El alumbrado correcto de una casa.

Una de las economías mal entendidas y más perniciosas de que debe abstenerse toda ama de casa, es la de la falta de alumbrado.

Guía práctica de las familias.

 

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El alumbrado correcto de una casa.

Una de las economías mal entendidas y más perniciosas de que debe abstenerse toda ama de casa, es la de la falta de alumbrado. Por ella se pierde una gran parte de tiempo, los objetos se rompen y muchas veces dan lugar a tropezones peligrosos. Si por cualquier incidente despierta uno de pronto durante la noche, los socorros son más tardíos y aun muchas veces ineficaces.

En vista de estas razones, debe la mujer hacendosa establecer un alumbrado constante, suficiente, acomodado a las diferentes horas, tener provisiones para ello, distribuirlas con regularidad y cuidar especialmente de que todos los utensilios se conserven en el mejor estado de limpieza.

Para alumbrar la cocina habrá una lámpara de mecha común, un poco levantada, y lamparillas de mano, que no tienen como las velas el inconveniente de correrse, y apagarse al ir de una parte a otra. Las lamparillas, colocadas sobre la mesa de cocina junto a la lámpara estarán dispuestas para encenderse cuando los de la casa tengan necesidad de alumbrarse. Cerca de ellos debe haber también una palmatoria o candelero con vela para los casos en que sea menester ver con más claridad en cualquier parte de la cocina o paraje de la casa, e inmediatas al candelero se colocan siempre las despaviladeras con su apagado, a fin de que no se deje de despavilar la vela, cuando sea preciso, y para que nunca se apague a soplos o ahogando la llama en el hueco del mismo. Todos estos utensilios han de estar desde por la mañana limpios y colocados en su lugar ordinario, sobre una tabla o en la chimenea. También conviene tener linternas pequeñas para cuando haya que ir a sitios donde fácilmente puede prender el fuego.

Las personas de fortuna acomodada, en cuya casa haya pieza de comer, que sirva de paso a la sala y a su cuarto, deben tener colgada en medio de ella una lámpara de muchos mecheros, cubierta con una funda de gasa. Esta lámpara basta para alumbrar en las comidas ordinarias, pero los días en que la mesa sea de mayor número de personas, deben añadirse velas, o candelabros con bujías, o bujías en cada extremo de la misma. En tales días conviene alumbrar con un quinqué la repostería. Los días en que se recibe, además de las lámparas de columna que guarnecen la chimenea de la sala, es necesario que haya sobre ella dos bujías, por lo menos, pues hacen falta para las mesas de juego; también es indispensable que la escalera esté alumbrada. Las personas opulentas tienen colgada en medio del salón una araña cubierta por lo regular con una gasa en forma de saco, y en la alcoba o dormitorio de la señora, otra lámpara antigua. Cuando se apagan las lámparas y quinqués, conviene cubrir la abertura del tubo con una vaina de cartón o metal, propia para este objeto; con lo cual se impide que salga tufo y que se introduzca el polvo.

En el alumbrado son indispensables el orden y la limpieza, los cuales se recomendarán bastante al ama de casa, como así mismo el hacer provisión para todo el año, de aceite para los quinqués, de bujías -el que se sirva de ellas-, de velas bujías y de velas comunes. Para guardar esta provisión se destinará una pieza pequeña del desván o de cualquier otra de la casa, seca, oscura y bien cerrada.

En la parte baja de esta habrá botellas de aceite de 10 libras lo menos cada una; otras destinadas a echar los que necesita al mes, y otras, en fin, que contengan el surtido necesario al gasto de la semana, no estando de más tener diversas medidas para impedir que los criados lo malgasten. En sitio un poco más alto debe haber armarios para colocar en ellos en cajas de madera blanca, rotuladas, las diversas clases de bujías como por ejemplo las transparentes, las de esperma de color u otras de cuatro o cinco en libra, que son las que regularmente se usan, siendo las mejores las fabricadas solo con cera.