Las personas necias

El ignorante, el imprudente o el falto de razón no debe hacerse notar en sociedad para no caer en el ridículo

Reflexiones sobre las costumbres. 1818

 

Hacer el tonto. Hacer el tonto Prawny - Pixabay

Tratar con gente necia

Aquella urbanidad

"El hombre es el rey de la tierra que habita, porque no solamente doma todos los animales, no solo dispone de los elementos por su industria, sino que solo él sobre la tierra sabe disponer de ella, y aun por la contemplación se hace dueño de los mismos astros que no puede acercar a sí. ¡Que me señalen otro animal sobre la tierra que sepa hacer uso del fuego, y que sepa admirar el sol!" Esto dice un gran filósofo.

Otro mejor filósofo, y gran naturalista, dice: "El hombre es nobilísimo por su clase, admirable en su estructura, majestuoso en su aspecto, y más elevado aun por el principio espiritual e inmortal que le anima; está dotado de ciencia y discurso; y se hallan en él semillas de todas las virtudes; sabe elevarse hasta las regiones de la luz, analizar sus rayos, y seaparar los colores; sujetar a cálculo el descenso de los cuerpos y la diversidad de sus movimientos; acercar los objetos al examen de su visita a pesar de distancias inmensas; domesticar los animales útiles, y venccer a los feroces, etcétera".

Pero mucho tiempo antes de estos filósofos dijo un célebre poeta: "De todos los animales que se elevan por el aire, que marchan sobre la tierra, o nadan en la mar, desde París hasta el Perú, desde el Japón hasta Roma, el más necio, en mi juicio, es el hombre".

En efecto, ¿qué es la sabiduría? una igualdad de ánimo que nada puede perturbar. ¿Y es el hombre necio así? ¿el hombre necio que se muda como la luna, que huye como la sombra y que nunca permanece en un mismo estado? El hombre necio pasa continuamente de un pensamiento a otro, fluctúa siempre entre mil embarazos, ni sabe lo que quiere, ni lo que no quiere, mañana desea lo que hoy aborrece; y en suma el hombre es el juguete de un capricho no más.

Yo le he visto formar su cabello en trenzas y bucles, y le he visto enteramente cortado a manera de motilones. Le he visto con zapatos en puntas como picos de Gavilán, y después con picos de Pato, y últimamente truncados; y con hebillas y sin ellas. Le he visto usar botas de mil maneras diferentes, y ahora le veo con herraduras.

¿ Y este el hombre de quien dice el sabio naturalista antes citado "que su cabeza mira al cielo, y presenta una faz augusta en que se ve impreso el carácter de su dignidad...? ¿Que si toca la tierra es con las más distantes de sus extremidades; y no mirándola, sino de lejos, parece que la trata con desprecio?" ¡Ah!, no es este el hombre de ahora... En su primer estado, en aquel estado tan feliz que duró tan pocas horas, era el hombre el soberano absoluto de la tierra; pero después de su inobediencia quedó su poder tan debilitado que ha venido a ser el juguete de todas las pasiones.

¿Mas por qué no procura hacer esfuerzos para recobrar su dignidad en cuanto le sea posible? ¿Por qué no lee esos caracteres que lleva grabados en el fondo de su corazón? Y en suma, ¿por qué no dirige sus operaciones por las sendas que la razón y la religión le señalan? Entonces recobraría su dignidad, sabría sostenerla, y no se dejaría arrebatar tan ligeramente como se ve arrebatado ahora hasta de una cosa tan débil y vana como lo es eso que llaman moda; y lo que es más, no habría razón para que el celebre poeta arriba citado dijera a la faz de todo el universo, "que el hombre es el más necio de todos los animales".