Al pasar a nuestro asiento ¿se pasa de frente o de espaldas al escenario?
Es un gesto que pocas veces tenemos en cuenta si lo hacemos bien o mal. Pero no hay una respuesta única y verdadera
Cuando vamos al cine o al teatro, para llegar a nuestro sitio, ¿cómo pasamos hasta él, de frente o de espaldas?
No hay una respuesta única y 'verdadera' porque cada forma tiene su propia justificación. Y también, tienen sus propias razones en contra. Es complicado, y es un debate abierto en el que todo el mundo alega sus propias razones. Veamos.
No se da la espalda al escenario
Los defensores de esta postura, admiten que lo habitual es no dar la espalda al escenario. Por esta razón, deberíamos pasar de espaldas al público y de cara al escenario o pantalla de proyección.
Podemos tener en cuenta que la mayor parte de las butacas están numeradas por la parte trasera para poder mirar cuál es el número de butaca que nos corresponde.
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Hay que mirar a las personas a la cara
Los que sostienen que no se debe dar la espalda al público, alegan que se debe mirar la cara a las personas. Por esta razón, se debería pasar de cara al espectador y de espaldas al escenario.
Ahora vienen los contras que alegan los que defienden el pasar de espaldas al público para acceder a nuestro asiento. Pasar de frente no es lo más apropiado porque...
Por un lado se invade visualmente el espacio de cada espectador al pasar. Es más complicado guardar el equilibrio pasando de cara al público que de cara al escenario. Pasando de espaldas a los espectadores se pueden ayudar del respaldo del asiento delantero para agarrarse y sujetarse ante cualquier vaivén o tropiezo.
En ambos casos, se puede buscar todo tipo de razones y justificaciones para apoyar una postura u otra.
Una cuestión que puede hacer cambiar nuestra 'postura' es cuando nos encontramos con algún conocido, amigo o familiar. En ese caso, no se le debe dar la espalda.
Resumiendo, elijamos la forma que elijamos debería implicar a ambas partes. La persona que está sentada debería levantarse para facilitar el acceso a la persona que llega; y la persona que llega debería pasar de cara al escenario arrimándose todo lo que le sea posible a la fila delantera de butacas para molestar lo menos posible. O si lo hace, frente al espectador, también debería arrimarse todo lo que pueda a la fila que tiene a su espalda.