El niño y el comportamiento en el juego.
El niño y el comportamiento en el juego.
El niño y el comportamiento en el juego.
En los juegos de gente de bien reine la vivacidad, deséchese la porfía, madre de reyertas; deséchese la trampa y el embuste, pues a partir de tales rudimentos pasa uno a ofensas mayores. Con más gracia vence el que cede en una disputa sobre la victoria que aquel que se lleva la palma. A los árbitros no les vayas con reclamaciones.
Si es la competición con otros más inexpertos y puedes tú ganar siempre, consiente de vez en vez que se te venza, a fin de que sea más animado el juego. Si se juega con inferiores, allí olvídate de que eres su superior. Por placer ha de jugarse, no por mor de ganancia.
Dicen que la índole de los niños en sitio alguno se manifiesta más que en el juego: si uno tiene un carácter un tanto propenso a las trampas, al embuste, a la reyerta, a la ira, a la violencia, a la arrogancia, aquí destella el vicio de natura. Sea, por tanto, el niño bien nacido no menos en el juego que en el convite semejante de sí mismo.