Obligaciones negativas. A nadie debe ofenderse en su honra.

No hay cosa más importante ni más preciosa que la reputación; y así el quitarla a otro es muchas veces mayor delito que ofenderle en su hacienda o en su persona.

Tratado de la obligaciones del hombre. 1821.

 

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Obligaciones para con los demás.

Tenemos para con los otros algunas obligaciones, que son generales  y comunes para todos, y otras respectivas a cada uno en particular.

Obligaciones generales.

Nuestras obligaciones generales para con todos los hombres se encierran en estos dos preceptos, no hacer a otro lo que no queramos que se nos haga a nosotros, y hacer con los otros lo que queremos que se haga con nosotros mismos. El primero de ellos contiene las obligaciones que se llaman negativas o de rigurosa justicia. El segundo, las obligaciones positivas o de beneficencia.

Obligaciones negativas.

Estas obligaciones se reducen a abstenernos de ofender a otro en manera alguna.

Podemos ofender a otro de tres modos, en la persona, en la hacienda, o en la honra.

A nadie debe ofenderse en su honra.

No hay cosa más importante ni más preciosa que la reputación; y así el quitarla a otro es muchas veces mayor delito que ofenderle en su  hacienda o en su persona.
Por consiguiente cualquiera, así como debe cuidar de su propia fama con el mayor esmero, debe guardarse de perjudicar a la ajena.

Se perjudica a la fama del prójimo:

1º. Inventando calumnias contra él.

2º. Diciendo cualquiera delito suyo, que no sea absolutamente público y notorio, aunque sea cierta y siempre que se diga a quien no la sabe.

3º. Publicando y divulgando Io que otros han dicho contra él.

4º. Ridiculizándole, burlándole o escarneciéndole.

5º. Diciéndole injurias y desvergüenzas.

De todas estas cosas nos hemos de abstener con el mayor cuidado. El inventar falsedades para desacreditar a cualquiera, es la mayor maldad; pero aun cuando sean ciertas las cosas, no deben manifestarse sino cuando tenemos obligación de hacerlo, o cuando de nuestro silencio pudiese resultar a los demás algún grave daño.

" Debemos evitar el decir a otro injurias y desvergüenzas, 

porque es una costumbre infame y villana, de que suelen resultar gravísimos daños"

Muchos no escrupulizan en contar lo que oyen a otros contra cualquiera persona;  no   reflexionando que causan con esto un daño gravísimo, porque de este modo llega a saber todo el mundo lo que antes sabían pocos; de lo que resulta que aun las mayores falsedades se divulgan por culpa suya, y se acreditan en todas partes.

Cuando alguno tenga alguna ridiculez en su persona o en su conducta, tampoco debemos burlarnos de él ni escarnecerle, antes si avisarle y corregirle, si es posible; y si no, compadecerle.

Aun con más cuidado debemos evitar el decir a otro injurias y desvergüenzas,   porque además de ser esto indecentísimo , es una costumbre infame y villana, de que suelen resultar gravísimos daños.

Si tenemos pues alguna disputa con otro, expongamos nuestras razones con moderación y con decencia, absteniéndonos con la mayor cautela de toda palabra picante o injuriosa.