Báculo, insignia litúrgica menor

Es un asta de madera noble o metal terminada en su parte superior en forma de voluta, usada por los obispos y otros prelados en las funciones litúrgicas, como símbolo de jurisdicción

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Insignias litúrgicas. Insignias litúrgicas. Protocolo religioso y eclesiástico foto base serghei_topor - Pixabay

Báculo, insignia litúrgica menor

El báculo. Protocolo eclesiástico

Es un asta de madera noble o metal terminada en su parte superior en forma de voluta, usada por los obispos y otros prelados en las funciones litúrgicas, como símbolo de jurisdicción.

De origen oriental, el báculo es, con toda probabilidad, sucesor del cetro que usaban los obispos antiguos, por equiparación a las jerarquías civiles e incluso, quizá, por concesión de éstas. Un báculo de plata de 35 cm. hallado en una tumba cristiana en Hungría confirmaría esta tesis. En todo caso la mención cierta más antigua es del siglo VII en el Liber Ordinum. En el Concilio de Toledo (633) se le menciona y también lo hace San Isidoro de Sevilla. Algunos historiadores aseguran que de España pasó a las Galias, Germanía y llegó por fin a Roma, donde se incluyó su uso en los libros rituales.

En el siglo VIII abundan las representaciones monumentales y en el siglo IX es conocido como insignia común de los obispos de las Galias. Sobre si el Papa usó el báculo como insignia, sabemos que, en el siglo X, Benedicto V usó férula (vara), pero es dudoso que fuera él; otros testimonios posteriores aseguran que el Santo Padre no usaba, y, de hecho, es la costumbre tradicional tenida hasta hoy.

Indudablemente el cetro primitivo fue alargándose por influencias bíblicas, simbólicas e, incluso, por motivos de comodidad; terminan en forma de T o bien con una bola y una cruz como remate. Además es frecuente el báculo con terminación ligeramente curvada que, progresivamente, se convierte en voluta completa y que se impone a los demás en Occidente, puesto que en Oriente ha prevalecido en forma de T. En el siglo XIII son conocidos los báculos terminados en espiral, casi siempre con figuras religiosas o símbolos; esta época señala el principio de un enriquecimiento que ha llegado a producir auténticas obras de arte de gran valor.

La concesión a los abades es bastante antigua, extendida también a las abadesas, por el significado directamente pastoral del báculo.

La feliz transformación del báculo-cetro en cayado pastoral se ha mantenido inalterable, y, actualmente, hay un proceso, siempre dentro de esta simbología, de simplificación de esta insignia, haciendo resaltar su aspecto de cayado.

El papa Pablo VI ha introducido en su uso litúrgico un báculo terminado en cruz con crucifijo, signo de su misión pastoral y del mensaje evangélico que representa.

San Isidoro de Sevilla (siglo VII) ve el báculo como símbolo de la autoridad episcopal; esta idea, junto con la de la potestad sacerdotal ha prevalecido.

La fórmula de entrega, siguiendo este pensamiento, habla de las cualidades del pastor de almas: suavidad decidida en la corrección, impulso para el cultivo de las virtudes, serenidad en la aplicación de castigos.