El Protocolo.
No me pongan etiquetas políticas sobre lo que este hombre puede significar o representar o influir en ese eje que dicen que quiere formar: anti imperialista.
Me cae bien el tal Evo Morales, en lo poco que hasta ahora lo he visto en los telediarios.
No me pongan etiquetas políticas sobre lo que este hombre puede significar o representar o influir en ese eje que dicen que quiere formar: anti imperialista, con Fidel Castro (no me gusta) y un Hugo Chávez, presidente de Venezuela.
No lo juzgo --si juzgarlo pudiera-- por la ideología que le lleva por caminos que, a él mismo, le han sorprendido, como ha afirmado con una sencilla modestia, sincerándose y asegurando que "nunca había soñado con esto".
Y "esto" es nada más y nada menos que la Presidencia de su país: Bolivia, sino por la imagen de hombre humilde y sencillo que quizá se metiese en la política con la enorme ambición de llegar a alcalde de su poblado y se ha visto aupado a la Presidencia por el 54% de los votos. Una mayoría absoluta que nunca se había dado antes en su tierra.
El presidente electo de Bolivia no se ha quebrado demasiado la cabeza para decidir el traje que habría de llevar a las visitas de mayor trascendencia que tenía que efectuar al rey de España y al presidente del Gobierno en sus respectivos palacios: la Zarzuela y la Moncloa.
Unos zapatones de abrigo, un jersey de lana a rayas, que recordaba los que vestían los porteros de II División por los años cuarenta y cinco y la casi carcajada sonora que parece adivinarse, mientras dialoga con el presidente español.
Da la sensación de que, para este político, el protocolo, la solemnidad, la imagen de guapetón son factores de otras épocas.
¡Ah! Y el primer botón de la camisa desabrochado.
El protocolo (regla ceremonial diplomática o palatina, establecida por decreto o costumbre) en esta ocasión marcó una pauta un tanto iconoclasta. Jersey de lana a rayas.