión. En las ocasiones en que haya invitados de honor, éstos se sentarán a la derecha de los anfitriones; el caballero a la derecha de la anfitriona y la dama, a la derecha del anfitrión.

En ciertas ocasiones, suele suceder que el invitado de honor, sea de menor rango o jerarquía que uno o varios de los convidados; en cuyo caso si se sabe que en el medio la observancia de las precedencias es muy rigurosa, por cortesía se les puede consultar a los demás invitados si estuviesen de acuerdo en dejar en el lugar de honor al homenajeado. Es difícil que se represente una oposición, ya que al aceptar la invitación en honor de alguien, está implícito el sentimiento de amistad hacia él. Estas ceremonias revisten mayor solemnidad si se ofrecen por la noche y permiten por otra parte, una mayor flexibilidad en cuanto al tiempo, pues normalmente después de dicho compromiso, ya no se concurre a las actividades cotidianas, como sería el caso de la comida al mediodía.

Para el invitado también hay ciertas normas que recordar, como el considerar que la cena representa para los anfitriones un trabajo, preocupaciones porque todo salga bien, en fin, tensiones. Entonces, no se debe abusar ni haciéndoles esperar, ni quedándose demasiado tiempo después de lo que podría considerarse una hora prudente para retirarse. Asimismo, aunque la atmósfera sea muy grata, no se debe abusar de las bebidas alcohólicas y en el caso de que los anfitriones no lo acostumbren, no fumar durante el tiempo que se permanezca en la mesa; a menos que se decida tomar el café en el mismo lugar.

Las Recepciones Privadas.

Son las que se ofrecen con un carácter menos formal que las oficiales, estas pueden brindarlas los Jefes de misión o cualquiera de los demás funcionarios de la representación. Los motivos pueden ser de diferentes tipos: de carácter cultural, social o familiar.

Aún en este tipo de reuniones -como una práctica-, se estila en los medios diplomáticos enviar la correspondiente invitación y por cortesía confirmar la asistencia; así como por parte del invitado hacerse presente -si la costumbre y los medios la permiten-, con un ramo de flores o algún otro obsequio significativo.

El oferente cuidará todos los detalles, como por ejemplo: que haya suficiente servicio y sobre todo, que la comida sea de buen gusto y de ser posible, representativa de su país, lo que le dará un toque particular a la reunión.

En virtud de que en la época actual es difícil contar con personal especializado en el "bien servir", el diplomático a través de su esposa, o él mismo, debe de entrenar muy bien al personal de servicio; para que observe desde las atenciones iniciales en la recepción -al tomar el abrigo, sombrero a paraguas de los asistentes-, hasta cómo servir correctamente la comida a la hora de estar sentados. Se insistirá mucho en el orden a servir:

En primer lugar, se sirve a la dama que se sienta a la diestra del anfitrión, después a la de la izquierda y así sucesivamente, hasta terminar con la anfitriona. Con los hombres se empieza igual, primero se sirve al caballero sentado a la derecha de la señora de la casa, luego al de la izquierda, para terminar con el que convida a la comida.

Del mismo modo, será importante que se observen los pequeños detalles, como el lado por donde se sirven las cosas y por donde se retiran los utensilios:
Los vinos serán servidos por la derecha, las comidas por la izquierda; los platos sucios se apartan por el lado derecho y uno por uno y el plato limpio se coloca por la izquierda. El agua debe estar servida en la copa correspondiente, antes de que los comensales se sienten a la mesa.

En caso de que la reunión sea una cena formal, el empleo de candelabros, dará un toque de distinción a la mesa; si fuera posible habría que usar platos de base, los que son generalmente metálicos y los hay de plata, de alpaca, de bronce y de cobre y su empleo dependerá de la importancia de la ocasión y de las posibilidades del funcionario.

Se debe recordar que para el logro de todos esos detalles, es más importante el calor humano y los manjares a servir, que el lujo con que éstos se presenten.

Ahora bien, se debe destacar que, "la elegancia no está reñida con la modestia". Las copas no tienen que ser necesariamente de cristal cortado, o la vajilla de las más finas; los cubiertos no necesitan ser de plata, o las servilletas bordadas en las telas más delicadas. Con buen gusto, se puede recurrir a utensilios típicos del país, que en el caso de México los tenemos para todos los gustos y necesidades.

Por último: Para el caso de que se trate de una comida o cena formales, es aconsejable recurrir a la elaboración de un pequeño plano de mesa y sus correspondientes tarjetas para facilitar la localización de las posiciones en que van a quedar los invitados, sobre todo si el número excede de diez. En ocasiones especiales, será bien visto si los anfitriones ceden el lugar a su superior jerárquico, o al invitado de más alto rango.