Educar en la infancia
Muchos de los violentos encapuchados de hoy son los gamberros de ayer, y estos, a su vez, los chavales maleducados y consentidos de anteayer
Educar en la infancia
El aprendizaje del civismo
Apalear policías, lanzarles adoquines hasta tumbarlos, propinarles patadas en la cabeza una vez tumbados en el suelo, arrancarles el casco y exhibirlo como un trofeo, etcétera son actuaciones propias de gente que ha perdido la cabeza y todavía no se ha percatado de su condición de descerebrada.
Pero no vayan a creerse que este tipo de comportamientos inhumanos aparecen como por arte de magia. Es un proceso gradual involutivo en el que uno pierde paso a paso los atributos que le hacían distinguirse de los animales.
Muchos de los violentos encapuchados de hoy son los gamberros de ayer, y estos, a su vez, los chavales maleducados y consentidos de anteayer.
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Y es allí, en la infancia, desde la familia y la escuela, donde está la posibilidad de intervenir para prevenir, porque luego, cuando son mayores, los malos hábitos están tan enquistados que convierten cualquier cambio en toda una odisea.
Insistir machaconamente en la necesidad del aprendizaje de civismo desde la edad más temprana, educar en el respeto y el trato considerado hacia los demás, no es un capricho o una obsesión de gente de otra época, es una necesidad urgente e ineludible si queremos construir una sociedad solidaria, en armonía, donde las bestias tengan pocas oportunidades de proliferar. O mejor, ninguna.