La dicción. Cómo hablar de forma correcta.

Antiguamente, en los colegios, se practicaban clases diarias de lectura hasta muy avanzada la educación.

Ediciones de la Sección Femenina, Departamento de Cultura. 1.955

 

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Convivencia Social. Formación Familiar y Social. Tercer curso.

Otro ejercicio.

Antiguamente, en los colegios, se practicaban clases diarias de lectura hasta muy avanzada la educación. Pero hoy en día el bachillerato, con su intensidad de materias, no da lugar a este ejercicio cultural, y es preciso que vosotras mismas os ejercitéis en ello, por vuestro propio interés.

Vuestra voz, vuestras palabras correctas (y no chabacanas, ni pedantes), os atraerán la consideración y el respeto. Es vuestra manera de expresaros lo que más indicará la educación que habéis recibido y de qué ambiente procedéis.

Esta manera correcta de expresaros en tonos agradables, ni agudos ni bajos, con palabras adecuadas y bien pronunciadas y llenas de expresión, os será útil para exámenes y para cualquier trabajo que desempeñéis y para desenvolveros en sociedad.

Así, en cuanto a la voz y a la pronunciación, os aconsejo para toda la vida: leer unos minutos diarios en voz alta, con preferencia poesía, y sin exagerar, tratar de guardar las reglas del ejercicio anterior.

También otra práctica necesaria: es, cada vez que os sorprendáis hablando a gritos o con voz chillona, obligaros a vosotras mismas a repetir lo que habíais dicho, en voz más baja. Aún cuando estéis enfadadas, no alcéis la voz.

Ejercicio práctico.

Este trozo de poesía puede ser un excelente ejercicio de dicción. Tiene una entonación o consonancia muy fácil. Sus exclamaciones e interrogaciones favorecen la recitación lenta y expresiva. Su contenido es como su musicalidad, fácil, pegadizo, muy popular. Tal vez un poco demasiado almibarado para el gusto poético de la actualidad.

Era un jardín sonriente;
era una tranquila fuente
de cristal;
era, a su borde asomada,
una rosa inmaculada
de un rosal.

Era un viejo jardinero
que cuidaba con esmero
del vergel,
y era la rosa un tesoro
de más quilates que el oro
para él.

A la orilla de la fuente
un caballero pasó
y a la rosa dulcemente
de su tallo separó,
y al notar el jardinero
que faltaba en el rosal,
cantaba así, plañidero,
receloso de su mal:

- Rosa, la más delicada,
que por mi amor cultivada
siempre fue;
rosa, la más encendida
la más fragante y pulida
que cuidé.

Blanca estrella que del cielo
curiosa de ver el suelo
resbaló;
a la que una mariposa
de mancharla temerosa
no llegó.
¿Quién te quiere?. ¿Quién te llama?.
Por tu bien o por tu mal.

¿Quién te llevó de la rama
que no estás en tu rosal?.
¿Tú no sabes que es grosero
el mundo?. ¿Que es traicionero
el amor?.
¿Que no se aprecia en la vida
la pura miel escondida
en la flor?.

(Serafín y Joaquín Alvarez Quintero:
"Era un jardín sonriente",
de Amores y amoríos).

Ejercicio práctico.

Para el ejercicio de la voz es también fácil y magnífica esta poesía de Agustín de Foxá.

El Cid hacia las huertas.

¡Quién fuera húrgales como Ruiz Díaz,
para bajar del páramo a las huertas
detrás de una bandera victoriosa
que presienta lo azul entre sus sedas!.

Mi moza de la falda colorada,
ensíllame el caballo; de las eras
quiero quitarle el polvo de la trilla
bañándole en el mar de la Albufera.

He de traerte un ramo de naranjas
con una cinta azul de lentejuelas.
En el seco granero de tu casa
madurarán las frutas marineras.

Mozos de la llanura; entre los chopos,
la fuente casta y la tranquila oveja.
¡Preparad los caballos y las armas,
que vamos a la toma de Valencia!.

Todas las alumnas, y en especial las más tímidas y las que se expresen con más dificultad, aprenderán los versos correspondientes al personaje de Segismundo y de Clotaldo, escena de "La vida es sueño", que se incluye, y lo recitarán en forma de diálogo.

Asi mismo aprenderán los papeles correspondientes a Silvia y Leandro en la escena que insertamos de "Los intereses creados". De manera que cualquier alumna pueda representar y recitar en forma reposada, sin risas ni azoramiento, con buena pronunciación y tono agradable estas escenas.

Se procurará asimismo que lo hagan en la postura que corresponde a la acción y de manera expresiva.

La vida es sueño.

Ejercicio práctico.

La moral y filosofía de "La vida es sueño", así como la belleza de la versificación la hacen una obra fundamental de la literatura española.

Os presento a Segismundo, un personaje que no debéis olvidar.

Esta es una escena entre Segismundo, príncipe de Polonia, y Clotaldo, su viejo carcelero.

Final de la jornada segunda.

(Segismundo se ha dormido en el palacio de su padre, mediante un narcótico, y, en sueños, le trasladan de nuevo a la prisión donde ha transcurrido su infancia y juventud. Sólo ha vivido en la corte el espacio entre dos sueños, y su conducta en ese espacio ha sido bestial y loca).

Clotaldo.

¿Todo el día te has de estar
durmiendo?. ¿Desde que yo
al águila que voló
con tardo vuelo, seguí,
y te quedaste tú aquí
nunca has despertado?.

Segismundo.

No, ni aun ahora he despertado;
que según, Clotaldo, entiendo,
todavía estoy durmiendo;
y no estoy muy engañado;
lo que vi palpable y cierto,
lo que veo será incierto,
y no es mucho que rendido,
pues veo estando dormido,
que sueñe estando despierto.

Clotaldo.

Lo que soñaste me di.

Segismundo.

Supuesto que sueño fue,
no diré lo que soñé:
lo que vi, Clotaldo, sí.
Yo desperté, yo me vi
(¡qué crueldad tan lisonjera!)
en un lecho, que pudiera
con matices y colores,
ser el catre de las flores
que tejió la primavera.
Aquí mil nobles rendidos
a mis pies nombre me dieron
de su príncipe, y sirvieron
galas, joyas y vestidos.

La calma de mis sentidos
tú trocaste en alegría,
diciendo la dicha mía,
que, aunque estoy desta manera,
príncipe en Polonia era.

Clotaldo.

Buenas albricias tendría.

Segismundo.

No muy buenas; por traidor,
con pecho atrevido y fuerte
dos veces te daba muerte.

Clotaldo.

¿Para mí tanto rigor?.

Segismundo.

De todos era señor,
y de todos me vengaba;
sólo a una mujer amaba...
que fue verdad, creo yo,
en que todo se acabó,
y esto sólo no se acaba.

Clotaldo.

Enternecido se ha ido
el rey de haberle escuchado.
Como habíamos hablado
de aquella águila, dormido,
tu sueño imperios han sido,
mas en sueños fuera bien
honrar entonces a quien
te crió en tantos empeños,
Segismundo, que aún en sueños
no se pierde el hacer bien.

Segismundo.

Es verdad, pues reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos;
y sí haremos, pues tratamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive, sueña
lo que es hasta despertar.

Sueña el rey que es rey,
y vive con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso que recibe
prestado, en el viento escribe;
y en cenizas le convierte
la muerte ¡desdicha fuerte!;
¿que hay quién intente reinar,
viendo que ha de despertar en el sueño de la muerte?.
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidado le ofrece;
sueña el pobre, que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende, sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida?. Un frenesí.
¿Qué es la vida?. Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

Los intereses creados (fragmento).

Ejercicio práctico.

Aquí os presento a Crispín, a Leandro y a Silvia, viejos polichinelas, como los llama el propio creador de estos personajes de fantasía.

Crispía representa el materialismo y la codicia, Leandro el idealismo y la ilusión; dos fuerzas que mueven el mundo ...

Esta es una obra clásica de nuestro teatro moderno.

Escena X.

Leandro y Silvia, que salen por la primera derecha. Al final, Crispín.

Leandro.

¡Silvia!.

Silvia.

¿Sois vos?. Perdonad; no creí hallaros aquí.

Leandro.

Huí de la fiesta. Su alegría me entristece.

Silvia.

¿También a vos?.

Leandro.

¿También decís?. ¡También os entristece la alegría!.

Silvia.

Mi padre se ha enojado conmigo. ¡Nunca me habló de ese modo!. Y con vos también estuvo desatentado. ¿Le perdonáis?.

Leandro.

Sí; lo perdono todo. Pero no le enojéis por mi causa. Volved a la fiesta, que han de buscaros, y así os hallarán aquí, a mi lado ...

Silvia.

Tenéis razón. Pero volved vos también. ¿Por qué habéis de estar triste?.

Leandro.

No; yo saldré sin que nadie lo advierta ... Debo ir muy lejos.

Silvia.

¿Qué decís?. ¿No os trajeron asuntos de importancia a esta ciudad?. ¿No debíais permanecer aquí mucho tiempo?.

Leandro.

¡No, no!. ¡Ni un día más!. ¡Ni un día más!.

Silvia.

Entonces ... ¿me habéis mentido?.

Leandro.

¡Mentir! No ... No digáis que he mentido ... No; ésta es la única verdad de mi vida ... ¡Este sueño que no debe tener despertar!. (Se oye a lo lejos la música de una canción hasta que cae el telón).

Silvia.

Es Arlequín que canta ... ¿Qué os sucede?. ¿Lloráis?. ¿Es la música la que os hace llorar?. ¿Por qué no decirme vuestra tristeza?.

Leandro.

¿Mi tristeza?. Ya la dice esa canción. Escuchadla.

Silvia.

Desde aquí sólo la música se percibe: las palabras se pierden. ¿No la sabéis?. Es una canción al silencio de la noche y se llama "El reino de las almas". ¿No la sabéis?.

Leandro.

Decidla.

Silvia.

La noche amorosa sobre los amantes
tiende de su cielo el dosel nupcial.
La noche ha prendido sus claros diamantes
en el terciopelo de un cielo estival.
El jardín en sombra no tiene colores,
y es en el misterio de su oscuridad,
susurro el follaje, aroma las flores
y amor... un deseo dulce de llorar.

La voz que suspira, y la voz que canta,
y la voz que dice palabras de amor,
impiedad parecen en la noche santa,
como una blasfemia entre una oración.

¡Alma del silencio, que yo reverencio,
tiene tu silencio la inefable voz
de los que murieron amando en silencio,
de los que callaron, muriendo de amor,
de los que en la vida, por amarnos mucho,
tal vez no supieron su amor expresar!.

¿No es la voz acaso que en la noche escucho
y cuando amor dice, dice eternidad?.

¡Madre de mi alma! ¿No es luz de tus ojos
la luz de esa estrella
que como una lágrima de amor infinito
en la noche tiembla?.

¡Dile a la que hoy amo que yo no amé nunca
más que a ti en la tierra,
y desde que has muerto sólo me ha besado
la luz de esa estrella!.

Leandro.

¡Madre de mi alma!. Yo no he amado nunca
más que a ti en la tierra,
y desde que has muerto sólo me ha besado
la luz de esa estrella.

(Quedan en silencio y mirándose.)

Crispín.

(Que aparece por la segunda izquierda. Aparte).

¡Noche, poesía, locuras de amante!...
¡Todo ha de servirnos en esta ocasión!.
¡El triunfo es seguro!. ¡Valor y adelante!.
¿Quién podrá vencernos si es nuestro el amor?.

(Silvia y Leandro se dirigen muy despacio a la primera derecha. Crispín los sigue sin ser visto por ellos).

(El telón va bajando muy despacio).

En la interpretación de esta escena o de otras elegidas a gusto de la profesora o alumna hay que ejercitar todo lo aprendido sobre gestos, risas, andar, sentarse y hablar.

En esta lección se han de emplear varias clases sucesivas, alternadas con otras más aburridas.

Sería muy a propósito la representación de alguna escena del "Divino Impaciente", por su interés y belleza y por ser otra obra importante de nuestro teatro moderno.