Buenas costumbres. ¿Qué pasó con los "Buenos Modales"?

Todavía hay quienes recuerdan que con sólo una mirada del padre o madre de familia, los niños "desaparecían" de la habitación en donde se reunían los adultos.

Diario La Raza

 

El comportamiento de los jóvenes. Dos amigos enemistados foto base arvndvisual - Pixabay

El manual de Carreño y los buenos modales de los jóvenes

¿Su hijo no saluda a las personas mayores?; ¿le resulta desagradable ver a personas limpiándose los ojos, boca o nariz con los dedos, especialmente antes de estrecharle la mano?; ¿aún no le causa gracia ver y oír eructar a otras personas o a personajes de dibujos animados?; entonces Ud. debe tener más de 35 años y si es latino, probablemente habrá oído hablar del "Manual de Urbanidad y Buenas Maneras" de Carreño.

Aunque en la actualidad el "Manual de Urbanidad y Buenas Maneras" de Carreño puede parecer un conjunto de normas obsoletas y no aplicables al cambiante mundo moderno para muchos, es incuestionable que fue un texto de observación obligatoria en muchos hogares latinoamericanos, escuelas públicas y privadas e institutos armados.

Publicado en 1853 por el político y escritor venezolano Manuel Antonio Carreño (1812-1874), el manual contiene las normas detalladas del comportamiento del ser humano para consigo mismo y en relación con Dios, con la sociedad y con sus semejantes.

Pero, ¿qué tan obsoletas pueden ser estas normas que con tanta prolijidad y admirable paciencia detalló Carreño en su texto?

Del Manual se desprende que es de mal gusto chuparse o morderse un mechón de pelo; morderse las uñas o cutículas; eructar; masticar chicle mientras habla o con la boca abierta; fumar en la calle o hacerlo sin haber pedido permiso a los presentes, especialmente a sabiendas que el olor a cigarro puede ofender o incomodar a alguien; tener un cigarrillo en los labios mientras habla; rascarse o pellizcarse la cara; peinarse o aplicarse maquillaje en la mesa de comer; hablar demasiado o en detalle sobre excentricidades personales como operaciones, enfermedades, neurosis, alergias, accidentes; comer ruidosamente haciendo gestos exagerados, etc.

¿Exageración?, ¿Falta de sentido común?

El Manual de Carreño obviamente fue escrito en una época donde ni se soñaba con la globalización, la liberación femenina, el control de la natalidad, las guerras biológicas, el estrés, el internet o las discusiones sobre si los homosexuales se pueden casar; sin embargo prestaba mucha atención a la comunicación interpersonal -tanto verbal, como gestual-, cosa que se ha ido perdiendo con el avance de la modernidad.

Todavía hay quienes recuerdan que con sólo una mirada del padre o madre de familia, los niños "desaparecían" de la habitación en donde se reunían los adultos; o cuando las personas mayores se saludaban a distancia con sólo una venia cuando se encontraban en la calle.

El texto ofrece indicaciones detalladas sobre cómo vestirse, caminar, tratar a las damas y hasta dormir.

"Es contrario al aseo y buena educación humedecerse los dedos en la boca para facilitar la vuelta de las hojas de un libro, la separación de papeles o la distribución de naipes en el juego", reza una de las normas del manual.

Carreño hace especial énfasis en la consideración de los demás cuando propone:

"Jamás nos acerquemos tanto a las personas con quienes hablamos, que lleguen a percibir nuestro aliento". O "cuando por causa de algún ejercicio violento, por influencia del clima o por vicio de nuestra propia naturaleza nos encontremos transpirados, no alarguemos a nadie la mano sin enjugarla antes con el pañuelo".

Actualmente sería casi imposible encontrar hombres que "permanezcan dentro de sus viviendas siempre impecablemente vestidos, con la corbata puesta y los pies debidamente calzados", como prescribía el autor del Manual; o mujeres que consideren "pecaminoso" visitar a sus amigos solteros. Lo cierto es que existen reglas de convivencia social que los latinos en los Estados Unidos todavía no pueden desechar.

"Mi hijo de doce años poco a poco, debido al aislamiento en que vivimos en este país, dejó de saludar a mis amistades, simplemente se retiraba a su habitación sin decir una palabra. Tuve que volver a la vieja rutina de 'recordarle', saludar a sus mayores y pedir permiso para retirarse", dijo María Teresa Escobar, colombiana, madre de familia, residente de Prospect Heights.

Por su parte Alicia Salas, de 59 años y residente de Carpentersville, recordó que sus padres no la dejaban estar a solas con su novio, aún cuando ella contaba con 40 años al momento de casarse. " Una señorita no podía estar a solas con su novio; por eso mi padre siempre me hacía acompañar por mi hermana o hermano".

Giovanna Falconi, maestra y madre de familia de cuatro niños, considera que las normas de buena conducta son importantes aún en la sociedad de hoy. "La sociedad moderna, con todos sus avances tecnológicos, no puede reemplazar cosas tan simples como una conversación agradable, o el disfrute de una buena cena al calor de la amistad. Para ello se necesitan seguir ciertas pautas de conducta que hagan fluida y placentera la relación entre los seres humanos. Claro, sin perder la espontaneidad", indicó.