Las visitas que se reciben y modo de comportarse en ellas. Ser un buen anfitrión

Es preciso dejarlo todo para recibir a la persona que nos visita para que reciba toda nuestra atención

 

Recibir y atender a las visitas. Las visitas que se reciben y modo de comportarse en ellas. Ser un buen anfitrión foto base jeanvdmeulen - Pixabay

Reglas de cortesía para atender a la visitas

Cómo atender correctamente a una visita

Aquella urbanidad

Nunca se debe hacer esperar a una persona que viene a visitarnos, a menos que se esté ocupado con personas de más categoría que aquélla, o en asuntos públicos; y es totalmente descortés dejar que le esperen a la puerta, en el patio, en una cocina o en una galería; y si se está obligado a hacer esperar algún tiempo, debe ser en un lugar limpio en el que la persona pueda sentarse, si lo desea; y es muy fino enviarle, si la cosa es posible, una persona educada para entretenerle durante el tiempo de la espera.

Es preciso dejarlo todo para recibir a la persona que nos visita; si se trata de una persona de rango superior, o con la cual no se tenga familiaridad alguna, debe uno quitarse la blusa, el gorro de dormir y dejar la comida, ceñirse la espada, en caso de que se use, y llevar el manto sobre los hombros.

En cuanto se recibe aviso de la visita de alguna persona a la que se debe mucho respeto, es preciso acudir a la puerta o, si ya ha entrado, ir lo más lejos posible para recibirla; se le debe el máximo honor posible, introducirla y hacerla sentar en la mejor habitación, concederle preferencia en todas partes y ofrecerle el lugar más honroso; éste es el honor que se debe tributar en casa propia, no sólo a las personas de calidad, sino también a toda persona que no sea un criado o inferior.

Sin embargo, cuando se recibe a una persona de gran calidad, o que es muy superior, si ella manifiesta desear que se supriman parte de las consideraciones que se tienen con ella, no hay que obstinarse en continuarlas: la cortesía pide que se manifieste entonces, por una sumisión total a esta persona, que ella tiene todo poder en nuestra casa.

Si la persona que visita nos sorprende en el cuarto, hay que levantarse si se está sentado, dejarlo todo para honrarla y abstenerse de toda actividad, hasta que haya salido; pero si uno está en la cama, debe permanecer en ella.

Detalles de buena educación para tener con los invitados

En casa propia débese ceder el lugar más honroso, incluso a los iguales: no hay que forzar a un inferior a tomar un lugar que no puede aceptar sin faltar a su deber.

Es descortés dejar de pie a personas que nos visitan; se les debe ofrecer los asientos más dignos y más cómodos; y si los hay de mayor y de menos honor y comodidad, los mejores deben ser ofrecidos a las personas más calificadas de la compañía; se les debe asimismo tributar más honor que a los demás; no debe sentarse uno hasta que las personas que le visitan estén sentadas, y hay que ponerse en un asiento inferior al de ellas.

La mesa y la conversación con las visitas

Cuando llega alguien durante la comida y entra en la habitación, es cortés invitarle a comer; pero también es cortés en el que hace la visita, si la persona visitada está en la mesa, el agradecerlo muy decorosamente; y deben contentarse uno y otro con esto, y, así como el uno no debe insistir, tampoco el otro debe aceptar el ofrecimiento que se le hace.

En las visitas y en la conversación, y especialmente en las visitas que se recibe, nunca se debe dar a entender que se aburre uno con la conversación, preguntando, por ejemplo, la hora que es; si, con todo, se tiene algo urgente que hacer, se podría dejarlo caer con habilidad en la conversación.

La educación quiere que se adelante uno a las personas con las que se está, particularmente con las que nos visitan, en las cosas en las que se las pueda servir: se debe, por ejemplo, abrirles la puerta al salir, apartar lo que podría dificultar el paso, levantar un tapiz, tocar la campanilla, llamar a la puerta, recoger algo que haya caído, llevar la luz; y si se trata de una persona que anda con dificultad, es cortés darle la mano para ayudarle. Todo el mundo debe esforzarse en ayudar a los demás en esta clase de cosas y en otras semejantes: pero la persona que se visita tiene obligación particular de hacerlo respecto a la persona que le visita; sería considerada como muy descortés si no cumpliese con esta obligación.

Cuando llega una visita durante la comida es cortés invitarla a comer

Cuando las personas que vinieron de visita salen de la casa, se las debe acompañar hasta más allá de la puerta de la vivienda. Si la persona que se acompaña debe subir a una carroza, no hay que dejarla hasta que haya subido, y si se trata de una mujer hay que ayudarla a subir.

Con todo, si se es persona pública, como hombre de estado, magistrado, abogado o procurador, que esté talmente ocupado, puede uno dispensarse de acompañar a los que le visitan; incluso por discreción, los visitantes deben rogar al que van a visitar que no salga de su despacho o gabinete.

Si se está con varias personas, de las cuales unas se van y otras quedan, si la persona que se va es de más consideración que la que se queda, se la debe acompañar; si se es inferior, se la debe dejar partir y quedarse con las otras, pidiéndole, con todo, excusas; si es igual, se puede buenamente examinar cual o cuales, todo considerado, tienen más que los otros, o a quiénes debemos más, y acompañar o quedarse con los que son superiores.

La conveniencia pide también que si algún joven ha quedado en casa, no se le deje regresar solo a casa, particularmente por la noche y si está lejos; antes se le debe acompañar personalmente, o entregarlo a personas de confianza.