Modo de portarse en la mesa
En la mesa hay que seguir ciertas pautas de comportamiento para no molestar o incomodar al resto de los comensales
El buen comportamiento en la mesa
Aquella urbanidad
Cuando nos ponemos a la mesa, no debemos ser los primeros en sentarnos, ni en desdoblar la servilleta, ni en poner la mano en los platos, y hemos de aguardar a que las personas superiores nos den ejemplo.
La silla en que nos sentemos no ha de estar demasiado cerca de la mesa, ni demasiado apartada.
En sentándonos debemos estar derechos sin arrimarnos de pechos a la mesa, ni apoyar los codos sobre ella, ni extender los brazos, sino cuando mas poner encima las manos.
Es también descortesía el recostarse atrás, el enredar con los pies, el apoyarse sobre los que están al lado, y el darles con el codo.
Reglas de etiqueta y comportamiento para la mesa
El plato debe colocarse a una distancia moderada, de manera que no caiga cosa alguna de la comida fuera de él, y que al mismo tiempo no tengamos que estar doblados sobre él, sino solamente un poco inclinados cuando tomamos alguna cosa líquida, volviéndonos a enderezar inmediatamente.
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Debe tenerse el pan a la izquierda, y partirse con el cuchillo conforme se vaya necesitando, comiendo la miga con la corteza sin separarlas.
El cubierto debe manejarse con la mano derecha, y con él se ha de poner la comida en la boca.
No se ha de coger con los dedos cosa alguna que sea húmeda o grasa, y nada se ha de tomar con la punta del cuchillo para llevarlo a la boca, sino valernos de la cuchara para las cosas liquidas, y del tenedor para las otras. Las cosas secas son las que se pueden tomar con los dedos.
Es cosa indecente el lamerse los dedos, el limpiarlos con el pan y después comerlo, o el fregar con él los platos de la salsa que en ellos ha quedado.
Tampoco se debe soplar el caldo, ni otra vianda alguna para enfriarla.
Los huesos, las espinas de los peces, las cortezas y los huesos de la fruta se deben tomar de la boca con los dedos, y ponerse a un lado en el plato.
Hemos de evitar el comer con demasiada lentitud, para no incomodar a los otros, y no comer tampoco con demasiada prisa o voracidad, sino moderadamente.
Antes de tomar un bocado hemos de tragar el otro, y los bocados no han de ser tan grandes que llenen enteramente la boca.
Al mascar es menester no hacer ruido con los labios, con la lengua, o con la boca.
No se deben oler las viandas antes de comerlas, y mucho menos poner las narices sobre lo que han de comer los demás.
Es porquería el dar a otro lo que está sobre nuestro plato, y que ya hemos probado, o el presentar a cualquiera el vaso que hemos ya llevado a la boca, el pan que hemos tocado, o el cubierto que ya hemos usado.
También se debe evitar el tomar con el cubierto que ya nos ha servido alguna cosa de la fuente que está para todos, o sacar de nuestro plato para darlo a otro.
Aun es peor el tomar con nuestra cuchara o tenedor cualquiera cosa de la fuente para ponerla en la boca, debiendo primeramente traerla a nuestro plato con una cuchara o tenedor limpios.
No hemos de tocar los platos hasta que el dueño de la casa nos convide, a no ser que tengamos con él la mayor confianza; y al tiempo de hacernos plato debemos usar de la mayor discreción para no excedernos en lo que tomamos, pues más vale, en caso de duda, pecar en tomar de menos.
El amo de la casa debe instar a los convidados para que coman y beban, pero sin forzarlos, ni importunarlos cuando alguna cosa no les guste, y digan que tienen bastante.
Los convidados por su parte no deben manifestar repugnancia o disgusto acerca de manjar alguno por malo que sea, sino abstenerse de él, sin decir nada, y el dueño de la casa no debe alabar plato alguno por bueno que sea.
No debemos adelantarnos a pedir de beber antes que las personas de más autoridad que están en la mesa, ni llenar demasiado el vaso, ni echar en él más licor que el que se ha de beber de una vez, a no ser que el uso permita tenerlo delante de sí con lo que ha quedado.
También es menester evitar el beber con el bocado en la boca o a prisa, de modo que nos atragantemos, o lo derramemos; y antes y después de beber se han de limpiar los labios con la servilleta, repitiendo lo mismo siempre que se toma alguna cosa líquida, y cuidando de no hacerlo con el mantel.
En la mesa debemos abstenernos de rascarnos la cabeza, de escupir, y en cuanto sea posible, de toser y de so narnos; y cuando esto sea preciso debemos volver hacia fuera la cabeza, de modo que el pañuelo no toque a los manteles, poniéndolo al toser también delante de la boca.
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La servilleta debe servir para enjugarse los labios y los dedos; pero no para limpiarse los ojos o la cara; y debemos cuidar de no mancharla, dejando caer en ella caldo, salsa o vino.
No se deben sacar en la mesa conversaciones melancólicas, y mucho menos se debe hablar de cosas que causen náusea, ni se deben mover disputas, ni reñir aun a los criados, sino entretenerse con asuntos agradables, y no hablar con la boca llena.
Se ha de acabar de comer al tiempo que los demás acaben, y aun es muy conveniente el no ser de los últimos.