Manera de despedirse y de salir en las visitas. Despedidas correctas

No se debe salir sin saludar y sin despedirse del grupo. Al salir hay que abrir y cerrar la puerta sin hacer ruido alguno

Reglas de cortesía y urbanidad cristiana

 

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Cómo hacer una despedida correcta al terminar una visita

Aquella urbanidad

Cuando se visita a alguien de rango superior, o cuando percibe uno que la persona con quien está tiene algún trabajo, no se debe alargar tanto que ella se vea obligada a despedirle: es siempre mejor retirarse uno mismo; y es a propósito tomarse el momento de partir cuando la persona con la que se está permanece en silencio, llama a alguien, o da algún que otro indicio de que tiene qué hacer en otra parte.

No se debe salir sin saludar y sin despedirse del grupo; sin embargo, si se está en casa de una persona de calidad eminente y otro le habla inmediatamente después de nosotros, o ella se ocupa de otra cosa inmediatamente después de habernos hablado, es bueno salir sin decir nada, e incluso sin que se note; y si se sale solo, hay que abrir y cerrar la puerta con cuidado, sin hacer ruido alguno, y no cubrirse hasta haberla cerrado.

Debe procurarse, cuando se sale de la casa de una persona que se ha visitado, que ella no se tome la molestia de acompañarnos; no se debe, sin embargo, rehusar este honor con demasiada insistencia, y en caso de que ella quiera hacerlo, débese tener durante este tiempo la cabeza descubierta, y dar luego a esta persona pruebas de agradecimiento, haciéndole profundamente la reverencia.

Si es una persona de rango muy superior la que hace este honor, no se le debe impedir, pues parecería que no está uno convencido de que ella sepa lo que hace; y pudiera suceder que se defendiera uno inoportunamente de alguna cosa que esta persona no hubiese hecho por nosotros; hay que dejarla venir hasta donde le plazca y, al dejarla, agradecer cortésmente haciéndole una profunda reverencia.

Se puede, con todo, en esta ocasión, mostrar por algún signo que, caso de que sea a nosotros al que se hace este honor, no nos lo atribuimos; y esto se debe hacer siguiendo el camino, sin mirar atrás, o incluso volviéndose y parándose, como para dejar pasar a la persona que nos acompaña, y mostrar así que cree uno que ella tiene algún asunto en otra parte: si se ve claramente que esta persona nos hace a nosotros esta cortesía de acompañarnos y dirigirnos, entonces hay que pararse en seco, retirarse al lado y no salir de su sitio hasta que ella haya vuelto a su habitación.

Cuando la persona que se ha visitado acompaña a alguien hasta la calle, no se debe montar a caballo ni subir a la carroza en su presencia, sino que antes de montar se le debe pedir que vuelva a su casa; pero si ella quiere permanecer, es preciso partir a pie y dejar que la carroza siga, o llevar el cabello por la brida, si se va a caballo, hasta que esta persona haya entrado, o ya no se la vea.